miércoles, 25 de mayo de 2011

Crónicas de Tailandia 7: Danmonaek Sanuk‏

sábado, 22 de noviembre de 2008

El calor en el ciber es asfixiante. Los ventiladores del techo apenas pueden aliviar un poco esta sensación sofocante. Claro,  la verdad es que aparte de la tórrida temperatura que hace ahí afuera en la calle, estamos como unas 40 personas dentro del ciber, y al calor humano hay que añadirle el que desprenden tantos ordenadores funcionando sin parar. La mayoría son niños y adolescentes. Es sábado por la tarde y aquí están. Hoy no hay colegio. Se dedican a jugar a videojuegos y a chatear.

    Hemos llegado de nuevo a Ratchaburi. Pero tenemos que esperar aquí unas cuantas horas. Hemos sacado billetes para el tren nocturno que nos llevará hacia el sur, a la ciudad de Krabi. En el último momento hemos decidido cambiar de destino. Vimos que en el Golfo de Tailandia estaba haciendo muy mal tiempo. Ha entrado el monzón del nordeste y parece ser que está pegando fuerte, con intensas lluvias, fuertes vientos y olas de 4 metros. Pensábamos haber ido a la isla de Ko Tao, pero no va a ser el mejor momento. O sea que probaremos suerte en el Mar de Andamán. Seguramente algo del monzón también llegara hasta esa costa, pero por lo menos estaremos en el continente, no en una isla. Siempre será más fácil moverse y hacer más variedad de cosas que en una isla, donde además, si el tiempo empeora nos quedaríamos atrapados hasta que pudieran navegar los ferries. No sé, me apetecía mucho ver Ko Tao, pero hay que sopesar la situación y además toda la zona de Krabi dicen que es super espectacular también. Si da tiempo, pasaremos al Golfo a la vuelta, de subida a Bangkok, pero ya se verá, pues aquí en la bahía de Phang-Nga  hay muchas cosas para ver. Este es un país muy grande, de la misma extensión que España, y no se puede ver todo lo que uno quiere en apenas un mes. Hay que elegir.


    Esta mañana estuvimos en el mercado flotante de Danmonaek Sanuk. Una barca motorizada nos recogió en un muelle cercano al hotel y desde allí navegamos varias calles hasta donde empieza el mercado. Era muy temprano, sobre las 7 de la mañana y la gente salía de sus casas sobre pilotes y bajaban las cortas escalinatas hasta los canales para asearse. Unos lavaban la ropa allí en el río, otros fregaban los platos, otros se cepillaban los dientes. Parece ser que en sus casas no debe haber agua corriente y usan el canal para fregar. El canal era de aguas turbias y flotaban restos de vegetación. Esta zona es más pobre que otras que hemos atravesado y las casas se ven mas básicas, de madera ennegrecida por el humo y el paso del tiempo y sus tejados de zinc se ven oxidados. Pero no os creáis que por ello la gente tiene aspecto de más pobre o descuidan su higiene. Es simplemente una forma de vida. Supongo que siempre fue así en este pueblo y así sigue. Las casas todas tienen su antena de televisión y salvo el aspecto de las casas no parece que pasen necesidades. No es más rico quien más tiene sino quien menos necesita.

    Poco a poco fueron apareciendo barcas taxi llenas de gente, muchas mujeres y niños pequeños que iban a hacer la compra en este curioso mercado. Al doblar una esquina, el mercado apareció en todo su esplendor. Docenas de barcas ocupaban toda la superficie del agua en una frenética mañana de mercado. Las señoras vestidas de coloridos ropajes remaban como podían entre todo ese jaleo. Las barcas rozaban unas con otras, pues el espacio disponible para moverse era muy escaso. Sus gorros redondos de paja, les daban un aspecto muy pintoresco mientras remaban. 



    Era un espectáculo muy colorista y lleno de movimiento. Unas barcas transportaban plátanos y frutas del dragón, de color rosáceo. Otras, cocos verdes para beber su jugo, más allá, pomelos. En otras, frutas que ni sé cómo se llaman pero de un intenso colorido. Otras señoras llevan fogones en las barcas y van preparando las comidas, fideos, arroz, tortitas, soja, pollo frito, buñuelos, plátano frito e incontables platos y especialidades tailandesas... En otras llevan bebidas y café. Aprovechamos mientras navegamos para desayunar. Y así vamos recorriendo los distintos canales, en unos hay poca actividad, pero en las calles centrales hay un auténtico frenesí. En el centro de estos canales hay un mercado convencional, es decir, sobre suelo firme. Allí hay varadas muchas barcas que comercian con las otras barcas y con los que vienen a pie. En el centro del mercado están los vendedores de ropa y artesanías.


  Desembarcamos, subimos a un puente y vemos la actividad desde la altura. Visto desde arriba el movimiento y el colorido crean una sensación caleidoscópica. El olor a comida y especias impregna el aire. Las sopas humeantes y los fritos en las grandes sartenes hacen rugir nuestros estómagos. Es uno de los mercados más sorprendentes y coloristas que he visto. Muy agradable de visitar. A pesar de que ayer no vimos ningún turista en la ciudad, hoy vemos unos cuantos, no demasiados pero si que han venido a ver este espectáculo. Creemos que han venido de propio a pasar el día y que no han pernoctado en la ciudad.
    Y luego las dificultades para volver a Ratchaburi. Hoy no había autobús directo, ni siquiera las pick-up han hecho el recorrido directo y nos han internado por rutas desconocidas y pueblos que vaya usted a saber dónde estaban. Esto pasa por intentar ahorrar dinero. Me molesta un poco la actitud de Javi que no quiere gastar ni un céntimo de euro más de lo imprescindible para sobrevivir. Se lo toma como una competición a ver como gastar lo mínimo, mínimo posible, olvidándose del comfort y las facilidades que te proporciona gastar un poquito más. Me parece bien que no quiera derrochar, pero tampoco se puede viajar así de apretado, pues por ahorrarte 2 euros te pasas el día dando vueltas en lugar de haber pillado un taxi directo, que tampoco es mucho más caro. En fin, otro año tendré que decirle a quien viaje conmigo cuánto está dispuesto a gastar para ver si llevamos el mismo plan ja,ja,ja... Que si no se pasa el tiempo uno haciendo cambios para ahorrarte cuatro perras a lo largo del viaje. No vale la pena, no es dinero.
 Al final hemos tenido que coger dos pick-up, pero llegamos finalmente a la estación de tren. Eso si, tenemos 7 horas por delante hasta coger el tren nocturno con literas, que en unas 10 u 11 horas nos llevará a Thung Song, la ciudad más cercana a Krabi por la que pasa el tren.

    El tiempo pasa lentamente, aún quedan 3 horas. Parece que en la calle ya no se ve sol y el viento mece las hojas de los árboles. Seguro que ha bajado la temperatura. Saldré a caminar un poco.

lunes, 23 de mayo de 2011

Crónicas de Tailandia 6: El ferrocarril del Infierno

    Viernes, 21 de noviembre de 2008

La via circula y cruza constantemente el río Kwai
     El run run del trenecito mece nuestros cuerpos todavía medio dormidos a estas tempranas horas de la mañana. En cuanto dejamos Kanchanaburi, las calles llenas de motos y coches, llenas de comercios, de vendedores ambulantes y de extraños artilugios de transporte fueron sustituidos por los tranquilos y apacibles campos de arroz que se aferraban a la vía del tren, como queriendo recuperar el espacio que hasta no hace mucho fue suyo.

      Las ondulantes montañas cubiertas de jungla hasta sus cimas rompían el horizonte de la mañana, y el tren atravesaba cortes en las rocas y vetustos puentes de madera y acero que salvaban los cortes sobre el río Kwai. Esos cortes y esos puentes, esos raíles que tantas vidas humanas costaron.

