sábado, 7 de mayo de 2011

Crónicas de Tailandia 2: Bangkok, la ciudad de los microcosmos‏

Crónicas de Tailandia 2: Bangkok, la ciudad de los microcosmos‏

sábado, 15 de noviembre de 2008

  Hola a todos, mucho frío por allí? aquí hace calorcito pero sin agobiar, hoy un poco mas caluroso pero por las noches casi que refresca y todo.

       Ayer seguimos descubriendo esta curiosa urbe. Tomamos el Chao Phraya Express, que es el barco que recorre el río de Bangkok (Chao Phraya) conectando los diversos distritos de la ciudad. Desembarcamos en Chinatown, un gigantesco barrio chino en el corazón de la ciudad. En el siglo XVII el rey de turno de la ciudad decidió agrupar a todos los chinos en un distrito y ahí es donde nació Chinatown.
        El ambiente es totalmente distinto al resto de la ciudad. Lo primero que te llama la atención (aparte de la raza de la gente) son los estupendos olores a comida que surgen de todas partes. La comida Thai es muy picante, excesivamente picante como pueden dar fe mi lengua y mi ano (con perdón) pero la comida china juega mucho más con los sabores, combinándolos magistralmente. Luego nos dimos cuenta de que aquello es un gigantesco mercado, el paraíso de los todo a 100. Largos y estrechos callejones llenos de mercancías de todo tipo, algunas indescifrables para nosotros, y una multitud de gente atestando el poco espacio disponible entre los escaparates y mercancías callejeras. El ojo no sabe donde posarse pues la oferta es infinita y el colorido irrumpe por todas partes.
       Cuando nos cansamos de ese ambiente, callejeamos por las sois (calles más estrechas), más tranquilas y de repente... sorpresa, llegamos a una gran avenida que parecía sacada de una película. El movimiento era frenético, el asfalto atestado de coches, motos, camiones y carros, las aceras invadidas por tenderetes de comida y las fachadas totalmente cubiertas por enormes carteles y rótulos en caracteres chinos... El espectáculo nos dejó boquiabiertos durante largo rato. No sé si habéis visto la película "Blade Runner" pero a mi me recordaba mucho a aquello.
        Luego salimos de allí y callejeamos por las típicas calles chinas con sus casas bajas, de vez en cuando una colmena de viviendas y luego templos taoistas y confucionistas. Parecía que estábamos realmente en China. Había muchas tiendas de remedios medicinales chinos, con su parafernalia de productos, desde hongos y caballitos de mar hasta cuernos de alce. Instrumentos musicales, mascaras chinas, dragones de procesión, etc... todo era posible. Después del caos estuvimos en un templo chino, un reducto de calma entre tanto caos. Sus dioses son espectaculares, de un gran tamaño y parecidos a Buda, pero con largas barbas y coletas y caras más agresivas. La gente hacia sus plegarias y ponía ramilletes de varillas de incienso. Se estaba muy bien y cuando cogimos fuerzas nos fuimos a descubrir otra parte de la ciudad: Siam, con sus enormes y lujosos centros comerciales y recorrida por el tren de altura, el "Skytrain" que te permite moverte con rapidez entre el enorme atasco que es esta ciudad.
       Al llegar a plaza Siam te sientes un poco desplazado: enormes edificios de cristales te rodean por todas partes, la superficie de los muchos carriles que se cruzan allí está totalmente colapsada por el trafico, los centros comerciales tienen enormes pantallas en sus fachadas y para moverte por allí han ideado unos pasos elevados que conectan todas las ramificaciones de los cruces de las grandes avenidas. Un poco más arriba de tu cabeza está la inmensa estructura de hormigón que soporta las vías y estaciones del Skytrain y un ejército de hormigas humanas se mueve incesantemente de un sitio a otro. Cuesta un poco asumir todo eso. Es todo un espectáculo y si Chinatown me recordaba a Blade Runner, plaza Siam recrea perfectamente lo que puede ser una ciudad del futuro. No la típica que todos imaginamos con coches volando, sino lo que realmente puede ser el futuro, una ciudad con muchos niveles, desde los enormes edificios para aprovechar el poco espacio disponible, el transporte de distintos tipos de vehiculos y de peatones organizados en distintos alturas, comida callejera para aprovechar el escaso tiempo libre (en una ciudad de estas dimensiones es imposible irte a tu casa y volver luego al trabajo) y un enorme consumismo. Da un poco de miedo.
       Los centros comerciales son del tipo Corte Inglés pero de enormes dimensiones. Encuentras desde el lujo más lujoso, por ejemplo teléfonos móviles de Gucci totalmente de oro y diamantes hasta las artesanías típicas de un mercadillo callejero, todo en el mismo edificio. En fin, si lo tuyo es comprar esta es tu ciudad.

