martes, 14 de junio de 2011

Crónicas de Tailandia 8: El paraíso bajo la lluvia‏

                  lunes, 24 de noviembre de 2008

Cuando el revisor nos despertó eran aproximadamente las 6 de la mañana. Estábamos llegando a Thung Song, nuestro destino, donde tendríamos que tomar un autobús hasta Krabi, que es donde realmente íbamos. A pesar de lo básico de los coches cama en Tailandia, el viaje fue bastante cómodo y pudimos dormir casi bien.

      Lo malo es que cuando llegamos estaba lloviendo a cántaros. El monzón del nordeste había atravesado la costa  y azotaba también en el interior de la península de Malaca. Era curioso ver como la gente conducía sus motos con una mano mientras con la otra sujetaban el paraguas. Cogimos unas moto-taxi para que nos llevaran a la estación de autobuses, los conductores nos tapaban con sus grandes chubasqueros transparentes, envolviéndonos en una especie de burbuja plástica, que me hacían partirme de la risa al ver a Javi y Alberto con tal atuendo. Por supuesto ellos reían igualmente de verme a mi así, vestido de esta guisa.

    Mientras desayunábamos pudimos comprobar los diferentes rasgos raciales de esta gente respecto a sus compatriotas del norte. Son mucho más morenos y sus rasgos son del tipo malayo. Se nota la cercanía a este país y el intercambio racial entre los pueblos del mar de Andamán. La isla indonesia de Sumatra está bastante cerca de aquí y también se ven influencias de este país.
   Durante el trayecto en autobús a Krabi, atravesamos grandes zonas de jungla y salvajes montañas verticales, cubiertas de vegetación hasta la cima a excepción de grandes paredones calizos donde nada podía crecer. El paisaje se iba volviendo muy agreste e impresionante. Alguna casita crecía junto a la carretera, y los rebaños de cebúes pastaban entre las lindes de los bosques.

    Llegamos a Krabi. La ciudad en si es poco especial. No es muy distinta del resto de ciudades que hemos visto (a excepción de Bangkok, claro). Son muy poco llamativas y bastante monótonas. Las casas de 2 o 4 plantas se alinean junto a las carreteras, los bajos son tiendas y talleres, y los carritos de comida ambulante terminan de componer la escena. Luego, de la carretera principal surge un grupo de calles más o menos complejo y un poco más allá grupos de casas se desperdigan por los campos adyacentes. Es un modelo de ciudad que se repite por todo el país, prácticamente son todas similares y llaman poco la atención. Aunque Krabi es un poco diferente, pues si alzas la vista verás que está rodeada por paredones verticales que le dan un aspecto muy pintoresco. La entrada a su bahía está flanqueada por dos pináculos de roca revestida de jungla, totalmente inclinados que le dan un toque muy distintivo. Las barcazas y barcos rápidos esperan en el muelle para llevar a los viajeros a las islas y playas que se desperdigan por toda la bahía. Algunas de estas playas encerradas entre grandes paredones solamente son accesibles por mar, no hay carreteras ni caminos hasta ellas.



 Después de buscar alojamiento y comer nos vamos a la playa de una pequeña pero famosa localidad que esta muy cerquita de aquí: Ao Nang. Al llegar nos damos cuenta de que por fin hemos llegado al paraíso. Este es el motivo por el que millones de turistas vienen todos los años a este país. Sus playas son increíbles, de postal.
     La lluvia cesó a mitad de mañana y no luce el sol (afortunadamente, pues si no íbamos a terminar abrasados el primer día ). Esto hace que los colores no sean todo lo intensos que puedes ver en las fotos y postales sobre esta zona. Pero aun así la belleza es espectacular. Mires a donde mires, los islotes verdes asoman por todas partes y los más lejanos se ven de un tono gris azulado contra el fondo, dominado por el perfil de la más famosa isla tailandesa: Ko Phi Phi, la isla del paraíso, meca para multitud de submarinistas y playas de lo mejorcito del mundo. Habrá que hacerle una visita, pero esperaremos a ver si el tiempo mejora un poco para verla en todo su esplendor.

     Cuando te das la vuelta y miras hacia el interior, una franja de un verde intenso arbolado se extiende hasta los altos paredones de caliza marrón y negra que encierran esta localidad. Es tremendo, de repente eres consciente de que venir hasta aquí ha valido la pena. De que venir a esta zona de Tailandia en lugar de ir hacia el norte ha sido una gran decisión ¿quién no querría vivir en un lugar de esta belleza? Esperemos que el tiempo mejore y nos dé un poco de tregua, nos quedan 15 días aquí y esperamos que entre lluvia y lluvia, el sol luzca para poder ir a bucear a los arrecifes coralinos.

      Paseamos por las arenas blancas y la marea está baja, aunque justo en ese momento vemos que empieza a subir. El suelo está lleno de pequeñas bolitas de arena que forman curiosos dibujos. Hay multitud de pequeños agujeros entre los dibujos de arena. Los han creado los cangrejos. Los hay a miles. Son unos pequeños cangrejos de patitas rojas y pinzas blancas los que han formado estos dibujos al excavar la arena. Durante la marea alta se entierran para ponerse a salvo de los peces depredadores y cuando la marea baja, excavan los túneles para salir a la superficie y van sacando la arena en pequeñas bolitas que van poniendo alrededor del túnel formando estos dibujos al azar.


   La temperatura del agua es increíblemente alta. Es una sopa, un baño caliente. Muy, muy caliente. Al entrar en el agua tienes la sensación de que estás entrando en una bañera de agua caliente. La arena es finísima.
      Luego, al caer la tarde, los tonos rojizos y rosáceos se apoderan del paisaje, dándole un toque aun más exótico al lugar. Los tailandeses se bañan completamente vestidos, los pescadores de playa extienden las redes para atrapar los pequeños peces de la orilla, los barcos empiezan a volver a puerto, recortando sus negras siluetas contra el fondo rosáceo. Es maravilloso estar aquí. Se respira paz y armonía.


     Por la noche mientras cenamos en el mercado nocturno, al aire libre, encontramos un grupo de cinco españolas que se han ido juntando durante su gran viaje. Van a estar un año viajando. Empezaron el la India, ahora están aquí y luego llegarán hasta Indonesia. Eso es viajar y lo demás tontadas.
      Bueno, el caso es que ellas venían de Ko Tao, la isla donde queríamos ir antes de venir aquí, y nos contaron lo mal que estaba el tiempo allí en el Golfo y que casi no habían podido abandonar la isla, pues con el fuerte oleaje apenas circulaban los ferries. Lo que me temía, que si íbamos allí, además de no poder hacer nada corríamos el riesgo de quedarnos atrapados ante lo difícil de la navegación.

    Bueno, hoy es el segundo día aquí y el tiempo ha empeorado. Lleva toda la mañana lloviendo, o sea que por el momento no habrá playita. Pensábamos haber cogido una barca rápida y haber ido a Railay, la perla de este lugar, unas paradisíacas playas a las que sólo se puede llegar por mar al estar flanqueadas por escarpados paredones. Intentaremos llegar mañana, hoy a ver qué depara el día.




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