sábado, 7 de mayo de 2011

Crónicas de Tailandia 1: "Bangkok, la ciudad que nunca duerme"‏

Crónicas de Tailandia1: Bangkok, la ciudad que nunca duerme‏

Jueves, 13 de noviembre de 2008

    Hola a todos


    Un nuevo viaje acaba de comenzar, esta vez a mi querido sudeste asiático. Tailandia no era un país preferente en mi lista de países a visitar, pero una vez que las circunstancias nos llevaron a elegir este destino, empecé a informarme y cuanto más leía más ganas de venir tenía. Mi concepto sobre este país cambiaba día a día y ahora aquí estoy, y parece que no vaya a defraudarme en absoluto.

    Ayer encontré sin dificultades a Javi, mi compañero de viaje, pues vinimos en vuelos distintos y a pesar de la enormidad de este aeropuerto y de las horas de diferencia de nuestros vuelos, allí estaba esperándome en una sala. Cuando el taxi desde el aeropuerto se acercaba a la ciudad comprendí que Bangkok iba a ser una ciudad muy distinta a las que conocía hasta ahora. Las modernas autopistas nos acercaban poco a poco hasta una ciudad con un skyline muy futurista, las siluetas de los enormes rascacielos se superponían continuamente unas a otras en una sucesión que emocionaría a cualquier amante de la arquitectura vanguardista.  A los pies de estos gigantes podemos encontrar el típico mercadillo asiático de pescados secos que pueden olerse a la distancia, pero el horizonte está dominado por estos espectaculares edificios.

     Una vez que encontramos un hotel nos fuimos de reconocimiento por las calles aledañas. Al principio parecía un poco confuso pues todas las calles nos parecían similares, con sus cientos de puestecillos y kioscos callejeros,  pero luego nos orientamos rápidamente. Resulta que ayer era una festividad tailandesa: el Loi Kratong, es una festividad que conmemora la luna llena de noviembre (aun no sé qué exactamente) pero la gente fabrica unas pequeñas ofrendas circulares a base de flores, incienso y velas y van a los ríos del país, donde las echan para que se las lleve la corriente y les traiga la buena suerte. Las calles se abarrotan de puestecillos donde confeccionan estas ofrendas y las calles cercanas al río (como la de nuestro hotel) se llenan de miles y miles de personas que se acercan al río para hacer sus ofrendas y saber qué les traerá el futuro. La mayoría echa su ofrenda al río y como cae boca arriba se van contentos porque eso augura buena suerte. Alguno tiene la mala fortuna de que su ofrenda se da la vuelta, entonces se va rápidamente y con cara preocupada. Aguas abajo, algunos buscavidas se lanzan a las embravecidas aguas de este gran río y "pescan" las ofrendas de otros, supongo que para revenderlas más tarde.

      La gente se agolpa en las orillas del gran río que atraviesa Bangkok. Al fondo los puentes colgantes gigantescos y los altos edificios de la orilla de enfrente ponen el contrapunto de modernidad frente a esta ancestral costumbre pagana.
De repente vemos que hay una especie de cabalgata. Remontando el río empiezan a venir barcos profusamente decorados con bellos diseños hechos de diminutas lucecillas de colores. Unos representan dragones que echan fuego, otros nubes azules y plateadas, otros brillantes y dorados templos de tipo laosiano... cada uno lleva su propia música y sus diseños son excelentes. Es un espectáculo realmente sorprendente, parecido a la cabalgata de reyes pero a lo grande y de tipo fluvial. 
       Luego el cielo se llena de multitud de brillantes y rojizas estrellas, que se mueven rápidamente, creando y deshaciendo innumerables constelaciones en un momento. Pero, ohhh, no son estrellas,  son globos de papel en los que ponen una especie de antorchas y eso los hace elevarse muy altos en el cielo. Es un espectáculo muy bonito. Pensaba que no iba a ver lo de estos grandes globos pues me habían dicho que esto se hacia en una ciudad del norte llamada Chiang Mai, pero sorpresa, en Bangkok también lo hacen. La verdad es que el cielo está precioso, lleno de cientos de estas lamparitas ascendentes.
       El ambiente era muy festivo, las calles abarrotadas de gente yendo y viniendo, centenares de puestecillos de comida y bebida. En los parques de la orilla del río había espectáculos, desde conciertos y bailes hasta artesanos haciendo pasteles tradicionales. Grandes flores de loto iluminadas decoraban los parques, en fin, que se estaba de maravilla, mejor recibimiento no pudimos tener en Bangkok.