       Luego decidimos visitar el famoso distrito rojo de Pat Phong, aprovechando que no estaba lejos de allí y axial pudimos probar el Skytrain. Como ya había anochecido pudimos ver los rascacielos iluminados y la verdad es que es todo un espectáculo. Luego, ya en Pat Phong, aparentemente es otro barrio comercial, lo único que lo diferencia es la cantidad de chicos que te ofrecen dvds de contenido sexual. Pero todo parece normal. Entonces cuando dejas la avenida y te metes por las callejuelas es cuando empiezas a ver por qué es famoso aquello.
       Nosotros estuvimos temprano y no lo vimos en todo lo que debe ser su esplendor, pero todas las calles estaban llenas de bares, algunos cerrados y en pisos, otros a pie de calle y con sus puertas cerradas ocultando su interior y otros con terrazas donde las prostitutas esperaban a sus clientes. Cientos de prostitutas trabajan en esta zona, algunas bastante jóvenes aunque las menos. En general visten elegantemente pero de forma discreta, no os creáis que vais a ver tías en liguero por la calle, que  no.
       Lo que si que me asombro fue la cantidad de hoteles de superlujo que hay en esta zona y lo impresionante de las entradas de los centros de masajes, con docenas de chicas uniformadas esperando sentadas en el hall. También hay bastantes "Ping pong show" donde las chicas hacen la versión tailandesa de show girls, lanzando pelotas de ping pong que previamente se han introducido en sus partes y numeritos de ese estilo, pelando plátanos y quién sabe que más ....
       En fin, Tailandia tiene fama de ser un destino de turismo sexual, pero si esto es todo, dos manzanas en una ciudad de ocho millones de habitantes, pues... no es distinto de lo que puede ser la Casa de Campo de Madrid o el Montparnasse de Paris. Lo que si asombra es la clientela, pues aparte del típico cincuentón obeso y solitario, sobre todo ves llegar allí coches muy lujosos conducidos por.... asiáticos adinerados, es decir, la mayor parte del consumo sexual es interno.

      Luego de callejear un poco, pues no hay mucho que hacer allí si solo vas a mirar (se termina pronto) cogimos el skytrain que lleva a la terminal de barcos cercana y.... la línea que va a nuestro barrio había terminado, pero si solo eran las 8 de la tarde... Bueno, volver fue una odisea, atravesar medio Bangkok por carretera fue interminable, pero llegamos.


       Sábado 15

     Hoy nos hemos despertado a cañonazos. Si, si, literalmente. La ciudad está tomada por la policía y el ejército. No es broma, pero tampoco es una revuelta ni un golpe de estado. Como os dije anteriormente murió la hermana del rey (que no la hija como yo creía)

