martes, 3 de mayo de 2011

Diario de Ecuador 8: Vagabundo en Cuenca


     2 Diciembre 2007

      Hola ¿cómo estáis?

   Yo sigo bien, disfrutando de este país. ¿No pensarías que os ibais a librar de mis crónicas, no? ja,ja,ja

   La verdad es que mientras más conozco este país más me asombro de la belleza de sus ciudades. Ahora estoy en Cuenca, al sur del país, llevo dos días solo, vagabundeando por el país y estoy alucinando, ya estoy hecho un medio ecuatoriano y a la gente del país le cuesta darse cuenta que no soy de aquí, sólo al hablar, al no tener su acento y utilizar distintas palabras y expresiones que ellos, se dan cuenta. Pero no saben de qué país soy, me toman por cubano o por argentino, pero no por español. Me encanta la sensación de fundirme con la gente y pasar desapercibido, cosa imposible cuando viajo por Asia y no digamos cuando estuve en Etiopia, donde los blancos se contaban con los dedos de la mano.

    Como os digo, la belleza de estas ciudades no deja de sorprenderme. Estuve en Riobamba, una ciudad de estilo colonial (como no) pero con un ambiente muy especial. Como todas las ciudades tiene su parte nueva, carente de interés. Pero la parte antigua es una pasada. Sus calles empedradas, sus plazas ajardinadas, con monumentos, fuentes, los limpiabotas trabajando, los puestecillos de comida ambulante y de salchipapas, sus casas coloniales de todos los colores de la paleta del arco iris recuerdan a la imagen típica de La Habana, también por el hecho de que a diferencia de Quito o Latacunga, esta ciudad no está tan bien cuidada y las capas de pintura de sus fachadas se van desprendiendo, dejando desconchones que forman composiciones de lo más abstracto. También las camionetas americanas y japonesas contribuyen a crear este ambiente cubano. En sus calles y bares suena la salsa y la cumbia y hay muchísima vida en las calles. No os creáis que el botellón es cosa solo de España, aquí he visto enormes botellones, hay muchísima gente joven bebiendo en las calles y recuerda a la zona del Rollo.
    Pero también hay muchísimos indígenas Quichua, los serranos como llaman en Ecuador a los habitantes del altiplano (a ver si van a ser familia mía) recorren las calles con sus fardos, sus mercancías, sus frutas y verduras. El intenso color de sus ropajes visto contra las coloridas fachadas es todo un espectáculo para la vista. Las mujeres con sus blusas blancas de volantes, sus bordados y encajes y envueltas en sus mantos negros o multicolores, con sus dientes de oro y sus collares de cuentas doradas son una visión de lo más impactante para los ojos de un occidental. Hay mucho movimiento y hoy los bancos y casas de envío de dinero estaban abarrotados, se ve que es final de mes y muchos van a retirar el dinero que les envían los que emigraron a España, los USA e Italia.
     Javi se ha ido. Le ha salido la posibilidad de intentar la ascensión al Chimborazo y así de repente se ha marchado. La idea es que nos separáramos el sábado, pero se fue el viernes a mediodía. El lunes sale una expedición con dos chicas japonesas y dos guías y el martes intentarán hacer cumbre. Se ha tenido que ir hoy y así tiene más tiempo para hacer la aclimatación, tendrá que ir subiendo poco a poco para acostumbrar a su organismo a la altitud y así evitar el riesgo de edema pulmonar o cerebral y la fatiga extrema. Le deseo toda la suerte del mundo pues le hace muchísima ilusión. Cuando atravesamos el punto desde donde se inicia la ascensión me pareció un lugar de lo más desolado e inhóspito y una tremenda nevera. Suerte compañero.
    Yo estuve intentado organizarme la salida a Galápagos y al final no sé si voy a poder irme, pues a parte de que me piden un auténtico pastón no podría salir en los días que yo había previsto y se retrasaría mucho la cosa, o sea que parece ser que no me iré, aunque todavía no lo aseguro.