     Parece mentira que esto hace apenas 60 años  fuera el infierno, en realidad esta línea de  tren ha sido bautizada como el Ferrocarril del Infierno, pues las sombras que proyectaban en las rocas los prisioneros iluminados por los faroles en la noche, hacían recordar a las almas en el infierno. Hoy, 60 años después, esto poco tiene que ver con aquella situación. En vez de campos de concentración, vemos cultivos de plátanos, arroz y ricino. Los pueblos que vamos atravesando conservan todo el encanto y tranquilidad propios de estas latitudes.  Hemos cogido el tren por puro gusto de viajar en tren, sólo la curiosidad de ver un poco más nos mueve, el gusto de viajar en tren a ninguna parte, al final de las vías. Y eso hacemos.


     Al llegar a Nam Tok, final de línea, el calor es abrasador (esto si que es un infierno) y como no tenemos intención de ir a las cascadas del no muy lejano parque nacional de Erewan, nos dedicamos a deambular por el pueblo y alrededores y subimos a una cueva. Espero que esta vez no haya pulgas ja,ja,ja... No hay mucho que ver y hablamos con un monje (este de los de verdad) hasta que llega la hora de salida del tren de vuelta. Esta vez nos toca un tren más desvencijado y tartano, y el sonido de su traqueteo es ensordecedor. Los asientos y el suelo de madera nos hacen trasladarnos al pasado, y el hecho de que viajes con las ventanas y puertas abiertas le da un encanto especial que en España hace muchos años que perdimos (recuerdo nuestros primeros viajes en el Canfranero). Es ensordecedor, pero puedes hacer lo que quieras en el tren. Me gusta ponerme en la puerta abierta que separa los vagones y contemplar cómo el paisaje desfila a toda velocidad frente a mi.


      Viernes 21

     Dejamos Kanchanaburi. He visto las postales de los famosos mercados flotantes tailandeses. En la guía apenas habla de ellos. Miro las postales y veo que la ciudad en la que se encuentran los mercados sólo sale en los mapas de la guía, pero no hace ni un comentario sobre ella. Se la han dejado fuera y eso puede ser un atractivo especial, un viaje a un lugar desconocido fuera de las guías turísticas.
     Hoy vamos a explorar, llegaremos hasta allí a ver qué da de si. Tomamos el autobús que conduce hasta Ratchaburi, que es donde supuestamente está el mercado flotante y allí nos enteramos de que en realidad tampoco esta allí mismo, sino a 25 Km. y para ir tenemos que tomar un furgón pick-up. Es decir un transporte colectivo donde la gente sube y baja en cualquier punto de la carretera. Nos toma casi hora y media hacer los 25 Km. pero la verdad es que lo pasamos muy bien. Por aquí no se ven turistas y eso se nota. La gente nos mira con curiosidad y bromean sobre nosotros. Hay muy buen rollo. La conductora de la camioneta flipa con los pelos de mis brazos. Claro, es que ellos apenas tienen vello en el cuerpo. La moda imperante aquí es estar blanco de piel y para ello se tapan casi completamente y en vez de bronceadores utilizan cremas blanqueadoras. El mundo al revés.

    Por fin llegamos a la ciudad que tiene un nombre muy raro. No podria ni indicar en un mapa donde estoy ahora exactamente, pero vamos, un poco en el culo del mundo. Bueno, aquí no hemos visto ni un turista ni medio en todo el día. La oficina de información turística estaba cerrada y nos hemos orientado por las indicaciones de un policía. Menos mal que Alberto habla un poco de Thai, porque aquí de inglés, nada de nada.



Almacén de plátanos junto a un canal
 Al final hemos encontrado un hotel (me siento como los pioneros de Lonely Planet, viajando sin saber a dónde vas, ni qué vas a encontrar, qué tiempos aquellos...) porque sólo debe haber 2 o 3 en la ciudad. Es para verlo, ja,ja,ja... increíble. No hay nadie, estamos completamente solos aquí. Es enorme, parece un hospital, o una escuela y tiene cierto aire de hotel soviético.  Las habitaciones son super espaciosas y por cuatro perras. En fin, una maravilla.

    Las dificultades empiezan a la hora de comer, pues aquí no hay ningún sitio para comer medianamente adaptado a lo occidental, pero no importa, estamos acostumbrados ya a la comida Thai de verdad (la que abrasa la boca) y nos adaptaremos.

    Pasear por las calles es un deleite. Todo el mundo nos mira, bromean, se sorprenden y algunos que balbucean un poquito de inglés se acercan a intentar hablar con nosotros. Los niños nos saludan y nos dicen Hello, y si les contestas “saw wadi kap” los tíos se ríen que no veas. Es increíble lo que puede hacer que un sitio no salga en la guía. Es como si no existiera para los turistas y permanece virgen o casi. Porque no nos engañemos, seguro que mañana en el mercado flotante veremos alguno o quizás muchos turistas, pero no hoy.

    Por la tarde paseamos por mercados auténticos y por calles llenas de canales. Esto parece Venecia. Con sus calles fluviales y las barcas aparcadas en las puertas de las casas. Gente amabilísima que se desvive por indicarte lo que les preguntas y  con un encanto especial. Esto promete. Mañana veremos el mercado en todo su esplendor antes de internarnos en la península de Malaca, hacia el sur, para  encontrar nuestro próximo destino. La isla de Ko Tao.

    Hasta pronto, besos. Perdonad que escriba un poco en plan telegrama, pero aquí cierran prontísimo el cibercafé y tengo que correr para contároslo. No sé cuándo volveré a pillar un ciber y tenía que vaciar un poquito mi cabeza para dejar sitio a nuevos recuerdos. Otro día os cuento más.

Casas junto a las calles de canales


martes, 17 de mayo de 2011

Crónicas de Tailandia 5: La cueva de las pulgas

  Miércoles 19 de noviembre de 2008



     La noche fue lluviosa. Cuando despertaba podía oir la fina pero constante lluvia golpeteando el tejado de zinc, lavando esta tierra verde. La mañana amaneció con el cielo cubierto pero ya había parado de llover.

     Hoy decidimos alquilar unas bicis para salir de la ciudad y ver sus alrededores. También estaba la opción de alquilar un scooter, pero dado que amenazaba con seguir lloviendo no nos pareció buena idea.

