10 Diciembre 2007
Holaaaaa ¿cómo estáis? Bueno, lo primero daros las gracias a los que os gusta tanto mi relato, sobre todo a los que decís que esperáis con ganas la siguiente entrega ja,ja...
La primera noche de fiesta en Puerto López me defraudó un poco. Yo esperaba una gran fiesta, una verbena salsera y baile loco, pero en vez de eso pues fue lo típico de las fiestas de un pueblo, entrega de trofeos a los campeones de basket, atletismo, ajedrez, etc... homenaje a las reinas de las fiestas, teatros de grupos de escolares, por cierto los crios pequeños representaron una obra muy curiosa sobre la invasión de los españoles, en fin, que me retiré pronto.
Al día siguiente me fui a pescar al curricán, técnica de pesca en la que con una lancha motora arrastras un señuelo artificial para provocar el ataque de grandes depredadores del mar como atunes y peces espada. Me fui con el ya mi buen amigo Colón, un hombre que podría estar horas y horas contándote historias de marineros y pescadores, que conoce el mar como la palma de la mano tras cuarenta y tantos años como pescador tanto en López como en Galápagos. Hicimos los preparativos y nos fuimos los dos solitos a recorrer el mar, al principio cerca de los acantilados donde suele haber chernas y peces sierra y luego nos internamos unas dos millas mar adentro en busca de los islotes y bancos de roca donde suelen habitar estos bicharracos. A mitad de mañana tuve una picada, dios, fue como si hubiese enganchado una piedra, me dio un fuerte tirón en la mano que me arrancó el sedal (no pescábamos con caña, sino a la antigua usanza, con el sedal en la mano) y luego comenzó la lucha con el pez. La emoción me embargaba, qué tipo de pez habría enganchado ¿sería un tiburón, una sierra, una cherna, un jurel, o acaso el tremendo y combativo pez espada? Este último no iba a ser pues aunque el animal tiraba no presentaba tanta batalla, Colón me dijo que el pez espada puede tenerte durante horas luchando y que puede llegar a agotar a tres hombres turnándose para sacarlo. Al cabo de unos minutos conseguí atraerlo hasta la embarcación. Era una enorme cherna de unos 15 kilos de peso y sobre el metro veinte de largo. Era un pez precioso. Necesitamos un garfio para poder subirlo a la embarcación. Los dos nos pusimos muy contentos, ese pez era una buena ración de comida o valdría un buen dinerito en el mercado. Seguimos pescando y recorriendo mar, pero ya no hubo más suerte, ooooohhhh, no volvieron a picar. Lo que sí que fue un muy buen paseo, durante horas recorrimos el mar, sus corrientes, sus islotes plagados de piqueros de patas azules y pelícanos. Luego fuimos a isla Salango, una preciosa isla con un paisaje muy parecido al de Galápagos y lugar favorito de las ballenas jorobadas para dar a luz, pues sus someras aguas de apenas15 metros de profundidad son muy buenas para la seguridad de las mamas ballenas y sus ballenatos pues allí las orcas no se desenvuelven muy bien.
Estas aguas son muy ricas pues aquí se juntan la corriente de Humboldt, fría y proveniente dela Antártida con la corriente de Panamá de aguas calientes, con lo que afloran los nutrientes a la superficie. Es un lugar fundamental para el buen funcionamiento del clima del planeta.
Me contó Colón que en estas aguas hay piratas. Yo sabía de la existencia de piratas en los mares de Indonesia, Malasia y en el cuerno de África, en las costas de Yemen, Somalia y Omán, pero no sabía que también los hay por aquí. Aquí se dedican al robo de los motores fuera borda, la pesca y si les gusta tu barca pues también se la llevan, o sea que imagínate lo que pasa contigo. Si no se llevan la barca te dejan atado a la deriva hasta que alguna otra barca te encuentre. A veces hay muertos, la mayoría de las veces no. Tiene que ser terrible, la verdad. También alguna vez desaparecen los recolectores del espongilus, una especie de vieira que se coge por aquí, devorados por grandes tiburones. Suelen ir en unos botes pequeños llamados bongos, que no les protegen de los tiburones además de que tienen que bucear hasta el fondo para encontrarlos.