    Ayer sábado cogí un autobús para venirme a Cuenca. Supuestamente son 4 horas de trayecto, aunque finalmente fueron casi 7. No se corresponde a la distancia real en kilómetros, lo que pasa es que la carretera es tremenda. Sube y baja, sube y baja y rodea enormes valles y aterradores precipicios. ESPECTACULAR, DE VERDAD. Esta zona es conocida como la Nariz del Diablo. Son unas tremendas montañas con profundos precipicios y aquí la gente suele tomar un tren (ahora más de interés turístico que otra cosa) donde puedes ir subido en lo alto del techo y disfrutar de la vertiginosa panorámica. Yo no lo tomé porque no sale todos los días y no me apetecía pasar un día más en Riobamba sólo por irme en el famoso tren. En su día este trayecto fue la obra de ingeniería ferroviaria más complicada que se había realizado en el mundo, aunque ahora está en desuso para fines comerciales.
     Llegué a Cuenca, dicen que la ciudad más bonita de Ecuador, Patrimonio de la Humanidad. La primera impresión fue un poco extraña, sus estrechas calles cuadriculadas y aparentemente desoladas me hicieron preguntarme si había valido la pena hacer tan largo viaje para llegar hasta allí. Además, a pesar de ser una ciudad turística apenas encontré hoteles y los pocos que encontré me parecieron de lo más espartano y deprimente. ¡¡Dios!! ¿dónde me había metido?  Al final encontré dos que estaban bastante bien y a pesar de parecerme bastante caros decidí que la ocasión bien lo valía, no quería deprimirme en esas habitaciones que había visto con aspecto de celda monacal.

    Pero todo cambió esta mañana. A la luz del sol las cosas se ven de otra manera. La verdad es que es una ciudad realmente bonita. Sus casitas blancas con tejas rojas recuerdan mucho a las ciudades de Castilla y de Andalucía, pero sus plazas....  Sus plazas con sus iglesias coloniales son de una belleza sencilla pero rotunda. El ambiente es GENIAL.
    Hoy es domingo y la gente ha salido a pasear y a misa. La plaza de las catedrales es un hervidero de actividad, a la salida de la catedral nueva, aguardan los chiringuitos de los vendedores ambulantes. Venden unos conos de lo que al principio me parecieron helados, pero luego vi que eran merengues de colores. Tienen unos grandes montones de merengue y te los ponen en el cucurucho, lo rebozan con coco rallado y luego le echan un sirope de ciruela. REALMENTE DELICIOSOS.  También venden la típica manzana bañada en caramelo rojo, aunque aquí la manzana es más pequeñita y luego le añaden anisetes de colorines. Hay puestecillos que venden velas, rosarios, etc.. también hay fotógrafos que hacen las fotos de los niños montando en caballitos de peluche, no pueden faltar los omnipresentes limpiabotas, vendedores de prensa y de cigarrillos, los de pinchos y salchipapas, etc... y de fondo suena una música instrumental de jazz latino y de guitarra española. Se está genial. El ambiente es de lo más placentero y disfruto muchísimo de vagabundear por estas calles y plazas. Quiero probarlo todo, quiero empaparme de este mágico momento. ES EN MOMENTOS COMO ESTE CUANDO REALMENTE APRECIAS LA BELLEZA DE VIAJAR.
     Sigo paseando y llego hasta el río que atraviesa la ciudad. Es muy extraño. A pesar de sus 450.000 habitantes (las 3/4 partes de la población de Zaragoza) el río es límpio y torrencial. Es un río de montaña, como los del Pirineo,  como si tuviéramos el Gállego o el Cinca atravesando Zaragoza, pero no encajonado como allí, sino libre, con sus rocas en medio del cauce y sus orillas llenas de vegetación. Sorprende.
    