     Carmen, como me has preguntado sobre la forma de vida de estas gentes, te diré que lo que he visto hasta ahora no es muy diferente de lo que puedes ver en Europa. Es decir, que no hemos visto nada que se salga de lo común. La forma de ganarse la vida pues... como en todas partes. Comerciantes, oficinistas, vendedores, dentistas, médicos, policías, dueños de negocios, dependientes, gasolineros, pescaderos, carniceros, recepcionistas y camareros, mecánicos, agricultores y artesanos... Como en todas partes. Supongo que habrá muchas zonas donde la vida sea más tradicional, pero no por estas zonas. Los poblados tienen luz eléctrica, internet y televisión. El carácter de la gente es muy tranquilo, vamos, bastante pachorrón. No los oyes discutir nunca, pues para ellos discutir y levantarse la voz agresivamente es una gran ofensa. Son muy reverenciales y si les das las gracias o los buenos días en su lengua, juntan las manos, se las llevan a la cabeza y la inclinan, en un gesto de reverencia. También hacen esto cuando alguno pasa delante de un templo. Si que llama un poco la atención el hecho de que se haga mucha vida en las márgenes de los grandes ríos. Hay muchos pueblos sobre pilotes o palafitos y la gente utiliza las barcas para sus desplazamientos. Por lo demás decir que aquí se anda muy poco. Todos van en coches y motocicletas. Y los que no tienen vehículo propio utilizan furgonetas compartidas o moto taxis, algunas motos llevan acoplados un banco con rinconera realmente curioso. Pero es difícil verlos caminar, parece que no lo conciban y se extrañan cuando les dices que vas a ir andando hasta cierto lugar en vez de tomar un taxi.
    Hoy salimos al campo y si que vimos gente de otras etnias distinta a los Thai. Muy cerca de aquí viven los pueblos Lao y Mon. Y aunque muchos de ellos ya viven en la ciudad y no puedes distinguirlos, hoy si que vimos algunos auténticos, aunque sin su colorido traje tradicional, con sus rasgos más achinados y pieles más curtidas debido a la dura vida en las montañas.
     Lo que si que es una gran diferencia respecto a los occidentales es su gran sentido de la religiosidad. Prácticamente en la entrada de todas las casas veremos un templito santuario, una especie de miniatura de casa china, en la que ponen figuritas, desde budas y dioses hindúes, hasta figuritas de elefantes, niños, etc... y siempre tienen, flores, incieso y velitas. Muchas veces los ves por la mañana con un buen puñado de varitas de incienso, en posición de reverencia y sacudiéndolas a ambos lados de sus cabezas, dando gracias a sus dioses y supongo que pidiéndoles que les vaya bien el día o sus ventas. Ahora por ejemplo, en este cibercafé veo dos templitos (si, si, dentro del ciber) y varios retratos de monjes, budas y por supuesto el omnipresente retrato del rey. Esta gente está muy orgullosa de su familia real y exhiben sus retratos por todas partes, y la bandera real ondea en muchas calles, junto con la de Tailandia.
     Otro caso aparte son los monjes. Hay muchos. Claro, como no va a haberlos si todos los hombres tienen que dedicar un año de sus vidas a serlo. Es como el servicio militar. Los novicios (suelen ser niños) rapan sus cabezas y se colocan sus túnicas color azafrán y siguen las enseñanzas budistas. Pero no dejan de ser niños. Los ves jugar, revoltosos y con la típica curiosidad infantil.  Luego, si quieren pueden tomar definitivamente los hábitos.
     También hay monjas. Igualmente con la cabeza rapada, pero sus túnicas en vez de anaranjadas son blancas. Se ven muchas menos que hombres, pero tambien hay. Y a groso modo, más o menos es lo que he visto por aqui.

      Alquilamos las bicis y nos fuimos paseando por la ciudad. Eran unas bicis muy cómodas y prácticas. Pedaleando llegamos a uno de los dos cementerios donde descansan los restos de los soldados aliados. Llamaba mucho la atención lo bien cuidado y simétrico que parecía todo. Con sus pequeñas lápidas de mármol sobre el suelo. Luego empezamos a pasear por allí y a leer las lápidas y sus dedicatorias. Estaban agrupados por nacionalidades. Dios..... se me empieza a formar un nudo en el estómago. Son casi niños. El más joven que vi tenía apenas 19 años, el mayor 43. Hay miles de lápidas... Empiezo a conmoverme, todas tienen una inscripción de sus familias... Gente que perdió a sus hijos, maridos, hermanos, en esta parte del mundo. Algunas tienen un mensaje un poco castrense y de orgullo nacionalista, pero las mayoría son de una sensibilidad y un cariño...que emocionan muchísimo. Cuanto dolor hay aquí enterrado, la muerte siempre provoca dolor, pero todo esto... esto es distinto. Mis lágrimas brotan leyendo las inscripciones. Es imposible permanecer impasible en este lugar.
      En España acabábamos de salir de la guerra civil y bastante teníamos con lo que teníamos. Pero en lugares como este te das cuenta de las  verdaderas dimensiones y lo dramático que fue la II Guerra Mundial. Las consecuencias de la locura de un loco alemán que quiso dominar el mundo bajo la fuerza. Cuánto dolor, cuánto sufrimiento, las estimaciones más bajas hablan de 50 millones de personas muertas....

     Con gran congoja nos fuimos de allí. Dejamos la ciudad y salimos al campo. Los verdes campos de arroz y de ricino se abrían paso entre los restos de los bosques y la multitud de canales circundantes. En los canales más grandes, pequeños poblados flotantes se aferraban al río. En los brazos del río vimos unas curiosas construcciones. Son como pabellones de madera flotantes. Son los famosos  karaokes flotantes de esta ciudad. Los fines de semana, los habitantes de Bangkok vienen en tropel a cantar aquí. Tuvimos la ocasión de ver uno en funcionamiento esta misma mañana. Un pequeño barco remolcador arrastra una de estas plataformas techadas río arriba. El espectáculo es surrealista. La música estridente y el que canta que lo hace fatal y un gran grupo de personas baila en el centro mientras otros los miran sentados en sus bancos. Pero...¿esto que es? ja,ja,ja.... De verdad que es para verlo, es super extraño. Los fines de semana tiene que ser terrible, con todas esas plataformas deambulando arriba y abajo, y con lo mal que cantan... qué estruendo!! Menos mal que no estaremos aquí.

     Paro junto al bosque y hay una pequeña charca. He parado a ver que son unas manchas rosáceas que hay sobre las ramas. Resultan ser montones de pequeños huevos agrupados. Pero.. ¿de que pueden ser? La respuesta esta en el agua. Veo montones de grandes caracoles, pero grandes como mi puño, que se aparean dentro de la charca. Tienen aspecto de caracolas marinas. Son muy extraños, pero mas extraño todavía es algo que veo y no se si son peces, larvas, renacuajos o que. Filas de lo que parecen ser peces se alinean a lo largo de la superficie. Tienen una bolsa redonda en la superficie y el cuerpo con forma de flecha. Parece un estado de metamorfosis de algún animal, pero de repente uno rompe la formación, se lanza a toda velocidad al fondo y vuelve a subir a su sitio. Que extraños son... y esto en una pequeña charca de unos 10 metros de largo junto a la carretera. ¿Qué no habrá en esas selvas que tapizan las montañas que nos rodean?

      Seguimos adelante, pasamos otro cementerio de guerra, pero ni asomarme quiero después del mal rato que pase antes. Nuestro destino es una cueva templo que hay más adelante.
      Cuando llegamos nos encontramos un templo edificado como muchos que hemos visto anteriormente. Pero luego entras en la cueva y realmente te sorprendes...  Empiezas a bajar y en la primera sala hay un Buda tumbado y muchos dioses entre los recovecos de la roca. Huele de maravilla, un olor a flores e incienso lo impregna todo. Se está realmente bien, bien. No sólo por lo refrescante de la temperatura, que también. Pero hay algo más, hay una enorme sensación de paz y bienestar. Después de un rato disfrutando de esa sensación seguimos. Yo pensaba que iba a ser alguna cueva pequeña. Pero no. Después de unos pasillos entre grandes y curiosas formaciones de estalactitas, columnas, estalagmitas, coliflores, corredores, simas, etc... van apareciendo pequeñas salas, todas con sus deidades y sus altares. Es increíble, que extraña mezcla de naturaleza y religión. Algunos corredores son realmente estrechos y empinados. Las rocas fracturadas forman grandes grietas sobre nuestras cabezas y por allí nos abrimos paso. Es super, super curioso. Hay formaciones espectaculares, y seguimos bajando. Empieza a hacer calor allí dentro. Y finalmente llegamos a una sala de grandes dimensiones. Allí hay un Buda de considerable tamaño, muy llamativo, y luego de esa sala parten una serie de senderos que llevan a otras más pequeñas.
    
