domingo, 15 de mayo de 2011

Crónicas de Tailandia 3: la llegada a la antigua capital‏

Crónicas de Tailandia 3: la llegada a la antigua capital‏

    lunes, 17 de noviembre de 2008



  Ayer domingo dejamos Bangkok, subimos un poquito al norte a Ayuthaya, la antigua capital del reino de Siam hasta que fue destruida por los birmanos y posteriormente la capital del reino fue traslada a un emplazamiento muy cercano a lo que hoy es Bangkok.
   Con cierta alegría dejamos el bullicio y la inmensidad de esta ciudad y también con cierto anhelo, pues ya nos sentíamos como en casa y siempre tienes la incertidumbre sobre qué te vas a encontrar a partir de ahora. Pero así son los viajes, cada día es nuevo, nunca tienes la seguridad de saber qué va a pasar porque has salido de la rutina diaria de tu vida. Nuevas caras, nuevas experiencias, es lo que te hace sentir vivo.

    Tomamos un tren en la muy pequeña estación de trenes para una ciudad de este tamaño. El tren iba bastante lleno (o eso creíamos al principio) excepto el vagón que reservan para los monjes, mucho más cómodo que los demás. Estos si que no viven nada mal, es para verlos, regordetes, comprando en los mercados y sacando dinero en los cajeros automáticos. En fin.... hay que predicar con acciones y no con palabras.

     Dio la casualidad que la pareja que teníamos sentados justo al lado eran españoles, que por cierto, en ningún país de los que he visitado he visto tantísimos españoles como aquí. En seguida pillamos muy buen rollo y nos pasamos el viaje hablando y contándonos experiencias. Son de Ibiza, o sea que a partir  de ahora ya tenemos casa para ir de visita en Ibiza, ja,ja,ja... que si, que si, que nos han dicho que vayamos cuando queramos. Poco a poco el tren se fue llenando hasta límites insospechados y ya era imposible transitar por los pasillos entre los asientos. Nos costó mucho tiempo salir de la gran ciudad pues se extiende durante kilómetros y kilómetros, pero finalmente los primeros campos verdes, lagos y poblados de palafitos se mostraron a la vista.
     Cuando llegamos a Ayuthaya nos fuimos los cuatro juntos al hotel donde estuvieron el año pasado, les tuvo que gustar mucho porque repiten gran parte del recorrido que hicieron hace un año.  El hotel es una casa tradicional de madera de teca, con bonitos jardines llenos de altos árboles donde viven multitud de extraños pájaros y muchas ardillas. Tiene un lago y un andador de madera cubierta que se introduce  en el lago y donde te puedes sentar a leer o escribir mientras oyes las evoluciones de los peces o miras los lotos que cubren la superficie. Después del hotel de Bangkok esto parece el paraíso.

     Luego por la tarde nos fuimos a ver lo que realmente es la gran atracción de esta ciudad. Las incontables ruinas de lo que fue esta capital. Es impresionante la enorme extensión que ocupan. Hay mas de 400 templos repartidos en una extensión no excesivamente grande. Imposible verlos todos en menos de 4 o 5 días. Pero tampoco es el caso. La ciudad es una isla en si. Está completamente rodeada por ríos y canales que la encierran como un anillo. Fuera de este anillo hay inmensos campos y por allí hay diseminados muchos de los templos principales. Dentro del anillo están la ciudad moderna y los restos de la antigua. Los magníficos restos de estupas y chedis asoman por doquier, los grupos principales están dentro de un parque histórico recorrido por canales y pequeños lagos, pero entre las calles de la ciudad asoman restos de estupas y torres de estilo jemer por todas partes. El paraíso para un arqueólogo. Aunque algunas están muy deterioradas todas aguantan el paso del tiempo con mucha dignidad. Sus ladrillos rezuman historia (las construcciones de estilo jemer son a base de ladrillos pues no había buena roca para la construcción por estas latitudes, pasa igual que en Aragón con el mudéjar, a falta de rocas bien va el ladrillo) y muchas ya se comban e inclinan. La fuerza de la gravedad acabará con lo que no pudieron terminar los birmanos si no se pone remedio. Aunque el conjunto está declarado patrimonio mundial por la Unesco, son muy pocos los templos que han sido restaurados. Impresiona ver las interminables filas de cientos de estatuas de Buda decapitados, pues los saqueadores, a pesar de ser budistas también, las cortaban para venderlas a los europeos.