    Luego casualmente llego a la casa de un artista local y entro a visitarla. Uaaaoooohh, lo que me encuentro me fascina y me aterra. Practica lo que se llama el arte extremo. Es una obra de lo más morbosa y aterradora, con muchas calaveras, demonios y monstruos de todo tipo, en extraños decorados, como nichos transparentes con extraños muñecos diabólicos, monstruosos tótems y ataúdes, pone los pelos de punta, pero tiene una extraña belleza que fascina.
     Finalmente llego al mercado de la ciudad, donde los indígenas y locales hacen sus compras y van a comer, dicen que cada vez menos ecuatorianos comen en sus casas y prefieren hacerlo en restaurantes y mercados. Aquí veo que los indígenas en vez del típico sombrero de fieltro del altiplano llevan el sombrero Panamá. Un sombrero típico de Ecuador a pesar del nombre. Se fabrican aquí pero los españoles los exportaron al resto del mundo a través de Panamá y los trabajadores que construyeron el canal los llevaban para protegerse del sol tropical, de ahí que se quedaron con ese nombre, aunque en realidad se llaman Montecristi. Son muy bonitos. Están hechos con las fibras de la palma toquilla. Son completamente blancos y lleva un trabajo enorme hacerlos. Los hay de varias calidades, en unos se ve la textura de la trama pero en otros es tan fina que visto al trasluz no se ve ningún poro. Los buenos pueden retener el agua y la prueba de fuego es enrrollarlos y hacerlos pasar por.... ¡¡¡UN ANILLO!!!!  luego toman su forma otra vez. Impresionante.

    Pero ahora hablemos de gastronomía. Hoy es el segundo día que como Hornado, un plato típico de esta zona aunque se consuma en todo el país. El hornado es un cerdo entero asado con carbón, impresiona verlos en los asadores, en España estamos acostumbrados a ver enteros los cochinillos o los pollos... ¡¡pero un cerdo entero!!!  Le dejan una textura muy crujiente, la piel está buenísima.
    Bueno pues se ponen trozos del cerdo (aquí le llaman chancho) y se acompaña con mote (unos enormes granos de maíz muy tierno completamente blanco aunque algunos granos son morados), el mote es ese tipo de maíz cocido, también le ponen tostado, que es el maíz tostado que conocemos aunque aquí es más grande y más tierno, un poco de ensalada y la deliciosa y estupenda papa que se cría aquí. Cogen la patata y la cuecen con ajo, luego la trituran, hacen unas bolas y las doran a la plancha, están buenísimas, mira que me gusta la patata de Galicia, pero esta es insuperable. El hornado que comí ayer también llevaba chifle, que son rodajas de plátano frito. Luego todo el conjunto se aliña con el ají, la salsa omnipresente en todo el país, que es una salsa picante hecha a base de vegetales y que recuerda un poco al gazpacho pero en picante. Y listo para comer ¿os apetece? Está delicioso, no me extraña que esta gente se críe tan rolliza.
   Hoy probé también el auténtico chocolate de Ecuador. Hacen unas tortas muy grandes de chocolate negro, con un aspecto irresistible para los que somos adictos al chocolate. Pero... ¡¡¡¡es completamente amargo!!!! es el cacao procesado tal cual, sin añadirle ni azúcar, ni vainilla, ni nada. Al principio es chocante el sabor, pero luego, está delicioso.
   Y aprovechando que he estado en el mercado he hecho la compra. Hoy cenaré fruta para desengrasar un poco, si no voy a acabar con unos kilitos de más en este viaje. El menú se compone de papaya, mango, maracuyá, duraznos, aguacate, naranja y un tipo raro de pera ¿gustáis?

    Bueno, no me enrrollo más. Más que nada porque se me está empezando a hacer la boca agua y creo que me voy a ir a probar más cositas buenas de las que hacen por aquí. Aún me queda tarde por delante y esta ciudad se merece otro buen paseo.

   Hasta pronto. Cuidaros y sed felices.

   Besos

0 comentarios:

Publicar un comentario