      En uno de estos senderos es donde tenemos una mala experiencia. Cuando llego al final de donde conduce, empiezo a notar un hormigueo en los pies, tobillos y pantorrillas. Me miro y esta lleno de pequeños puntos negros en movimiento. Joder, ya he pisado un hormiguero pienso, pues si que han sido rápidas en subir. Miro los pies de Javi y están igual. Salimos hacia la sala para quitárnoslas, pues allí hay mas luz junto al gran Buda.
      Dioooosssss..... no puedo creerlo, no son hormigas..... son.... ¡¡¡¡pulgaaaas!!!!!..... Cientos de pulgas cubren nuestras piernas. Es algo impresionante, quien podría pensarlo. Estuve en Etiopía y apenas pille 3 o 4 y pulgas y aquí en Tailandia, cientos de pulgas acababan de subir a mis piernas. Y no creáis que exagero cuando os digo  que eran cientos. Nunca había visto nada igual.
      El pánico inicial duró poco. Había que hacer algo y rápido. Tras comprobar que era inútil tratar de apartarlas a manotazos, recordé que llevaba el bote de repelente en la mochila. Lo saqué y después de una rociada la mayoría había desaparecido, pero aún quedaban, y eso sólo las que podíamos ver en las piernas desnudas  ¿Qué no habría en los pantalones y camiseta?  Subimos rápidamente a la superficie y allí, a la luz del día, vimos que teníamos muchas todavía. Empezamos a cazarlas una a una. Teníamos en las sandalias, camisetas y pantalones. En piernas y brazos. Al final tuvimos que desnudarnos y buscarlas por la parte interna de la ropa. Finalmente, tras largo rato creo que nos libramos de ellas.
      Nos costó tener que volver al hotel, a ducharnos y quitarnos la ropa, meterla en una bolsa de plástico y llevarla a la lavandería. Tenemos unos pocos picotazos en pies y piernas, pero creo que ya no tenemos ni una en el cuerpo. Eso si, para lo que podía haber sido, tenemos mucha suerte.

      Para que luego digan que la religión es tan buena....ja,ja,ja.... menudo recibimiento.
     Bueno, mañana más. Besos, chao

lunes, 16 de mayo de 2011

Crónicas de Tailandia 4: El puente sobre el rio Kwai‏

Crónicas de Tailandia 4: El puente sobre el río Kwai‏

      martes, 18 de noviembre de 2008



    El tiempo se contrae, unas veces pasa veloz y devoras los días, pero luego echas la vista atrás y sucesos recientes parecen muy lejanos en el tiempo.  Hemos encontrado a mucha gente que se viene a pasar el invierno aquí. Gente que tiene trabajos estacionales y solo curra 6 meses al año,  se vienen a vivir aquí durante 3 meses y algunos hasta 6 meses. Qué envidia, viven siempre en verano. Ayer encontramos una pareja de Mallorca que van a estar hasta mayo, tienen una tienda y la cierran hasta el próximo verano. Viajan con un niño de un 1 añito y tan felices. Todo esto viene a cuento por lo que os decía sobre que se pierde la noción del tiempo. Si yo en una semana ya me he comido un día, no me imagino la despreocupación de esta gente que viene para 3 meses o más.

     Al final hemos decido pasar del norte, que estaba muy lejos y hace mucho calor, y venirnos al oeste, a la ciudad de Kanchanaburi, muy cerquita de la frontera birmana. Pensábamos que esta zona estaría fuera de los circuitos turísticos mas trillados pero la verdad es que la ciudad en si, esta repleta de turistas. Más si cabe que Ayuttaya, o al menos aquí se dejan notar más. A partir de aquí empieza un famoso camino, que todos habréis visto alguna vez en la tele, es una famosa película, un clásico del cine de guerra: El puente sobre el río Kwai.

     Hemos cogido un autobús para venir hasta aquí y me ha sorprendido el grado de desarrollo de este país. La carretera es una nacional normal y corriente, pero en todo momento tenía dos carriles, es decir, como una de nuestras autovías. Aunque hemos atravesado grandes arrozales y pueblos de palafitos sobre los ríos, el paisaje circundante era predominantemente urbano e industrial.
     En el autobús hemos conocido a un italiano que habla perfectamente el español  y se nos ha unido. Hoy estamos tres. Se va a pasar aquí 4 meses, trabaja en el aeropuerto de Milán y gracias a los contratos basura que se aplican ahora en Italia, puede permitirse viajar tanto tiempo. Ya véis, lo que para unos se convertiría en una gran putada, para otros supone el poder viajar libremente. Las cosas son del color  con que tú las veas. 

     También en el autobús viajaban dos americanos que nos han recomendado un hotel y aquí estamos. Es un bonito hotel ajardinado y con bungalows, que aunque no son maravillosos, tienen su encanto. Y sobre todo lo que más nos encanta es el precio: 200 baths, que al cambio son 5 euros, o sea que hoy nos costara dormir 2 euros y medio a cada uno.
     Por la tarde fuimos a ver el famoso puente ferroviario que cruza el río Kwai. Está a las afueras de la ciudad.  Resulta que durante la II Guerra Mundial, los japoneses necesitaban abrir una vía estratégica de abastecimiento hasta Birmania, con el propósito de invadir la India, bajo la ocupación inglesa por aquel entonces. Para ello idearon construir un ferrocarril desde esta ciudad  hasta la frontera birmana cubriendo una distancia de unos 250 kms. desde Kanchanaburi, la ciudad donde estamos ahora (la longitud del trazado ferroviario tenia un total de 415 kms.).  El problema es que separando esta distancia se extiende una escarpada cadena montañosa cubierta de junglas apenas exploradas y estrechos desfiladeros. Para construir la linea férrea, los japoneses utilizaron a los prisioneros aliados. Mas del 70% de los que trabajaron aquí, murieron debido a los extenuantes turnos de trabajo de hasta 18 horas diarias y el maltrato a que les sometieron sus captores. Se calcula que mas de 10.000 prisioneros franceses, ingleses, holandeses y neozelandeses murieron durante la construcción de la vía, a parte de unos 90.000 asiáticos que también murieron aquí. Impresionante, este campo de exterminio a base de trabajos forzados eliminó a más de 100.000 personas en los 16 meses que duró la construccion de la vía.
Los ingenieros japoneses habían calculado que serian 5 años de trabajo, o sea que imaginaros al ritmo a que debieron someter  a los prisioneros.

   Hoy en día, hay 2 grandes cementerios de guerra en la ciudad y un monumento conmemorativo. Mañana iremos a visitarlo. Hace poco fue el día de los caídos y vienen muchos familiares extranjeros a recordar a los suyos. También hay un par de museos sobre el ferrocarril y viejas locomotoras japonesas. El puente estuvo activo durante 20 meses hasta que fue bombardeado por la aviación inglesa, posteriormente reconstruido y vuelto a bombardear. Hoy en día está reconstruido pero el tren ya no llega hasta Birmania. Se queda a unos 100 kms. de aquí, en la pequeña ciudad de Tam Rok. Creo que iremos hasta allí. Porque además el paisaje más impresionante se encuentra a partir de aquella zona.
    Ya os contaré. Saluditos.


Puente sobre el río Kwai


domingo, 15 de mayo de 2011

Crónicas de Tailandia 3: la llegada a la antigua capital‏

Crónicas de Tailandia 3: la llegada a la antigua capital‏

    lunes, 17 de noviembre de 2008



  Ayer domingo dejamos Bangkok, subimos un poquito al norte a Ayuthaya, la antigua capital del reino de Siam hasta que fue destruida por los birmanos y posteriormente la capital del reino fue traslada a un emplazamiento muy cercano a lo que hoy es Bangkok.
   Con cierta alegría dejamos el bullicio y la inmensidad de esta ciudad y también con cierto anhelo, pues ya nos sentíamos como en casa y siempre tienes la incertidumbre sobre qué te vas a encontrar a partir de ahora. Pero así son los viajes, cada día es nuevo, nunca tienes la seguridad de saber qué va a pasar porque has salido de la rutina diaria de tu vida. Nuevas caras, nuevas experiencias, es lo que te hace sentir vivo.