Luego, volviendo ya a López, paramos a pescar otros peces mas pequeños y saqué unos cuantos ejemplares de bonitas chernitas, chivas, cabrillas y algún que otro pez holandés. Fue una mañana deliciosa. Volviendo a la playa Colón preparóla Cherna a filetes pues le dije que no la quería vender, que prefería que se la quedasen la mitad el y su familia y la otra mitad para la familia de Wiston. En seguida acudieron las fragatas, pelícanos y gaviotas a los restos del pescado que limpiábamos. También acudieron un par de tortugas verdes marinas. Qué ambiente más marinero que sentía. Creo que en otra vida yo debí ser pescador porque me encanta esta sensación, además no me mareo apenas en el mar a pesar de que atravesamos zonas de fuerte oleaje.
Me invitó Wiston a cenar con ellos. Prepararon parte de la cherna y estaba espectacular. Un sabor buenísimo y una consistencia carnosa y tierna a la vez. Muy buen pescado la verdad. Pude ver de cerca la vida de una familia allí, la precariedad de su casa y sus servicios, como parte de los hijos hacen de padres para los hermanos mas pequeños, pero pude sentir el calor y la cordialidad de estas gentes. Fue muy entrañable.
Por cierto probé uno de los mejores platos que he comido en Ecuador: los camarones en salsa de maní, que traducido a nuestro español son gambas con salsa de cacahuete. Qué extraño y delicioso sabor. Tendré que prepararlo a la vuelta, aunque en España no creo que encuentre el cacahuete crudo sin tostar, que es ingrediente fundamental.
Luego me fui al baile y ese día si que había salsa, pero la verdad, estos ecuatorianos, por lo menos los de ese pueblo bailaban con muy poca gracia y hasta yo que no tengo ni idea de bailar creo que lo haría mejor que ellos. Bueno, pues como me dieron plantón los pescadores me fui prontito de allí.
Gracias Puerto López por estos cuatro días tan estupendos que pasé aquí, gracias por todas las maravillas naturales que contemplé en tus aguas, gracias por la cordialidad de la gente que ya me trataba como si fuera de allí, gracias a todos los amigos que conocí. Siempre será un sitio especial para mí y si alguna vez vuelvo a este país ya sé donde tengo que acudir. Eso sí, intentaré que sea en julio o agosto para ver el cortejo de las ballenas jorobadas.
El día siguiente, sábado, iba a ser un día triste para mí. Primero por la pena con la que me iba del que había sido mi hogar y lugar de aventura durante cuatro días.
Tomé un autobús que en unas nueve horas (luego serían 11 y media) me llevaría a Quito, donde el domingo iba a encontrarme con Javi. El paisaje de esta zona es muy curioso, me recuerda muchísimo a África, pues aquí el árbol predominante esla Ceiba , muy parecido al baobab africano, pero a diferencia de este tiene unas grandes raíces con contrafuertes aéreos que le dan un aspecto muy curioso. Estaba encantado con estos bosques tropicales secos.
Pero lo peor estaba por llegar. No sé cuál fue mi error ni en que momento bajé la guardia, pero de repente me dí cuenta de que me habían robado la cámara de fotos. Miré una y otra vez en la mochila hasta que tuve que aceptar que no estaba allí, que alguien me la había quitado. Se me cayó el mundo a los pies. Era una cámara muy buena, potente y de calidad, pero además tenía mucho valor sentimental para mi. Me la regaló Esther hace dos cumpleaños, se gastó una pasta en ella con mucho esfuerzo y ahora había desaparecido. Debió ser en alguna de las paradas del autobús en Portoviejo o Chone. Yo me bajé del bus para estirar las piernas, comprar agua y algo de comer y allí se quedó. Las estaciones de autobuses como sabréis los viajeros que me leéis son un lugar peligroso pues la gente anda con prisas o no presta toda la atención necesaria y suelen estar plagadas de carteristas y descuideros. Lo sabía, pero estaba relajado. Y estos tipos son muy hábiles. Yo ni me enteré hasta que cuando fui a hacer una foto desde el bus vi que la cámara ya no estaba en su sitio. En fin, que me quedé sin mi querida cámara.
Pero lo peor es que también se llevaron la tarjeta con todas las fotos de Puerto López. De repente mis fotos del avistamiento de ballenas, de los días de pesca, del desembarco y despiece de los peces espadas y tiburones, las fotos de la cherna y de las islas de Salango y los islotes del mar, de mis amigos los pescadores habían desaparecido para siempre. Cámara siempre me podré comprar otra aunque no sea mi querida cámara, pero las fotos y los momentos que recogían son irrepetibles. En fín, qué sé yo, más se perdió en Cuba pero que le vamos a hacer para mí fue una pequeña tragedia, casi hubiera preferido que se me hubieran llevado el dinero. Ahora no tengo cámara para la próxima etapa del viaje:la Amazonía , la reserva faunística de Cuyabeno.
