miércoles, 6 de junio de 2012

Relatos desde India 4: El santuario de los hippies


28 de Octubre de 2009

 El calor es infernal, y estoy sudando a chorros. El color me rodea literalmente por todos lados, estoy envuelto en una especie de caleidoscopio cromático y oloroso.
 

   Es el mercado de los miércoles en Anjuna. Es el mercado más famoso de toda la costa de Goa. Aquí puedes encontrar artesanía de todas partes de India. Algo así como el rastro de Zaragoza, más o menos de ese tamaño, pero sólo de artesanía y especias. Las mujeres del Rajastán visten de vívidos colores y sus caras no pasarían por un detector de metales.

  
   A algunas apenas se les ve la cara de la cantidad de cachivaches, pendientes, argollas, aros para nariz y demás joyas con las que se adornan, es espectacular verlas. Todo el mundo quiere venderte algo, todos te llaman, son duros y persistentes, pero más duro soy yo, no tengo ganas de comprar nada, sólo quiero ver la diversidad de gentes que aquí se acumula y tampoco se puede comprar todo lo que uno ve aquí. Me arruinaría y llenaría mi mochila de cachivaches, no siempre muy útiles.

   
     Esta zona ha sido siempre un destino hippie de primera línea. Cuando los Beatles se vinieron a la India  en busca de inspiración y de meditación, recalaron por estas costas, poniéndolas de moda entre los hippies de la época. Podemos ver a los pioneros que ya deben llevar muchos años viviendo aquí. Son hippies puretas, alguno ya rondará los 60 años y siguen en su línea. Es curioso ver a estos ya señores mayores, con sus largos pelos, sus tatuajes y algún atrevido con tanga a pesar de la edad.

     También hay mucho turismo internacional, gente joven que viene a pasar aquí sus vacaciones, sólo ven Goa y nada más en India. Días de playa y fiesta, huyendo del frío invierno europeo. Hay franceses, rusos, alemanes dispuestos a beberse todo el alcohol que puedan por muy poco dinero y disfrutar de las tremendas fiestas nocturnas que dicen que se montan por estas playas.

   
 Nos hemos bañado con muchas ganas después del calor que hemos pasado en el enorme mercado. El agua era cálida pero suficientemente refrescante. Grandes palmeras cargadas de cocos bordean la playa y me ha sorprendido la cantidad de vida salvaje que se puede ver aquí a pesar de lo contaminado y degradado que está este país.

  
    Hay cientos de grandes cangrejos, cangrejos violinistas de grandes pinzas blancas y multitud de peces quedan atrapados en las pozas de marea. Numerosas aves marinas dan cuenta de ellos. Son bastante confiadas y se dejan ver de cerca.
 En la playa puedes ver las vacas tumbadas junto a las palmeras, rumiando su comida. Y mientras las vendedoras de frutas pasean con su mercancía sobre canastos en la cabeza, al otro lado de la playa se levantan grandes chiringuitos donde los turistas nos refrescamos y bebemos cerveza al son de la música house o del chillout. Es una mezcla muy extraña y agradable. Hay muy bien ambiente. Esto es la Ibiza de la India. 

     Mañana dejaremos Panaji, la ciudad colonial portuguesa donde estamos alojados y que recorrimos ayer. Sus estrechas callejuelas con sus casitas de colores y salpicadas de pequeñas iglesias encaladas de blanco, te hacen sentir desplazado, esto no es la típica imagen que tenemos de India, ni mucho menos.

   De repente pasa un grupo de mujeres con sus saris y te das cuenta de que realmente estas aquí. Es una más de las múltiples caras que tiene este país. Este país donde puedes ver la pobreza más absoluta pero que al mismo tiempo se dedica a fabricar coches, satélites y bombas atómicas. Este país que es una de las grandes potencias informáticas y se dedica a exportar programadores por el resto del mundo.
  
Como si estuviéramos en nuestra casa
    Goa parece una zona próspera, se ve bastante rica. Buenas casas, buenos coches, bastante limpieza, contrasta mucho con Aurangabad.

   Aquí desemboca el río Mandawi, que a su paso por la ciudad es bastante ancho, y un gran puente lo cruza. De verdad que se le da un aire a cualquier país mediterráneo.





Atardecer en Goa
    Un poco más tierra adentro esta Old Goa, la gran ciudad que los portugueses fundaron en el siglo XVII en estas latitudes y que dicen que fue mucho más grande y esplendorosa que la Lisboa de su época.


Al atardecer las familias pasean por la orilla del mar
    Finalmente la Inquisición y la malaria se encargaron de acabar con esta rivalidad y la llevaron a la decadencia, y así ha llegado a nuestros días.


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