    Tomamos un tren en la muy pequeña estación de trenes para una ciudad de este tamaño. El tren iba bastante lleno (o eso creíamos al principio) excepto el vagón que reservan para los monjes, mucho más cómodo que los demás. Estos si que no viven nada mal, es para verlos, regordetes, comprando en los mercados y sacando dinero en los cajeros automáticos. En fin.... hay que predicar con acciones y no con palabras.

     Dio la casualidad que la pareja que teníamos sentados justo al lado eran españoles, que por cierto, en ningún país de los que he visitado he visto tantísimos españoles como aquí. En seguida pillamos muy buen rollo y nos pasamos el viaje hablando y contándonos experiencias. Son de Ibiza, o sea que a partir  de ahora ya tenemos casa para ir de visita en Ibiza, ja,ja,ja... que si, que si, que nos han dicho que vayamos cuando queramos. Poco a poco el tren se fue llenando hasta límites insospechados y ya era imposible transitar por los pasillos entre los asientos. Nos costó mucho tiempo salir de la gran ciudad pues se extiende durante kilómetros y kilómetros, pero finalmente los primeros campos verdes, lagos y poblados de palafitos se mostraron a la vista.
     Cuando llegamos a Ayuthaya nos fuimos los cuatro juntos al hotel donde estuvieron el año pasado, les tuvo que gustar mucho porque repiten gran parte del recorrido que hicieron hace un año.  El hotel es una casa tradicional de madera de teca, con bonitos jardines llenos de altos árboles donde viven multitud de extraños pájaros y muchas ardillas. Tiene un lago y un andador de madera cubierta que se introduce  en el lago y donde te puedes sentar a leer o escribir mientras oyes las evoluciones de los peces o miras los lotos que cubren la superficie. Después del hotel de Bangkok esto parece el paraíso.

     Luego por la tarde nos fuimos a ver lo que realmente es la gran atracción de esta ciudad. Las incontables ruinas de lo que fue esta capital. Es impresionante la enorme extensión que ocupan. Hay mas de 400 templos repartidos en una extensión no excesivamente grande. Imposible verlos todos en menos de 4 o 5 días. Pero tampoco es el caso. La ciudad es una isla en si. Está completamente rodeada por ríos y canales que la encierran como un anillo. Fuera de este anillo hay inmensos campos y por allí hay diseminados muchos de los templos principales. Dentro del anillo están la ciudad moderna y los restos de la antigua. Los magníficos restos de estupas y chedis asoman por doquier, los grupos principales están dentro de un parque histórico recorrido por canales y pequeños lagos, pero entre las calles de la ciudad asoman restos de estupas y torres de estilo jemer por todas partes. El paraíso para un arqueólogo. Aunque algunas están muy deterioradas todas aguantan el paso del tiempo con mucha dignidad. Sus ladrillos rezuman historia (las construcciones de estilo jemer son a base de ladrillos pues no había buena roca para la construcción por estas latitudes, pasa igual que en Aragón con el mudéjar, a falta de rocas bien va el ladrillo) y muchas ya se comban e inclinan. La fuerza de la gravedad acabará con lo que no pudieron terminar los birmanos si no se pone remedio. Aunque el conjunto está declarado patrimonio mundial por la Unesco, son muy pocos los templos que han sido restaurados. Impresiona ver las interminables filas de cientos de estatuas de Buda decapitados, pues los saqueadores, a pesar de ser budistas también, las cortaban para venderlas a los europeos.

    En mitad de la visita paramos para ver un Kraal de elefantes, un sistema con forma de embudo y empalizadas de grandes troncos de teca que los Thai construían para apresar las manadas de elefantes salvajes. Este fue reconstruido y aunque ya no se apresan elefantes, tienen una gran manada que vive allí. Lo pasamos muy bien y resulta muy sorprendente ver tantos elefantes tan de cerca. Desde grandes machos con enormes colmillos y toda la cara y orejas llenas de puntos anaranjados (señales de su madurez) hasta pequeños elefantitos juguetones con los que había que tener cuidado para que no te arrollaran con sus juegos distraidos. Fue muy bonito, la verdad.

    Luego, con la oscuridad de la noche, los templos iluminados aparecían magníficos y te hacían pensar en el esplendor que esta ciudad debió tener hace apenas 250 años. Como figuras fantasmagóricas las agujas doradas de las estupas aparecían entre los bosques y se reflejaban en los canales y lagos que las circundan. Algunos globos que debieron sobrar del Loi Kraton aparecían sobrevolando el cielo de vez en cuando, dándoles más misterio si cabe a estas cúpulas iluminadas.

    Martes 18

    Hoy hemos alquilado unas bicis y nos hemos ido a recorrer tranquilamente la ciudad antigua. Hemos recorrido unos pocos templos de los muchos que salpican aquí y allá esta tierra. Hubiéramos querido ir a alguno más pero el sofocante calor nos animaba a quedarnos en los interiores fresquitos de las chedis (las cúpulas con forma de campana que rematan estas construcciones)  o a la sombra de los árboles, tirados en la hierba junto a los estanque.

    Luego me he ido a probar el famoso masaje thai y tengo que decir que es el mejor masaje que me han dado nunca. No era la típica tienda de masajes para los turistas que hemos visto en Bangkok, donde te sientan en un sillón y te masajean en el escaparate de la tienda. Este no, este nos lo recomendaron otros españoles que nos encontramos anoche cenando junto al rio. Y ha sido bestial...  Una hora en la que me han recolocado y me han tocado músculos y tendones que ni sabia que existían. Menos mal que lo he pedido medium, ni suave ni fuerte porque ha habido momentos en que pensaba que iba a gritar de dolor. Sobre todo en las piernas, yo no sé qué puntos tocaban pero era una chica pequeñita y aparentemente sin fuerza, pero que me ha dado una paliza tremenda. No me han pisado la espalda (supongo que eso ya sera el fuerte) pero es increible la fuerza y la presión que te aplican. De eso se trata el masaje Thai. En remover y masajear, músculos, tendones y la sangre (de ahí que te pisen). En fin, han pasado ya varias horas y aún me duelen los gemelos. Tendré que probar otro día, aunque dudo de que sea tan bueno como el de hoy.

     Bueno, hemos estado hablando Javi y yo y parece ser que a los dos nos apetece mucho la playita, o sea que no nos vamos a mover más hacia el norte. Casi todo el mundo va a la otra capital antigua de Tailandia: Sukotai y después a Chiang Mai, casi en la frontera con Laos, pero chico... esta muy lejos si queremos ir luego al sur. O sea que seguramente mañana nos iremos hacia el oeste, junto a la frontera de Birmania, a una ciudad que se llama Kanchanaburi y no debe ser tan turística como lo otro. Dicen que tiene unas montañas y unas selvas fantásticas y que como no hay mucha población en esa zona se conserva muy bien. Ya veremos que da de si.

     Un besico, hasta el próximo capitulo

sábado, 7 de mayo de 2011

Crónicas de Tailandia 2: Bangkok, la ciudad de los microcosmos‏

Crónicas de Tailandia 2: Bangkok, la ciudad de los microcosmos‏

sábado, 15 de noviembre de 2008

  Hola a todos, mucho frío por allí? aquí hace calorcito pero sin agobiar, hoy un poco mas caluroso pero por las noches casi que refresca y todo.

