La noche fue lluviosa. Cuando despertaba podía oir la fina pero constante lluvia golpeteando el tejado de zinc, lavando esta tierra verde. La mañana amaneció con el cielo cubierto pero ya había parado de llover.
Hoy decidimos alquilar unas bicis para salir de la ciudad y ver sus alrededores. También estaba la opción de alquilar un scooter, pero dado que amenazaba con seguir lloviendo no nos pareció buena idea.
Carmen, como me has preguntado sobre la forma de vida de estas gentes, te diré que lo que he visto hasta ahora no es muy diferente de lo que puedes ver en Europa. Es decir, que no hemos visto nada que se salga de lo común. La forma de ganarse la vida pues... como en todas partes. Comerciantes, oficinistas, vendedores, dentistas, médicos, policías, dueños de negocios, dependientes, gasolineros, pescaderos, carniceros, recepcionistas y camareros, mecánicos, agricultores y artesanos... Como en todas partes. Supongo que habrá muchas zonas donde la vida sea más tradicional, pero no por estas zonas. Los poblados tienen luz eléctrica, internet y televisión. El carácter de la gente es muy tranquilo, vamos, bastante pachorrón. No los oyes discutir nunca, pues para ellos discutir y levantarse la voz agresivamente es una gran ofensa. Son muy reverenciales y si les das las gracias o los buenos días en su lengua, juntan las manos, se las llevan a la cabeza y la inclinan, en un gesto de reverencia. También hacen esto cuando alguno pasa delante de un templo. Si que llama un poco la atención el hecho de que se haga mucha vida en las márgenes de los grandes ríos. Hay muchos pueblos sobre pilotes o palafitos y la gente utiliza las barcas para sus desplazamientos. Por lo demás decir que aquí se anda muy poco. Todos van en coches y motocicletas. Y los que no tienen vehículo propio utilizan furgonetas compartidas o moto taxis, algunas motos llevan acoplados un banco con rinconera realmente curioso. Pero es difícil verlos caminar, parece que no lo conciban y se extrañan cuando les dices que vas a ir andando hasta cierto lugar en vez de tomar un taxi.
Hoy salimos al campo y si que vimos gente de otras etnias distinta a los Thai. Muy cerca de aquí viven los pueblos Lao y Mon. Y aunque muchos de ellos ya viven en la ciudad y no puedes distinguirlos, hoy si que vimos algunos auténticos, aunque sin su colorido traje tradicional, con sus rasgos más achinados y pieles más curtidas debido a la dura vida en las montañas. Lo que si que es una gran diferencia respecto a los occidentales es su gran sentido de la religiosidad. Prácticamente en la entrada de todas las casas veremos un templito santuario, una especie de miniatura de casa china, en la que ponen figuritas, desde budas y dioses hindúes, hasta figuritas de elefantes, niños, etc... y siempre tienen, flores, incieso y velitas. Muchas veces los ves por la mañana con un buen puñado de varitas de incienso, en posición de reverencia y sacudiéndolas a ambos lados de sus cabezas, dando gracias a sus dioses y supongo que pidiéndoles que les vaya bien el día o sus ventas. Ahora por ejemplo, en este cibercafé veo dos templitos (si, si, dentro del ciber) y varios retratos de monjes, budas y por supuesto el omnipresente retrato del rey. Esta gente está muy orgullosa de su familia real y exhiben sus retratos por todas partes, y la bandera real ondea en muchas calles, junto con la de Tailandia.
Otro caso aparte son los monjes. Hay muchos. Claro, como no va a haberlos si todos los hombres tienen que dedicar un año de sus vidas a serlo. Es como el servicio militar. Los novicios (suelen ser niños) rapan sus cabezas y se colocan sus túnicas color azafrán y siguen las enseñanzas budistas. Pero no dejan de ser niños. Los ves jugar, revoltosos y con la típica curiosidad infantil. Luego, si quieren pueden tomar definitivamente los hábitos.
También hay monjas. Igualmente con la cabeza rapada, pero sus túnicas en vez de anaranjadas son blancas. Se ven muchas menos que hombres, pero tambien hay. Y a groso modo, más o menos es lo que he visto por aqui. Alquilamos las bicis y nos fuimos paseando por la ciudad. Eran unas bicis muy cómodas y prácticas. Pedaleando llegamos a uno de los dos cementerios donde descansan los restos de los soldados aliados. Llamaba mucho la atención lo bien cuidado y simétrico que parecía todo. Con sus pequeñas lápidas de mármol sobre el suelo. Luego empezamos a pasear por allí y a leer las lápidas y sus dedicatorias. Estaban agrupados por nacionalidades. Dios..... se me empieza a formar un nudo en el estómago. Son casi niños. El más joven que vi tenía apenas 19 años, el mayor 43. Hay miles de lápidas... Empiezo a conmoverme, todas tienen una inscripción de sus familias... Gente que perdió a sus hijos, maridos, hermanos, en esta parte del mundo. Algunas tienen un mensaje un poco castrense y de orgullo nacionalista, pero las mayoría son de una sensibilidad y un cariño...que emocionan muchísimo. Cuanto dolor hay aquí enterrado, la muerte siempre provoca dolor, pero todo esto... esto es distinto. Mis lágrimas brotan leyendo las inscripciones. Es imposible permanecer impasible en este lugar.
