jueves, 10 de mayo de 2012

Relatos desde India 3: Las carreteras de India





   


   27 Octubre 2009


    
Las caras de los hombres aún parecían mucho más oscuras de lo que realmente eran, vistas contra el blanco inmaculado de la montaña de algodón sobre la que trabajaban. Nunca había visto tanto algodón junto, eran varias montañas de unos cuantos metros de altura.
    

Almacén de recogida y procesado de algodón
    Estamos en la carretera que lleva a las cuevas de Ajanta. La experiencia del día anterior con el 4x4 compartido fue divertida pero incómoda. Hoy hemos preferido alquilar un coche pues la distancia a recorrer es bastante más grande y realmente el viaje ha sido muy cómodo y hemos podido disfrutar de todo el mundillo que se puede observar desde la carretera.
    

    Me llaman mucho la atención los grupos de mujeres con sus saris desgastados y sus negros hombros y riñones, acarreando mercancía por los laterales de la carretera. Unas llevan unas grandes palanganas que portan sobre un pañuelo enrollado en sus cabezas. Ahí llevan todo tipo de mercancías, otras llevan unos característicos recipientes metálicos de color plateado utilizados para portar el agua, pues aquí hay muchísima gente que no tiene agua corriente.  Hay pueblitos muy básicos de adobe y techo de cañas salpicando el monte circundante. Los cultivos predominantes son el algodón y el sorgo.
     Hay muchos carros de madera tirados por una pareja de bueyes cheposos parecidos a los cebúes. Sus dueños les pintan los cuernos de colores, azules, verdes y otros a franjas con los colores verde, blanco y naranja de la bandera de India. Son muy pintorescos. Puedes verlos cargados de cañas de sorgo o con familias enteras compuestas por muchos miembros. Son la gente con menos recursos. Otros más afortunados pueden permitirse comprar una motocicleta y ves a las familias enteras sobre ellas. Por esta zona hay muchos musulmanes y ves al hombre conduciendo, vestido de blanco de arriba a abajo, incluido el gorro, detrás de él suelen ir los niños y para terminar van las mujeres elegantemente sentadas y con sus radiantes saris de intensos colores. 




Fruto del algodón

 Muchos otros, más afortunados, se pueden permitir un coche, normalmente de las marcas nacionales como Tata, o extranjeros como Suzuki.  Los más afortunados pueden incluso permitirse lujosos todoterrenos que siempre llevan relucientes, a pesar de la suciedad reinante.



 Por el camino también veo alguna de esas terribles fábricas de ladrillos artesanales, hechos de adobe con moldes de madera, donde los niños y algunas mujeres trabajan largas y duras jornadas en régimen de semiesclavitud. 

    Todo es posible en estas carreteras, el tráfico es caótico, con multitud de motos y una incesante cacofonía de bocinas, los camiones y autobuses llevan escrita la leyenda "please horn" o lo que es lo mismo "toque el claxon por favor"  para avisar de que estas ahí o de que les vas a adelantar, pues no usan los espejos retrovisores. Donde ves dos carriles pueden pasar simultáneamente 4 vehículos si caben, los ricksaws se mueven entre los monstruosos y desvencijados autobuses a toda velocidad.


  Y como todo es posible encontramos situaciones impensables en nuestro país. De repente un carril está cortado al tráfico, no son obras, no es un control policial, es un hombre que va rodando sobre si mismo sobre el asfalto, quién sabe si está cumpliendo una promesa, una penitencia, peregrinación o simplemente perdió una apuesta. El caso es que metro a metro va avanzando sobre el recalentado asfalto y su única protección es un grupo de siete u ocho hombres que le acompaña protegiéndolo con sus cuerpos de los vehículos. Nunca había visto a nadie jugarse la vida de esa manera en la carretera.

Un alto en el camino
    Atravesar los pueblos y pequeñas ciudades de la carretera es internarte en un mundo caótico de movimientos, ruidos y colores. Los puestos móviles y estáticos se apiñan a los lados de la carretera. La gente hace señas a los vehículos de transporte para que paren y los recojan. Otros simplemente miran sentados desde un rincón cómo la vida bulle a su alrededor. Son lugares un poco estresantes.