       Ayer seguimos descubriendo esta curiosa urbe. Tomamos el Chao Phraya Express, que es el barco que recorre el río de Bangkok (Chao Phraya) conectando los diversos distritos de la ciudad. Desembarcamos en Chinatown, un gigantesco barrio chino en el corazón de la ciudad. En el siglo XVII el rey de turno de la ciudad decidió agrupar a todos los chinos en un distrito y ahí es donde nació Chinatown.
        El ambiente es totalmente distinto al resto de la ciudad. Lo primero que te llama la atención (aparte de la raza de la gente) son los estupendos olores a comida que surgen de todas partes. La comida Thai es muy picante, excesivamente picante como pueden dar fe mi lengua y mi ano (con perdón) pero la comida china juega mucho más con los sabores, combinándolos magistralmente. Luego nos dimos cuenta de que aquello es un gigantesco mercado, el paraíso de los todo a 100. Largos y estrechos callejones llenos de mercancías de todo tipo, algunas indescifrables para nosotros, y una multitud de gente atestando el poco espacio disponible entre los escaparates y mercancías callejeras. El ojo no sabe donde posarse pues la oferta es infinita y el colorido irrumpe por todas partes.
       Cuando nos cansamos de ese ambiente, callejeamos por las sois (calles más estrechas), más tranquilas y de repente... sorpresa, llegamos a una gran avenida que parecía sacada de una película. El movimiento era frenético, el asfalto atestado de coches, motos, camiones y carros, las aceras invadidas por tenderetes de comida y las fachadas totalmente cubiertas por enormes carteles y rótulos en caracteres chinos... El espectáculo nos dejó boquiabiertos durante largo rato. No sé si habéis visto la película "Blade Runner" pero a mi me recordaba mucho a aquello.
        Luego salimos de allí y callejeamos por las típicas calles chinas con sus casas bajas, de vez en cuando una colmena de viviendas y luego templos taoistas y confucionistas. Parecía que estábamos realmente en China. Había muchas tiendas de remedios medicinales chinos, con su parafernalia de productos, desde hongos y caballitos de mar hasta cuernos de alce. Instrumentos musicales, mascaras chinas, dragones de procesión, etc... todo era posible. Después del caos estuvimos en un templo chino, un reducto de calma entre tanto caos. Sus dioses son espectaculares, de un gran tamaño y parecidos a Buda, pero con largas barbas y coletas y caras más agresivas. La gente hacia sus plegarias y ponía ramilletes de varillas de incienso. Se estaba muy bien y cuando cogimos fuerzas nos fuimos a descubrir otra parte de la ciudad: Siam, con sus enormes y lujosos centros comerciales y recorrida por el tren de altura, el "Skytrain" que te permite moverte con rapidez entre el enorme atasco que es esta ciudad.
       Al llegar a plaza Siam te sientes un poco desplazado: enormes edificios de cristales te rodean por todas partes, la superficie de los muchos carriles que se cruzan allí está totalmente colapsada por el trafico, los centros comerciales tienen enormes pantallas en sus fachadas y para moverte por allí han ideado unos pasos elevados que conectan todas las ramificaciones de los cruces de las grandes avenidas. Un poco más arriba de tu cabeza está la inmensa estructura de hormigón que soporta las vías y estaciones del Skytrain y un ejército de hormigas humanas se mueve incesantemente de un sitio a otro. Cuesta un poco asumir todo eso. Es todo un espectáculo y si Chinatown me recordaba a Blade Runner, plaza Siam recrea perfectamente lo que puede ser una ciudad del futuro. No la típica que todos imaginamos con coches volando, sino lo que realmente puede ser el futuro, una ciudad con muchos niveles, desde los enormes edificios para aprovechar el poco espacio disponible, el transporte de distintos tipos de vehiculos y de peatones organizados en distintos alturas, comida callejera para aprovechar el escaso tiempo libre (en una ciudad de estas dimensiones es imposible irte a tu casa y volver luego al trabajo) y un enorme consumismo. Da un poco de miedo.
       Los centros comerciales son del tipo Corte Inglés pero de enormes dimensiones. Encuentras desde el lujo más lujoso, por ejemplo teléfonos móviles de Gucci totalmente de oro y diamantes hasta las artesanías típicas de un mercadillo callejero, todo en el mismo edificio. En fin, si lo tuyo es comprar esta es tu ciudad.

       Luego decidimos visitar el famoso distrito rojo de Pat Phong, aprovechando que no estaba lejos de allí y axial pudimos probar el Skytrain. Como ya había anochecido pudimos ver los rascacielos iluminados y la verdad es que es todo un espectáculo. Luego, ya en Pat Phong, aparentemente es otro barrio comercial, lo único que lo diferencia es la cantidad de chicos que te ofrecen dvds de contenido sexual. Pero todo parece normal. Entonces cuando dejas la avenida y te metes por las callejuelas es cuando empiezas a ver por qué es famoso aquello.
       Nosotros estuvimos temprano y no lo vimos en todo lo que debe ser su esplendor, pero todas las calles estaban llenas de bares, algunos cerrados y en pisos, otros a pie de calle y con sus puertas cerradas ocultando su interior y otros con terrazas donde las prostitutas esperaban a sus clientes. Cientos de prostitutas trabajan en esta zona, algunas bastante jóvenes aunque las menos. En general visten elegantemente pero de forma discreta, no os creáis que vais a ver tías en liguero por la calle, que  no.
       Lo que si que me asombro fue la cantidad de hoteles de superlujo que hay en esta zona y lo impresionante de las entradas de los centros de masajes, con docenas de chicas uniformadas esperando sentadas en el hall. También hay bastantes "Ping pong show" donde las chicas hacen la versión tailandesa de show girls, lanzando pelotas de ping pong que previamente se han introducido en sus partes y numeritos de ese estilo, pelando plátanos y quién sabe que más ....
       En fin, Tailandia tiene fama de ser un destino de turismo sexual, pero si esto es todo, dos manzanas en una ciudad de ocho millones de habitantes, pues... no es distinto de lo que puede ser la Casa de Campo de Madrid o el Montparnasse de Paris. Lo que si asombra es la clientela, pues aparte del típico cincuentón obeso y solitario, sobre todo ves llegar allí coches muy lujosos conducidos por.... asiáticos adinerados, es decir, la mayor parte del consumo sexual es interno.

      Luego de callejear un poco, pues no hay mucho que hacer allí si solo vas a mirar (se termina pronto) cogimos el skytrain que lleva a la terminal de barcos cercana y.... la línea que va a nuestro barrio había terminado, pero si solo eran las 8 de la tarde... Bueno, volver fue una odisea, atravesar medio Bangkok por carretera fue interminable, pero llegamos.


       Sábado 15

     Hoy nos hemos despertado a cañonazos. Si, si, literalmente. La ciudad está tomada por la policía y el ejército. No es broma, pero tampoco es una revuelta ni un golpe de estado. Como os dije anteriormente murió la hermana del rey (que no la hija como yo creía)