     Y hoy era la ceremonia fúnebre. La calle de nuestro hotel estaba cortada y tomada por policías cada pocos metros. Estamos muy cerca del Palacio Real y toda la zona está restringida al tráfico. Las calles se llenan de gente vestida de riguroso luto negro y acuden a las avenidas por donde pasará el cortejo fúnebre. Nosotros lo vemos en la tele mientras desayunamos. Una larga procesión de monjes budistas ataviados de gala para la ocasión abren el cortejo. Miles de soldados desfilan detrás con su uniforme de ceremonia, que es muy similar al de la guarida real inglesa, pero estos no se limitan a llevar las casacas rojas y los gorros negros. Estos parecen fichas del parchís. Cada escuadrón viste de un color, incluyendo el gorro: naranjas, rojos, azules, negros, etc...
      Parece que moverse hoy por la ciudad va a ser complicado. Nos acercamos al Palacio Real, todo lo cerca que nos dejan llegar. Impresiona, miles y miles de personas vestidas de negro abarrotan las calles y grandes retratos de la difunta llenan las calles. Todo esta decorado con crespones blancos y negros. Vamos a ver un entierro real.
      Cuando uno ve esto se pregunta que pasara en España el día que se muera Juan Carlos o Sofía, o alguno de sus hijos y comprende lo que esta pasando aquí. Imaginaros el día que eso ocurra la que se puede liar en Madrid. Imaginaros medio Madrid en la calle y con el tráfico cortado. Ahora multiplicad la población de Madrid por dos y os haréis una idea de la magnitud del caos del que os estoy hablando.
       Hoy hace un calor sofocante y la gente se refugia como puede bajo los árboles y bajo las sombrillas que portan mientras esperan el paso de la comitiva. Nosotros intentamos salir de allí como sea. Probamos a ver si funcionan los barcos y si... funcionan. Pero vienen completamente llenos (pero llenos, llenos, llenos a rebosar) de gente de riguroso luto. Tras una larga espera viendo pasar los barcos sin poder subir a ninguno (hoy hemos visto a otra pareja mayor que se han separado pues la señora ha saltado al barco como ha podido y el señor no lo ha conseguido) finalmente viene uno de los que ha descargado a todo el personal en las cercanías del palacio a recogernos a los muchos, muchos turistas que nos agolpábamos en el embarcadero.
       Hemos ido al distrito de Silom, el corazón financiero de Bangkok. Las vistas al llegar impresionan, los rascacielos rompen el horizonte del río y grandes barcos de carga trabajan ajenos al funeral. Es la típica imagen que nos viene cuando pensamos en Singapur o Taiwán. Unos barcos van llenos de carbón, otros son remolcadores, las grúas de los puertos comerciales, los barcos de pesca, los de pasajeros y en el horizonte las torres de cristal y acero.
       Una vez en tierra, nos sorprende lo tranquilo que esta todo. Pensábamos que íbamos a encontrar miles de yuppies ajetreados por las calles, pero no, todo esta en calma. Claro, ahora caemos, hoy es sábado y además está el entierro. Sólo unos pocos comercios están abiertos y esto sorprende en una ciudad como esta. Los desfiladeros formados por los gigantes edificios que bordean las calles están casi desiertos. La calidad de lo que vemos en los escaparates está muy por encima de nuestra capacidad económica. La joyería y orfebrería es impresionante, las esculturas y tallas de un detalle y calidad exquisito. En los bares miradores de las plantas 50 y 60 de los rascacielos hay que ir rigurosamente vestido, vamos que ni nos planteamos intentar entrar con la pinta que llevamos ja,ja,ja..

       Recorremos una gran distancia por la ciudad, andando, asombrándonos de los diseños de estos colosos, sus formas, sus colores, sus ornamentaciones y así, poco a poco, vamos andando por las enormes avenidas hoy casi desiertas hasta llegar a una zona donde la vida vuelve a surgir, el parque Lumphini donde la gente corre, hace taichi, navega en barquitas por sus lagos y las parejas jóvenes se aman. Pat Phong está casi desierto, su mercado nocturno y su circo humano aún no ha despertado, aún es de día, pero más allá surge la vorágine comercial de Siam y la multitud vuelve a invadirlo todo. También vemos una enorme fila de gente vestida de negro, una estupa iluminada y si... es lo que suponemos, la capilla ardiente de la hermana del rey está instalada aquí y miles y miles de personas hacen fila pacientemente para despedirla.
       Ya es hora de volver al barrio, un gigantesco atasco nos espera en la zona de la ciudad donde si se puede circular. Pero, ya estamos aquí.  Mañana intentaremos dejar Bangkok, si las circunstancias  lo permiten pues la celebración fúnebre prosigue.
        Queremos ir a Ayutthaya, la antigua capital del reino de Siam antes de que la arrasasen los birmanos en el siglo XVIII. Ya os contaré desde allí. Espero. Besos.

Lago en el parque Lumphini


El skytrain por encima de las autopistas urbanas

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