Bueno, pues tras un día tan triste para mí, hoy me fui a poner denuncia en Quito. Intentaré que la aseguradora me pague algo, en estos casos dan un máximo de 300 euros y la cámara valía 650 pero si me las dan podré comprar otra aunque no sea tan buena.
Me marearon un poco, de la policía de la estación de bus me mandaron a la policía judicial y estos me dijeron que tenía que poner la denuncia en la provincia donde se había cometido el robo, ya ves, me pillo otro autobús y vuelvo a recorrer 10 horas de trayecto les dije... y al final la policía turística se encargó de formular la denuncia y darme la copia para la aseguradora que al fin y al cabo es lo que me interesaba.
Por la tarde estuve en un parque de Quito viendo el tremendo ambiente que hay en él. Por un lado lo típico, mucha gente haciendo deporte y jugando al futbol, pero luego había grupos de música tradicional, humoristas, cómicos y muchos vendedores de artesanía.
Javi se retrasa. Me ha enviado un mail y me ha dicho que por fin ha hecho cumbre en el Cotopaxi. Bravo, enhorabuena campeón, ya tienes un 6300 y un 5900 en tu curriculum. Pero está agotado, se echará una siesta en Latacunga y acudirá esta noche a Quito.
Yo aprovecho y paseo por las calles de noche. Ya no me da miedo. Ya no me pueden robar la cámara y la verdad es que Quito está demasiado tranquila. Casi todo está cerrado. Acaban de terminar las fiestas de su fundación, el 6 de diciembre es el día grande y fin de fiesta y la ciudad parece estar pasando la resaca. Ha habido fiesta, música en la calle, desfiles, carnaval y hombre como no.... la feria taurina. Hoy he visto en la tele las ostias que hubo de las manifestaciones antitaurinas con los antidisturbios, vaya ostias, como en los mejores tiempos del país vasco.
Bueno, si Quito de día me pareció una de las ciudades más bellas que he visto, por la noche es la ostia. La iluminación de su casco histórico está hecha a conciencia y las plazas, iglesias y monumentos relucen magistralmente dando un aspecto casi de cuento a la ciudad. La verdad es que le han sabido sacar muchísimo partido y viendo esto uno comprende rápidamente porque es Patrimonio dela Humanidad. Lástima mi cámara, hubiera tomado unas muy buenas fotografías nocturnas. Otra vez será.
Hasta aquí os cuento hoy. Mañana haremos los preparativos para marcharnos a Cuyabeno.
Besos para todos.
Holaaaaa ¿cómo estáis? Bueno, lo primero daros las gracias a los que os gusta tanto mi relato, sobre todo a los que decís que esperáis con ganas la siguiente entrega ja,ja...
La primera noche de fiesta en Puerto López me defraudó un poco. Yo esperaba una gran fiesta, una verbena salsera y baile loco, pero en vez de eso pues fue lo típico de las fiestas de un pueblo, entrega de trofeos a los campeones de basket, atletismo, ajedrez, etc... homenaje a las reinas de las fiestas, teatros de grupos de escolares, por cierto los crios pequeños representaron una obra muy curiosa sobre la invasión de los españoles, en fin, que me retiré pronto.