     Y hoy era la ceremonia fúnebre. La calle de nuestro hotel estaba cortada y tomada por policías cada pocos metros. Estamos muy cerca del Palacio Real y toda la zona está restringida al tráfico. Las calles se llenan de gente vestida de riguroso luto negro y acuden a las avenidas por donde pasará el cortejo fúnebre. Nosotros lo vemos en la tele mientras desayunamos. Una larga procesión de monjes budistas ataviados de gala para la ocasión abren el cortejo. Miles de soldados desfilan detrás con su uniforme de ceremonia, que es muy similar al de la guarida real inglesa, pero estos no se limitan a llevar las casacas rojas y los gorros negros. Estos parecen fichas del parchís. Cada escuadrón viste de un color, incluyendo el gorro: naranjas, rojos, azules, negros, etc...
      Parece que moverse hoy por la ciudad va a ser complicado. Nos acercamos al Palacio Real, todo lo cerca que nos dejan llegar. Impresiona, miles y miles de personas vestidas de negro abarrotan las calles y grandes retratos de la difunta llenan las calles. Todo esta decorado con crespones blancos y negros. Vamos a ver un entierro real.
      Cuando uno ve esto se pregunta que pasara en España el día que se muera Juan Carlos o Sofía, o alguno de sus hijos y comprende lo que esta pasando aquí. Imaginaros el día que eso ocurra la que se puede liar en Madrid. Imaginaros medio Madrid en la calle y con el tráfico cortado. Ahora multiplicad la población de Madrid por dos y os haréis una idea de la magnitud del caos del que os estoy hablando.
       Hoy hace un calor sofocante y la gente se refugia como puede bajo los árboles y bajo las sombrillas que portan mientras esperan el paso de la comitiva. Nosotros intentamos salir de allí como sea. Probamos a ver si funcionan los barcos y si... funcionan. Pero vienen completamente llenos (pero llenos, llenos, llenos a rebosar) de gente de riguroso luto. Tras una larga espera viendo pasar los barcos sin poder subir a ninguno (hoy hemos visto a otra pareja mayor que se han separado pues la señora ha saltado al barco como ha podido y el señor no lo ha conseguido) finalmente viene uno de los que ha descargado a todo el personal en las cercanías del palacio a recogernos a los muchos, muchos turistas que nos agolpábamos en el embarcadero.
       Hemos ido al distrito de Silom, el corazón financiero de Bangkok. Las vistas al llegar impresionan, los rascacielos rompen el horizonte del río y grandes barcos de carga trabajan ajenos al funeral. Es la típica imagen que nos viene cuando pensamos en Singapur o Taiwán. Unos barcos van llenos de carbón, otros son remolcadores, las grúas de los puertos comerciales, los barcos de pesca, los de pasajeros y en el horizonte las torres de cristal y acero.
       Una vez en tierra, nos sorprende lo tranquilo que esta todo. Pensábamos que íbamos a encontrar miles de yuppies ajetreados por las calles, pero no, todo esta en calma. Claro, ahora caemos, hoy es sábado y además está el entierro. Sólo unos pocos comercios están abiertos y esto sorprende en una ciudad como esta. Los desfiladeros formados por los gigantes edificios que bordean las calles están casi desiertos. La calidad de lo que vemos en los escaparates está muy por encima de nuestra capacidad económica. La joyería y orfebrería es impresionante, las esculturas y tallas de un detalle y calidad exquisito. En los bares miradores de las plantas 50 y 60 de los rascacielos hay que ir rigurosamente vestido, vamos que ni nos planteamos intentar entrar con la pinta que llevamos ja,ja,ja..

       Recorremos una gran distancia por la ciudad, andando, asombrándonos de los diseños de estos colosos, sus formas, sus colores, sus ornamentaciones y así, poco a poco, vamos andando por las enormes avenidas hoy casi desiertas hasta llegar a una zona donde la vida vuelve a surgir, el parque Lumphini donde la gente corre, hace taichi, navega en barquitas por sus lagos y las parejas jóvenes se aman. Pat Phong está casi desierto, su mercado nocturno y su circo humano aún no ha despertado, aún es de día, pero más allá surge la vorágine comercial de Siam y la multitud vuelve a invadirlo todo. También vemos una enorme fila de gente vestida de negro, una estupa iluminada y si... es lo que suponemos, la capilla ardiente de la hermana del rey está instalada aquí y miles y miles de personas hacen fila pacientemente para despedirla.
       Ya es hora de volver al barrio, un gigantesco atasco nos espera en la zona de la ciudad donde si se puede circular. Pero, ya estamos aquí.  Mañana intentaremos dejar Bangkok, si las circunstancias  lo permiten pues la celebración fúnebre prosigue.
        Queremos ir a Ayutthaya, la antigua capital del reino de Siam antes de que la arrasasen los birmanos en el siglo XVIII. Ya os contaré desde allí. Espero. Besos.

Lago en el parque Lumphini


El skytrain por encima de las autopistas urbanas

Crónicas de Tailandia 1: "Bangkok, la ciudad que nunca duerme"‏

Crónicas de Tailandia1: Bangkok, la ciudad que nunca duerme‏

Jueves, 13 de noviembre de 2008

    Hola a todos


    Un nuevo viaje acaba de comenzar, esta vez a mi querido sudeste asiático. Tailandia no era un país preferente en mi lista de países a visitar, pero una vez que las circunstancias nos llevaron a elegir este destino, empecé a informarme y cuanto más leía más ganas de venir tenía. Mi concepto sobre este país cambiaba día a día y ahora aquí estoy, y parece que no vaya a defraudarme en absoluto.

    Ayer encontré sin dificultades a Javi, mi compañero de viaje, pues vinimos en vuelos distintos y a pesar de la enormidad de este aeropuerto y de las horas de diferencia de nuestros vuelos, allí estaba esperándome en una sala. Cuando el taxi desde el aeropuerto se acercaba a la ciudad comprendí que Bangkok iba a ser una ciudad muy distinta a las que conocía hasta ahora. Las modernas autopistas nos acercaban poco a poco hasta una ciudad con un skyline muy futurista, las siluetas de los enormes rascacielos se superponían continuamente unas a otras en una sucesión que emocionaría a cualquier amante de la arquitectura vanguardista.  A los pies de estos gigantes podemos encontrar el típico mercadillo asiático de pescados secos que pueden olerse a la distancia, pero el horizonte está dominado por estos espectaculares edificios.

     Una vez que encontramos un hotel nos fuimos de reconocimiento por las calles aledañas. Al principio parecía un poco confuso pues todas las calles nos parecían similares, con sus cientos de puestecillos y kioscos callejeros,  pero luego nos orientamos rápidamente. Resulta que ayer era una festividad tailandesa: el Loi Kratong, es una festividad que conmemora la luna llena de noviembre (aun no sé qué exactamente) pero la gente fabrica unas pequeñas ofrendas circulares a base de flores, incienso y velas y van a los ríos del país, donde las echan para que se las lleve la corriente y les traiga la buena suerte. Las calles se abarrotan de puestecillos donde confeccionan estas ofrendas y las calles cercanas al río (como la de nuestro hotel) se llenan de miles y miles de personas que se acercan al río para hacer sus ofrendas y saber qué les traerá el futuro. La mayoría echa su ofrenda al río y como cae boca arriba se van contentos porque eso augura buena suerte. Alguno tiene la mala fortuna de que su ofrenda se da la vuelta, entonces se va rápidamente y con cara preocupada. Aguas abajo, algunos buscavidas se lanzan a las embravecidas aguas de este gran río y "pescan" las ofrendas de otros, supongo que para revenderlas más tarde.

      La gente se agolpa en las orillas del gran río que atraviesa Bangkok. Al fondo los puentes colgantes gigantescos y los altos edificios de la orilla de enfrente ponen el contrapunto de modernidad frente a esta ancestral costumbre pagana.
De repente vemos que hay una especie de cabalgata. Remontando el río empiezan a venir barcos profusamente decorados con bellos diseños hechos de diminutas lucecillas de colores. Unos representan dragones que echan fuego, otros nubes azules y plateadas, otros brillantes y dorados templos de tipo laosiano... cada uno lleva su propia música y sus diseños son excelentes. Es un espectáculo realmente sorprendente, parecido a la cabalgata de reyes pero a lo grande y de tipo fluvial. 
       Luego el cielo se llena de multitud de brillantes y rojizas estrellas, que se mueven rápidamente, creando y deshaciendo innumerables constelaciones en un momento. Pero, ohhh, no son estrellas,  son globos de papel en los que ponen una especie de antorchas y eso los hace elevarse muy altos en el cielo. Es un espectáculo muy bonito. Pensaba que no iba a ver lo de estos grandes globos pues me habían dicho que esto se hacia en una ciudad del norte llamada Chiang Mai, pero sorpresa, en Bangkok también lo hacen. La verdad es que el cielo está precioso, lleno de cientos de estas lamparitas ascendentes.
       El ambiente era muy festivo, las calles abarrotadas de gente yendo y viniendo, centenares de puestecillos de comida y bebida. En los parques de la orilla del río había espectáculos, desde conciertos y bailes hasta artesanos haciendo pasteles tradicionales. Grandes flores de loto iluminadas decoraban los parques, en fin, que se estaba de maravilla, mejor recibimiento no pudimos tener en Bangkok.

