sábado, 22 de noviembre de 2008
El calor en el ciber es asfixiante. Los ventiladores del techo apenas pueden aliviar un poco esta sensación sofocante. Claro, la verdad es que aparte de la tórrida temperatura que hace ahí afuera en la calle, estamos como unas 40 personas dentro del ciber, y al calor humano hay que añadirle el que desprenden tantos ordenadores funcionando sin parar. La mayoría son niños y adolescentes. Es sábado por la tarde y aquí están. Hoy no hay colegio. Se dedican a jugar a videojuegos y a chatear.
Hemos llegado de nuevo a Ratchaburi. Pero tenemos que esperar aquí unas cuantas horas. Hemos sacado billetes para el tren nocturno que nos llevará hacia el sur, a la ciudad de Krabi. En el último momento hemos decidido cambiar de destino. Vimos que en el Golfo de Tailandia estaba haciendo muy mal tiempo. Ha entrado el monzón del nordeste y parece ser que está pegando fuerte, con intensas lluvias, fuertes vientos y olas de4 metros . Pensábamos haber ido a la isla de Ko Tao, pero no va a ser el mejor momento. O sea que probaremos suerte en el Mar de Andamán. Seguramente algo del monzón también llegara hasta esa costa, pero por lo menos estaremos en el continente, no en una isla. Siempre será más fácil moverse y hacer más variedad de cosas que en una isla, donde además, si el tiempo empeora nos quedaríamos atrapados hasta que pudieran navegar los ferries. No sé, me apetecía mucho ver Ko Tao, pero hay que sopesar la situación y además toda la zona de Krabi dicen que es super espectacular también. Si da tiempo, pasaremos al Golfo a la vuelta, de subida a Bangkok, pero ya se verá, pues aquí en la bahía de Phang-Nga hay muchas cosas para ver. Este es un país muy grande, de la misma extensión que España, y no se puede ver todo lo que uno quiere en apenas un mes. Hay que elegir.
Hemos llegado de nuevo a Ratchaburi. Pero tenemos que esperar aquí unas cuantas horas. Hemos sacado billetes para el tren nocturno que nos llevará hacia el sur, a la ciudad de Krabi. En el último momento hemos decidido cambiar de destino. Vimos que en el Golfo de Tailandia estaba haciendo muy mal tiempo. Ha entrado el monzón del nordeste y parece ser que está pegando fuerte, con intensas lluvias, fuertes vientos y olas de
Esta mañana estuvimos en el mercado flotante de Danmonaek Sanuk. Una barca motorizada nos recogió en un muelle cercano al hotel y desde allí navegamos varias calles hasta donde empieza el mercado. Era muy temprano, sobre las 7 de la mañana y la gente salía de sus casas sobre pilotes y bajaban las cortas escalinatas hasta los canales para asearse. Unos lavaban la ropa allí en el río, otros fregaban los platos, otros se cepillaban los dientes. Parece ser que en sus casas no debe haber agua corriente y usan el canal para fregar. El canal era de aguas turbias y flotaban restos de vegetación. Esta zona es más pobre que otras que hemos atravesado y las casas se ven mas básicas, de madera ennegrecida por el humo y el paso del tiempo y sus tejados de zinc se ven oxidados. Pero no os creáis que por ello la gente tiene aspecto de más pobre o descuidan su higiene. Es simplemente una forma de vida. Supongo que siempre fue así en este pueblo y así sigue. Las casas todas tienen su antena de televisión y salvo el aspecto de las casas no parece que pasen necesidades. No es más rico quien más tiene sino quien menos necesita.
Poco a poco fueron apareciendo barcas taxi llenas de gente, muchas mujeres y niños pequeños que iban a hacer la compra en este curioso mercado. Al doblar una esquina, el mercado apareció en todo su esplendor. Docenas de barcas ocupaban toda la superficie del agua en una frenética mañana de mercado. Las señoras vestidas de coloridos ropajes remaban como podían entre todo ese jaleo. Las barcas rozaban unas con otras, pues el espacio disponible para moverse era muy escaso. Sus gorros redondos de paja, les daban un aspecto muy pintoresco mientras remaban.