    En mitad de la visita paramos para ver un Kraal de elefantes, un sistema con forma de embudo y empalizadas de grandes troncos de teca que los Thai construían para apresar las manadas de elefantes salvajes. Este fue reconstruido y aunque ya no se apresan elefantes, tienen una gran manada que vive allí. Lo pasamos muy bien y resulta muy sorprendente ver tantos elefantes tan de cerca. Desde grandes machos con enormes colmillos y toda la cara y orejas llenas de puntos anaranjados (señales de su madurez) hasta pequeños elefantitos juguetones con los que había que tener cuidado para que no te arrollaran con sus juegos distraidos. Fue muy bonito, la verdad.

    Luego, con la oscuridad de la noche, los templos iluminados aparecían magníficos y te hacían pensar en el esplendor que esta ciudad debió tener hace apenas 250 años. Como figuras fantasmagóricas las agujas doradas de las estupas aparecían entre los bosques y se reflejaban en los canales y lagos que las circundan. Algunos globos que debieron sobrar del Loi Kraton aparecían sobrevolando el cielo de vez en cuando, dándoles más misterio si cabe a estas cúpulas iluminadas.

    Martes 18

    Hoy hemos alquilado unas bicis y nos hemos ido a recorrer tranquilamente la ciudad antigua. Hemos recorrido unos pocos templos de los muchos que salpican aquí y allá esta tierra. Hubiéramos querido ir a alguno más pero el sofocante calor nos animaba a quedarnos en los interiores fresquitos de las chedis (las cúpulas con forma de campana que rematan estas construcciones)  o a la sombra de los árboles, tirados en la hierba junto a los estanque.

    Luego me he ido a probar el famoso masaje thai y tengo que decir que es el mejor masaje que me han dado nunca. No era la típica tienda de masajes para los turistas que hemos visto en Bangkok, donde te sientan en un sillón y te masajean en el escaparate de la tienda. Este no, este nos lo recomendaron otros españoles que nos encontramos anoche cenando junto al rio. Y ha sido bestial...  Una hora en la que me han recolocado y me han tocado músculos y tendones que ni sabia que existían. Menos mal que lo he pedido medium, ni suave ni fuerte porque ha habido momentos en que pensaba que iba a gritar de dolor. Sobre todo en las piernas, yo no sé qué puntos tocaban pero era una chica pequeñita y aparentemente sin fuerza, pero que me ha dado una paliza tremenda. No me han pisado la espalda (supongo que eso ya sera el fuerte) pero es increible la fuerza y la presión que te aplican. De eso se trata el masaje Thai. En remover y masajear, músculos, tendones y la sangre (de ahí que te pisen). En fin, han pasado ya varias horas y aún me duelen los gemelos. Tendré que probar otro día, aunque dudo de que sea tan bueno como el de hoy.

     Bueno, hemos estado hablando Javi y yo y parece ser que a los dos nos apetece mucho la playita, o sea que no nos vamos a mover más hacia el norte. Casi todo el mundo va a la otra capital antigua de Tailandia: Sukotai y después a Chiang Mai, casi en la frontera con Laos, pero chico... esta muy lejos si queremos ir luego al sur. O sea que seguramente mañana nos iremos hacia el oeste, junto a la frontera de Birmania, a una ciudad que se llama Kanchanaburi y no debe ser tan turística como lo otro. Dicen que tiene unas montañas y unas selvas fantásticas y que como no hay mucha población en esa zona se conserva muy bien. Ya veremos que da de si.

     Un besico, hasta el próximo capitulo

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