      También probamos la excelente comida tailandesa en los numerosos restaurantes que llenan las calles. Cualquiera se resiste a comer aquí, te llevan la comida hasta la misma calle con lo cual es difícil pasear sin que te apetezca probar algún plato.

      Jueves 13, segundo día

     Hoy nos levantamos con la intención de recorrer los principales monumentos de Bangkok. La idea era empezar por el Gran Palacio, pero antes de llegar nos topamos con el mercado de los amuletos y decidimos visitarlo primero. Las calles estaban llenas de tenderetes repletos de figuras de Buda y de dioses hindúes, relicarios, medallones, dientes ¿de tigre? tallados, anillos de lo que parecían ser gemas preciosas, y todo  flanqueado por numerosas tiendas de remedios medicinales tailandeses cuyos nombres y cometidos desconocemos, al estar etiquetado todo en el incomprensible lenguaje thai. Como en esta zona no hay mucha gente que hable inglés nos quedamos con las ganas de saber para qué sirven estos remedios.
  
     Luego nos vamos hacia el Palacio Real, y cuando llegas impresiona la belleza de los tejados que asoman sobre los muros, pero no podemos entrar. Alguien nos dice que ha muerto una de las hijas del rey y hay una ceremonia, nos mandan a otra puerta. En la otra puerta nos mandan a la anterior y al final después de discutir con los guardias de la puerta el grupillo de turistas que nos agolpábamos para entrar, nos mandan a otra puerta distinta donde nos aseguran que podremos entrar a la una del mediodía.
     Aguardamos pacientemente la media hora que falta y mientras van llegando más y más turistas. Los vendedores de pareos, camisas y faldas hacen el agosto, pues no te permiten entrar al palacio con pantalones cortos ni camisetas de tirantes, ni nada que deje asomar un poco de carne. Nosotros lo sabíamos y veníamos preparados, y los demás turistas deberían saberlo (lo pone claramente en las guías) pero allí están con el atuendo como si fueran a Benidorm.
     Finalmente nos dejan entrar, los edificios son majestuosos y de un refinado impresionante, pero cuando vamos a  atravesar la segunda muralla, los militares nos cierran el paso. No podemos entrar ¿pero que cachondeo es este?  Finalmente le pregunto a un empleado que me dice que precisamente hoy viene el rey para celebrar una ceremonia en la que cambian la ropa que cubre a un pequeño Buda de jade verde, que es de lo más sagrado del país. Esto se hace cada cambio de estación y vaya.... tenia que ser precisamente hoy que veníamos nosotros. Luego empiezan a llegar los invitados a la ceremonia, con sus trajes de jerifaltes y uniformes de gala y ya nos tenemos que ir. Finalmente nos enteramos que el Palacio estará cerrado 6 días al público por los rituales fúnebres de la hija del rey. En fin, lo tendremos que dejar para cuando volvamos a  Bangkok.
Pero luego nos vamos a visitar el Wat Pho, que es un templo y resulta increíble. En otro recinto amurallado se agolpan decenas de edificios exquisitamente decorados. Parece como un sueño, esto es la disneylandia budista. He visto mucha arquitectura y muchos templos, pero estos.... estos son sublimes. El detalle, la finura y la elegancia de sus diseños supera todo lo que he visto anteriormente. En uno de los edificios, con sus tejados de colores, rematados por ondulantes agujas de espejos de colores, se halla el Buda tumbado más grande de Tailandia, con sus 46 metros de largo y 15 de alto, todo cubierto de pan de oro, es impresionante, las plantas de sus pies representan en viñetas las diferentes etapas de la vida de Buda, hechas de madreperla. Las paredes tapizadas de frescos representando la vida monástica, palaciega y del pueblo a lo largo y ancho de toda su superficie, y el constante tintineo de las monedas cayendo a las pilas de ofrendas, una larga fila con 116 cuencos de limosna, donde tienes que echar una moneda en cada uno (son de muy poco valor). En fin, esto es lo primero que te encuentras y te apabullan las colosales dimensiones de lo que estás viendo.

     Luego el recinto se compone de otros edificios donde hay otros 4 Budas principales, alguno realmente magnifico, con unas increíbles filigranas de figuras a sus pies y otros menos impresionantes pero de grandes proporciones. Entre los jardines que te llevan de una parte a otra hay cientos de budas menores (dicen que es la mayor concentración de budas de Tailandia) y luego las 4 enormes agujas de unas estupas decoradas exquisitamente a base de cerámicas de motivos florales.  Los monjes con sus túnicas azafrán corretean por el lugar mientras que los monjes más ancianos se resguardan del implacable sol bajo las sombras de los exóticos árboles.
      Nos impresiona tanto el lugar que incluso Javi que no es muy dado a visitar templos no ha tenido inconveniente en tirarse allí dentro varias horas.

      Luego visitamos un pestilente mercado de pescados secos y finalmente tomamos un taxi barco express que recorre Bangkok río arriba, río abajo. El caudal es enorme y como el río esta bajo la influencia de las mareas marinas vemos que toda la zona cercana al río está inundada, los comercios exhiben sus mercancías y los restaurantes sus comidas pero dos palmos de agua inundan los locales. La gente lo ignora completamente, es un espectáculo muy surrealista, hay una tienda de tallas de madera y el vendedor esta allí sentado tranquilamente en su silla con el agua hasta las rodillas ja,ja,ja... casi que vendremos otro rato de compras ja,ja,ja...   Supongo que aunque las casas de esta zona están sobre pilotes el nivel del río ha crecido debido a que el fondo se ha ido rellenando de sedimentos o debido a la subida de los mares por el calentamiento global, no sé por qué, pero para esta gente será un gran problema.
      Finalmente llegamos a uno de los embarcaderos que se extienden por toda la ciudad y vemos que los barcos vienen realmente llenos. Parece mentira que no se hundan con tanta gente y con las grandes olas que tiene este caudaloso río.
      Al llegar el barco que va hacia la zona de nuestro hotel vemos lo fácil que es perderse dos personas. Hay dos chicas con pinta de alemanas que cuando el barco atraca en el muelle van a subirse a él. Primero suben unos monjes y luego una de las chicas. No ha hecho nada más que montar y el barco arranca a toda velocidad llevándose a una de ellas y dejando a la otra en tierra. Vale, nos quedamos atónitos porque nosotros también íbamos a subir pero ni tiempo nos dieron. Y piensas, bueno, ya subiremos en el siguiente barco y allí estará la amiga esperando.

    Y subimos, y mola un montón la sensación de ir en ese rápido autobús acuático, pero dos embarcaderos antes de llegar al nuestro, la otra alemana se baja del barco y pensamos que no van a la misma zona que nosotros. Pero cuando llegamos a nuestro embarcadero, Khao San, allí estaba la otra esperando. O sea, que se bajó sin saber donde tenía que hacerlo y allí se quedó supongo que perdida. Y todo por haberse separado fortuitamente y no saber a dónde tenía que ir....  O quizás es que quería perder a su amiga de vista, quién sabe ja,ja,ja..

    Bueno, aquí lo dejo hoy.  Hasta la vista...