Al día siguiente me fui a pescar al curricán, técnica de pesca en la que con una lancha motora arrastras un señuelo artificial para provocar el ataque de grandes depredadores del mar como atunes y peces espada. Me fui con el ya mi buen amigo Colón, un hombre que podría estar horas y horas contándote historias de marineros y pescadores, que conoce el mar como la palma de la mano tras cuarenta y tantos años como pescador tanto en López como en Galápagos. Hicimos los preparativos y nos fuimos los dos solitos a recorrer el mar, al principio cerca de los acantilados donde suele haber chernas y peces sierra y luego nos internamos unas dos millas mar adentro en busca de los islotes y bancos de roca donde suelen habitar estos bicharracos. A mitad de mañana tuve una picada, dios, fue como si hubiese enganchado una piedra, me dio un fuerte tirón en la mano que me arrancó el sedal (no pescábamos con caña, sino a la antigua usanza, con el sedal en la mano) y luego comenzó la lucha con el pez. La emoción me embargaba, qué tipo de pez habría enganchado ¿sería un tiburón, una sierra, una cherna, un jurel, o acaso el tremendo y combativo pez espada? Este último no iba a ser pues aunque el animal tiraba no presentaba tanta batalla, Colón me dijo que el pez espada puede tenerte durante horas luchando y que puede llegar a agotar a tres hombres turnándose para sacarlo. Al cabo de unos minutos conseguí atraerlo hasta la embarcación. Era una enorme cherna de unos 15 kilos de peso y sobre el metro veinte de largo. Era un pez precioso. Necesitamos un garfio para poder subirlo a la embarcación. Los dos nos pusimos muy contentos, ese pez era una buena ración de comida o valdría un buen dinerito en el mercado. Seguimos pescando y recorriendo mar, pero ya no hubo más suerte, ooooohhhh, no volvieron a picar. Lo que sí que fue un muy buen paseo, durante horas recorrimos el mar, sus corrientes, sus islotes plagados de piqueros de patas azules y pelícanos. Luego fuimos a isla Salango, una preciosa isla con un paisaje muy parecido al de Galápagos y lugar favorito de las ballenas jorobadas para dar a luz, pues sus someras aguas de apenas
Estas aguas son muy ricas pues aquí se juntan la corriente de Humboldt, fría y proveniente de
Me contó Colón que en estas aguas hay piratas. Yo sabía de la existencia de piratas en los mares de Indonesia, Malasia y en el cuerno de África, en las costas de Yemen, Somalia y Omán, pero no sabía que también los hay por aquí. Aquí se dedican al robo de los motores fuera borda, la pesca y si les gusta tu barca pues también se la llevan, o sea que imagínate lo que pasa contigo. Si no se llevan la barca te dejan atado a la deriva hasta que alguna otra barca te encuentre. A veces hay muertos, la mayoría de las veces no. Tiene que ser terrible, la verdad. También alguna vez desaparecen los recolectores del espongilus, una especie de vieira que se coge por aquí, devorados por grandes tiburones. Suelen ir en unos botes pequeños llamados bongos, que no les protegen de los tiburones además de que tienen que bucear hasta el fondo para encontrarlos.
Luego, volviendo ya a López, paramos a pescar otros peces mas pequeños y saqué unos cuantos ejemplares de bonitas chernitas, chivas, cabrillas y algún que otro pez holandés. Fue una mañana deliciosa. Volviendo a la playa Colón preparó
Me invitó Wiston a cenar con ellos. Prepararon parte de la cherna y estaba espectacular. Un sabor buenísimo y una consistencia carnosa y tierna a la vez. Muy buen pescado la verdad. Pude ver de cerca la vida de una familia allí, la precariedad de su casa y sus servicios, como parte de los hijos hacen de padres para los hermanos mas pequeños, pero pude sentir el calor y la cordialidad de estas gentes. Fue muy entrañable.
Por cierto probé uno de los mejores platos que he comido en Ecuador: los camarones en salsa de maní, que traducido a nuestro español son gambas con salsa de cacahuete. Qué extraño y delicioso sabor. Tendré que prepararlo a la vuelta, aunque en España no creo que encuentre el cacahuete crudo sin tostar, que es ingrediente fundamental.
Luego me fui al baile y ese día si que había salsa, pero la verdad, estos ecuatorianos, por lo menos los de ese pueblo bailaban con muy poca gracia y hasta yo que no tengo ni idea de bailar creo que lo haría mejor que ellos. Bueno, pues como me dieron plantón los pescadores me fui prontito de allí.
Gracias Puerto López por estos cuatro días tan estupendos que pasé aquí, gracias por todas las maravillas naturales que contemplé en tus aguas, gracias por la cordialidad de la gente que ya me trataba como si fuera de allí, gracias a todos los amigos que conocí. Siempre será un sitio especial para mí y si alguna vez vuelvo a este país ya sé donde tengo que acudir. Eso sí, intentaré que sea en julio o agosto para ver el cortejo de las ballenas jorobadas.
El día siguiente, sábado, iba a ser un día triste para mí. Primero por la pena con la que me iba del que había sido mi hogar y lugar de aventura durante cuatro días.