      También probamos la excelente comida tailandesa en los numerosos restaurantes que llenan las calles. Cualquiera se resiste a comer aquí, te llevan la comida hasta la misma calle con lo cual es difícil pasear sin que te apetezca probar algún plato.

      Jueves 13, segundo día

     Hoy nos levantamos con la intención de recorrer los principales monumentos de Bangkok. La idea era empezar por el Gran Palacio, pero antes de llegar nos topamos con el mercado de los amuletos y decidimos visitarlo primero. Las calles estaban llenas de tenderetes repletos de figuras de Buda y de dioses hindúes, relicarios, medallones, dientes ¿de tigre? tallados, anillos de lo que parecían ser gemas preciosas, y todo  flanqueado por numerosas tiendas de remedios medicinales tailandeses cuyos nombres y cometidos desconocemos, al estar etiquetado todo en el incomprensible lenguaje thai. Como en esta zona no hay mucha gente que hable inglés nos quedamos con las ganas de saber para qué sirven estos remedios.
  
     Luego nos vamos hacia el Palacio Real, y cuando llegas impresiona la belleza de los tejados que asoman sobre los muros, pero no podemos entrar. Alguien nos dice que ha muerto una de las hijas del rey y hay una ceremonia, nos mandan a otra puerta. En la otra puerta nos mandan a la anterior y al final después de discutir con los guardias de la puerta el grupillo de turistas que nos agolpábamos para entrar, nos mandan a otra puerta distinta donde nos aseguran que podremos entrar a la una del mediodía.
     Aguardamos pacientemente la media hora que falta y mientras van llegando más y más turistas. Los vendedores de pareos, camisas y faldas hacen el agosto, pues no te permiten entrar al palacio con pantalones cortos ni camisetas de tirantes, ni nada que deje asomar un poco de carne. Nosotros lo sabíamos y veníamos preparados, y los demás turistas deberían saberlo (lo pone claramente en las guías) pero allí están con el atuendo como si fueran a Benidorm.
     Finalmente nos dejan entrar, los edificios son majestuosos y de un refinado impresionante, pero cuando vamos a  atravesar la segunda muralla, los militares nos cierran el paso. No podemos entrar ¿pero que cachondeo es este?  Finalmente le pregunto a un empleado que me dice que precisamente hoy viene el rey para celebrar una ceremonia en la que cambian la ropa que cubre a un pequeño Buda de jade verde, que es de lo más sagrado del país. Esto se hace cada cambio de estación y vaya.... tenia que ser precisamente hoy que veníamos nosotros. Luego empiezan a llegar los invitados a la ceremonia, con sus trajes de jerifaltes y uniformes de gala y ya nos tenemos que ir. Finalmente nos enteramos que el Palacio estará cerrado 6 días al público por los rituales fúnebres de la hija del rey. En fin, lo tendremos que dejar para cuando volvamos a  Bangkok.
Pero luego nos vamos a visitar el Wat Pho, que es un templo y resulta increíble. En otro recinto amurallado se agolpan decenas de edificios exquisitamente decorados. Parece como un sueño, esto es la disneylandia budista. He visto mucha arquitectura y muchos templos, pero estos.... estos son sublimes. El detalle, la finura y la elegancia de sus diseños supera todo lo que he visto anteriormente. En uno de los edificios, con sus tejados de colores, rematados por ondulantes agujas de espejos de colores, se halla el Buda tumbado más grande de Tailandia, con sus 46 metros de largo y 15 de alto, todo cubierto de pan de oro, es impresionante, las plantas de sus pies representan en viñetas las diferentes etapas de la vida de Buda, hechas de madreperla. Las paredes tapizadas de frescos representando la vida monástica, palaciega y del pueblo a lo largo y ancho de toda su superficie, y el constante tintineo de las monedas cayendo a las pilas de ofrendas, una larga fila con 116 cuencos de limosna, donde tienes que echar una moneda en cada uno (son de muy poco valor). En fin, esto es lo primero que te encuentras y te apabullan las colosales dimensiones de lo que estás viendo.