Poco a poco fueron apareciendo barcas taxi llenas de gente, muchas mujeres y niños pequeños que iban a hacer la compra en este curioso mercado. Al doblar una esquina, el mercado apareció en todo su esplendor. Docenas de barcas ocupaban toda la superficie del agua en una frenética mañana de mercado. Las señoras vestidas de coloridos ropajes remaban como podían entre todo ese jaleo. Las barcas rozaban unas con otras, pues el espacio disponible para moverse era muy escaso. Sus gorros redondos de paja, les daban un aspecto muy pintoresco mientras remaban.
Era un espectáculo muy colorista y lleno de movimiento. Unas barcas transportaban plátanos y frutas del dragón, de color rosáceo. Otras, cocos verdes para beber su jugo, más allá, pomelos. En otras, frutas que ni sé cómo se llaman pero de un intenso colorido. Otras señoras llevan fogones en las barcas y van preparando las comidas, fideos, arroz, tortitas, soja, pollo frito, buñuelos, plátano frito e incontables platos y especialidades tailandesas... En otras llevan bebidas y café. Aprovechamos mientras navegamos para desayunar. Y así vamos recorriendo los distintos canales, en unos hay poca actividad, pero en las calles centrales hay un auténtico frenesí. En el centro de estos canales hay un mercado convencional, es decir, sobre suelo firme. Allí hay varadas muchas barcas que comercian con las otras barcas y con los que vienen a pie. En el centro del mercado están los vendedores de ropa y artesanías.
Desembarcamos, subimos a un puente y vemos la actividad desde la altura. Visto desde arriba el movimiento y el colorido crean una sensación caleidoscópica. El olor a comida y especias impregna el aire. Las sopas humeantes y los fritos en las grandes sartenes hacen rugir nuestros estómagos. Es uno de los mercados más sorprendentes y coloristas que he visto. Muy agradable de visitar. A pesar de que ayer no vimos ningún turista en la ciudad, hoy vemos unos cuantos, no demasiados pero si que han venido a ver este espectáculo. Creemos que han venido de propio a pasar el día y que no han pernoctado en la ciudad.
El tiempo pasa lentamente, aún quedan 3 horas. Parece que en la calle ya no se ve sol y el viento mece las hojas de los árboles. Seguro que ha bajado la temperatura. Saldré a caminar un poco.
Y luego las dificultades para volver a Ratchaburi. Hoy no había autobús directo, ni siquiera las pick-up han hecho el recorrido directo y nos han internado por rutas desconocidas y pueblos que vaya usted a saber dónde estaban. Esto pasa por intentar ahorrar dinero. Me molesta un poco la actitud de Javi que no quiere gastar ni un céntimo de euro más de lo imprescindible para sobrevivir. Se lo toma como una competición a ver como gastar lo mínimo, mínimo posible, olvidándose del comfort y las facilidades que te proporciona gastar un poquito más. Me parece bien que no quiera derrochar, pero tampoco se puede viajar así de apretado, pues por ahorrarte 2 euros te pasas el día dando vueltas en lugar de haber pillado un taxi directo, que tampoco es mucho más caro. En fin, otro año tendré que decirle a quien viaje conmigo cuánto está dispuesto a gastar para ver si llevamos el mismo plan ja,ja,ja... Que si no se pasa el tiempo uno haciendo cambios para ahorrarte cuatro perras a lo largo del viaje. No vale la pena, no es dinero.
Al final hemos tenido que coger dos pick-up, pero llegamos finalmente a la estación de tren. Eso si, tenemos 7 horas por delante hasta coger el tren nocturno con literas, que en unas 10 u 11 horas nos llevará a Thung Song, la ciudad más cercana a Krabi por la que pasa el tren. El tiempo pasa lentamente, aún quedan 3 horas. Parece que en la calle ya no se ve sol y el viento mece las hojas de los árboles. Seguro que ha bajado la temperatura. Saldré a caminar un poco.
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