Tomé un autobús que en unas nueve horas (luego serían 11 y media) me llevaría a Quito, donde el domingo iba a encontrarme con Javi. El paisaje de esta zona es muy curioso, me recuerda muchísimo a África, pues aquí el árbol predominante es
Pero lo peor estaba por llegar. No sé cuál fue mi error ni en que momento bajé la guardia, pero de repente me dí cuenta de que me habían robado la cámara de fotos. Miré una y otra vez en la mochila hasta que tuve que aceptar que no estaba allí, que alguien me la había quitado. Se me cayó el mundo a los pies. Era una cámara muy buena, potente y de calidad, pero además tenía mucho valor sentimental para mi. Me la regaló Esther hace dos cumpleaños, se gastó una pasta en ella con mucho esfuerzo y ahora había desaparecido. Debió ser en alguna de las paradas del autobús en Portoviejo o Chone. Yo me bajé del bus para estirar las piernas, comprar agua y algo de comer y allí se quedó. Las estaciones de autobuses como sabréis los viajeros que me leéis son un lugar peligroso pues la gente anda con prisas o no presta toda la atención necesaria y suelen estar plagadas de carteristas y descuideros. Lo sabía, pero estaba relajado. Y estos tipos son muy hábiles. Yo ni me enteré hasta que cuando fui a hacer una foto desde el bus vi que la cámara ya no estaba en su sitio. En fin, que me quedé sin mi querida cámara.
Pero lo peor es que también se llevaron la tarjeta con todas las fotos de Puerto López. De repente mis fotos del avistamiento de ballenas, de los días de pesca, del desembarco y despiece de los peces espadas y tiburones, las fotos de la cherna y de las islas de Salango y los islotes del mar, de mis amigos los pescadores habían desaparecido para siempre. Cámara siempre me podré comprar otra aunque no sea mi querida cámara, pero las fotos y los momentos que recogían son irrepetibles. En fín, qué sé yo, más se perdió en Cuba pero que le vamos a hacer para mí fue una pequeña tragedia, casi hubiera preferido que se me hubieran llevado el dinero. Ahora no tengo cámara para la próxima etapa del viaje:
Bueno, pues tras un día tan triste para mí, hoy me fui a poner denuncia en Quito. Intentaré que la aseguradora me pague algo, en estos casos dan un máximo de 300 euros y la cámara valía 650 pero si me las dan podré comprar otra aunque no sea tan buena.
Me marearon un poco, de la policía de la estación de bus me mandaron a la policía judicial y estos me dijeron que tenía que poner la denuncia en la provincia donde se había cometido el robo, ya ves, me pillo otro autobús y vuelvo a recorrer 10 horas de trayecto les dije... y al final la policía turística se encargó de formular la denuncia y darme la copia para la aseguradora que al fin y al cabo es lo que me interesaba.
Por la tarde estuve en un parque de Quito viendo el tremendo ambiente que hay en él. Por un lado lo típico, mucha gente haciendo deporte y jugando al futbol, pero luego había grupos de música tradicional, humoristas, cómicos y muchos vendedores de artesanía.
Javi se retrasa. Me ha enviado un mail y me ha dicho que por fin ha hecho cumbre en el Cotopaxi. Bravo, enhorabuena campeón, ya tienes un 6300 y un 5900 en tu curriculum. Pero está agotado, se echará una siesta en Latacunga y acudirá esta noche a Quito.
Yo aprovecho y paseo por las calles de noche. Ya no me da miedo. Ya no me pueden robar la cámara y la verdad es que Quito está demasiado tranquila. Casi todo está cerrado. Acaban de terminar las fiestas de su fundación, el 6 de diciembre es el día grande y fin de fiesta y la ciudad parece estar pasando la resaca. Ha habido fiesta, música en la calle, desfiles, carnaval y hombre como no.... la feria taurina. Hoy he visto en la tele las ostias que hubo de las manifestaciones antitaurinas con los antidisturbios, vaya ostias, como en los mejores tiempos del país vasco.
Bueno, si Quito de día me pareció una de las ciudades más bellas que he visto, por la noche es la ostia. La iluminación de su casco histórico está hecha a conciencia y las plazas, iglesias y monumentos relucen magistralmente dando un aspecto casi de cuento a la ciudad. La verdad es que le han sabido sacar muchísimo partido y viendo esto uno comprende rápidamente porque es Patrimonio de
Hasta aquí os cuento hoy. Mañana haremos los preparativos para marcharnos a Cuyabeno.
Besos para todos.
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