En España acabábamos de salir de la guerra civil y bastante teníamos con lo que teníamos. Pero en lugares como este te das cuenta de las verdaderas dimensiones y lo dramático que fue la II Guerra Mundial. Las consecuencias de la locura de un loco alemán que quiso dominar el mundo bajo la fuerza. Cuánto dolor, cuánto sufrimiento, las estimaciones más bajas hablan de 50 millones de personas muertas....Con gran congoja nos fuimos de allí. Dejamos la ciudad y salimos al campo. Los verdes campos de arroz y de ricino se abrían paso entre los restos de los bosques y la multitud de canales circundantes. En los canales más grandes, pequeños poblados flotantes se aferraban al río. En los brazos del río vimos unas curiosas construcciones. Son como pabellones de madera flotantes. Son los famosos karaokes flotantes de esta ciudad. Los fines de semana, los habitantes de Bangkok vienen en tropel a cantar aquí. Tuvimos la ocasión de ver uno en funcionamiento esta misma mañana. Un pequeño barco remolcador arrastra una de estas plataformas techadas río arriba. El espectáculo es surrealista. La música estridente y el que canta que lo hace fatal y un gran grupo de personas baila en el centro mientras otros los miran sentados en sus bancos. Pero...¿esto que es? ja,ja,ja.... De verdad que es para verlo, es super extraño. Los fines de semana tiene que ser terrible, con todas esas plataformas deambulando arriba y abajo, y con lo mal que cantan... qué estruendo!! Menos mal que no estaremos aquí.
Paro junto al bosque y hay una pequeña charca. He parado a ver que son unas manchas rosáceas que hay sobre las ramas. Resultan ser montones de pequeños huevos agrupados. Pero.. ¿de que pueden ser? La respuesta esta en el agua. Veo montones de grandes caracoles, pero grandes como mi puño, que se aparean dentro de la charca. Tienen aspecto de caracolas marinas. Son muy extraños, pero mas extraño todavía es algo que veo y no se si son peces, larvas, renacuajos o que. Filas de lo que parecen ser peces se alinean a lo largo de la superficie. Tienen una bolsa redonda en la superficie y el cuerpo con forma de flecha. Parece un estado de metamorfosis de algún animal, pero de repente uno rompe la formación, se lanza a toda velocidad al fondo y vuelve a subir a su sitio. Que extraños son... y esto en una pequeña charca de unos 10 metros de largo junto a la carretera. ¿Qué no habrá en esas selvas que tapizan las montañas que nos rodean?
Seguimos adelante, pasamos otro cementerio de guerra, pero ni asomarme quiero después del mal rato que pase antes. Nuestro destino es una cueva templo que hay más adelante.
Cuando llegamos nos encontramos un templo edificado como muchos que hemos visto anteriormente. Pero luego entras en la cueva y realmente te sorprendes... Empiezas a bajar y en la primera sala hay un Buda tumbado y muchos dioses entre los recovecos de la roca. Huele de maravilla, un olor a flores e incienso lo impregna todo. Se está realmente bien, bien. No sólo por lo refrescante de la temperatura, que también. Pero hay algo más, hay una enorme sensación de paz y bienestar. Después de un rato disfrutando de esa sensación seguimos. Yo pensaba que iba a ser alguna cueva pequeña. Pero no. Después de unos pasillos entre grandes y curiosas formaciones de estalactitas, columnas, estalagmitas, coliflores, corredores, simas, etc... van apareciendo pequeñas salas, todas con sus deidades y sus altares. Es increíble, que extraña mezcla de naturaleza y religión. Algunos corredores son realmente estrechos y empinados. Las rocas fracturadas forman grandes grietas sobre nuestras cabezas y por allí nos abrimos paso. Es super, super curioso. Hay formaciones espectaculares, y seguimos bajando. Empieza a hacer calor allí dentro. Y finalmente llegamos a una sala de grandes dimensiones. Allí hay un Buda de considerable tamaño, muy llamativo, y luego de esa sala parten una serie de senderos que llevan a otras más pequeñas.
En uno de estos senderos es donde tenemos una mala experiencia. Cuando llego al final de donde conduce, empiezo a notar un hormigueo en los pies, tobillos y pantorrillas. Me miro y esta lleno de pequeños puntos negros en movimiento. Joder, ya he pisado un hormiguero pienso, pues si que han sido rápidas en subir. Miro los pies de Javi y están igual. Salimos hacia la sala para quitárnoslas, pues allí hay mas luz junto al gran Buda.
Dioooosssss..... no puedo creerlo, no son hormigas..... son.... ¡¡¡¡pulgaaaas!!!!!..... Cientos de pulgas cubren nuestras piernas. Es algo impresionante, quien podría pensarlo. Estuve en Etiopía y apenas pille 3 o 4 y pulgas y aquí en Tailandia, cientos de pulgas acababan de subir a mis piernas. Y no creáis que exagero cuando os digo que eran cientos. Nunca había visto nada igual. El pánico inicial duró poco. Había que hacer algo y rápido. Tras comprobar que era inútil tratar de apartarlas a manotazos, recordé que llevaba el bote de repelente en la mochila. Lo saqué y después de una rociada la mayoría había desaparecido, pero aún quedaban, y eso sólo las que podíamos ver en las piernas desnudas ¿Qué no habría en los pantalones y camiseta? Subimos rápidamente a la superficie y allí, a la luz del día, vimos que teníamos muchas todavía. Empezamos a cazarlas una a una. Teníamos en las sandalias, camisetas y pantalones. En piernas y brazos. Al final tuvimos que desnudarnos y buscarlas por la parte interna de la ropa. Finalmente, tras largo rato creo que nos libramos de ellas.
Nos costó tener que volver al hotel, a ducharnos y quitarnos la ropa, meterla en una bolsa de plástico y llevarla a la lavandería. Tenemos unos pocos picotazos en pies y piernas, pero creo que ya no tenemos ni una en el cuerpo. Eso si, para lo que podía haber sido, tenemos mucha suerte.
Para que luego digan que la religión es tan buena....ja,ja,ja.... menudo recibimiento.
Bueno, mañana más. Besos, chao
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