     Luego el recinto se compone de otros edificios donde hay otros 4 Budas principales, alguno realmente magnifico, con unas increíbles filigranas de figuras a sus pies y otros menos impresionantes pero de grandes proporciones. Entre los jardines que te llevan de una parte a otra hay cientos de budas menores (dicen que es la mayor concentración de budas de Tailandia) y luego las 4 enormes agujas de unas estupas decoradas exquisitamente a base de cerámicas de motivos florales.  Los monjes con sus túnicas azafrán corretean por el lugar mientras que los monjes más ancianos se resguardan del implacable sol bajo las sombras de los exóticos árboles.
      Nos impresiona tanto el lugar que incluso Javi que no es muy dado a visitar templos no ha tenido inconveniente en tirarse allí dentro varias horas.

      Luego visitamos un pestilente mercado de pescados secos y finalmente tomamos un taxi barco express que recorre Bangkok río arriba, río abajo. El caudal es enorme y como el río esta bajo la influencia de las mareas marinas vemos que toda la zona cercana al río está inundada, los comercios exhiben sus mercancías y los restaurantes sus comidas pero dos palmos de agua inundan los locales. La gente lo ignora completamente, es un espectáculo muy surrealista, hay una tienda de tallas de madera y el vendedor esta allí sentado tranquilamente en su silla con el agua hasta las rodillas ja,ja,ja... casi que vendremos otro rato de compras ja,ja,ja...   Supongo que aunque las casas de esta zona están sobre pilotes el nivel del río ha crecido debido a que el fondo se ha ido rellenando de sedimentos o debido a la subida de los mares por el calentamiento global, no sé por qué, pero para esta gente será un gran problema.
      Finalmente llegamos a uno de los embarcaderos que se extienden por toda la ciudad y vemos que los barcos vienen realmente llenos. Parece mentira que no se hundan con tanta gente y con las grandes olas que tiene este caudaloso río.
      Al llegar el barco que va hacia la zona de nuestro hotel vemos lo fácil que es perderse dos personas. Hay dos chicas con pinta de alemanas que cuando el barco atraca en el muelle van a subirse a él. Primero suben unos monjes y luego una de las chicas. No ha hecho nada más que montar y el barco arranca a toda velocidad llevándose a una de ellas y dejando a la otra en tierra. Vale, nos quedamos atónitos porque nosotros también íbamos a subir pero ni tiempo nos dieron. Y piensas, bueno, ya subiremos en el siguiente barco y allí estará la amiga esperando.

    Y subimos, y mola un montón la sensación de ir en ese rápido autobús acuático, pero dos embarcaderos antes de llegar al nuestro, la otra alemana se baja del barco y pensamos que no van a la misma zona que nosotros. Pero cuando llegamos a nuestro embarcadero, Khao San, allí estaba la otra esperando. O sea, que se bajó sin saber donde tenía que hacerlo y allí se quedó supongo que perdida. Y todo por haberse separado fortuitamente y no saber a dónde tenía que ir....  O quizás es que quería perder a su amiga de vista, quién sabe ja,ja,ja..

    Bueno, aquí lo dejo hoy.  Hasta la vista...

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