   Vamos internándonos entre colinas cubiertas por bosques de hoja caduca que ya amarillean y por fin llegamos a Ajanta. Hay que dejar el coche en un parking y seguir los últimos 4 Km. en unos autobuses especiales que han puesto para proteger las cuevas de la contaminación. O para sacarte alguna rupia más.
    
Langures blancos
     Ajanta es un sitio espectacular. El río ha formado un bonito cañón con forma de herradura. Y los bosques cubren sus paredes. Los monos langures blancos saltan entre sus ramas y te observan desde muy corta distancia. Todo va bien si no te metes con ellos, pero si te pasas un poquito te enseñan sus afilados dientes que destacan muchísimo en su cara negra.

   



Fachada exterior de una de las cuevas


  En las paredes del cañón, siguiendo la forma de U hay escavadas 30 cuevas con pinturas murales y esculturas budistas. Las crearon en el siglo II a.c. y se utilizaron hasta el año 480 d.c. Luego cayeron en el olvido durante 1.500 años hasta que una partida de caza de los ingleses las descubrió por casualidad cuando buscaban el rastro de un tigre herido.


 Aunque escultóricamente no son tan espectaculares ni refinadas como las de Ellora y su insuperable templo de Kailasa, son muy curiosas e interesantes. Muchas conservan restos de frescos en sus paredes y techos, casi todos con motivos budistas aunque otros hacen referencia a escenas de la vida cotidiana.





Paredes llenas de frescos conducen al santo sanctórum

Todos tienen un santo sanctórum al fondo de las cuevas, unos con enormes figuras de Buda y otros más antiguos con la primitiva imagen de Buda, antes de que se le diera forma humana, que bien podía ser representado como una esfera o bien como una rueda de la vida. Algunas son salas de oraciones con conjuntos de columnas talladas y otras son monasterios. La fachada de otras está cubierta de asombrosas esculturas de dioses, ninfas o una especie de ángeles.  Me ha gustado mucho la visita.
Buda rudimentario, anterior a su representación
con forma humana


 




     Luego volvemos a la anodina Aurangabad. Una ciudad sin ningún encanto, la verdad. A pesar de sus 830.000 habitantes (más grande que Valencia) hay poco que hacer aquí y su caos, polución y ruido te agrede sin cesar. No hay motivo para seguir en esta fea ciudad.  Buscamos transporte para salir de aquí y marchar a Goa, nuestro próximo destino. Saldremos el próximo día por la tarde.

 
    
Interior de las cuevas
   Por la mañana pensábamos en ir a ver la réplica del Taj Majal que hay a las afueras de esta ciudad. Se llama Bibi Ka Maqbara y no es tan impresionante, ni tan refinado, ni tan grande como el auténtico Taj Majal, el de Agra. De hecho le llaman el Taj Majal de los pobres,  pero era una buena forma de pasar la mañana. Fue construido por el nieto de Shah Jahan, el último gran emperador mogol y constructor del Taj Majal, todo queda en familia.


  

A pesar del paso de los siglos, se conservan muchos frescos

        Finalmente pasamos de ir a verlo y nos quedamos a dormir más rato, necesitamos descansar un poco. Las chicas no están muy bien, les duele la garganta y tienen tos fuerte. Los aires acondicionados y los cambios de temperatura les han  hecho mella. Yo tengo las tripas un poco raras pero voy bien, de momento no hay problema. Pero hay que comprar alguna medicina para la tos y comida para el largo viaje de autobús que nos espera. Serán 15 horas de carretera para llegar a Panaji, la capital de Goa.


     
Nervaduras del techo y frescos de temática budista
 Desde aquí os escribo ahora, el viaje de bus fue bastante cómodo y yo pasé la noche durmiendo. Antes nos tragamos 3 pelis de Bollywood en el video del autobús. Dos eran del tipo de Pajares y Esteso pero con mucho baile, coreografía y chicas y chicos muy monos y la tercera resultó ser un thriller policíaco un tanto extraño.


   
Panorámica de uno de los lados del cañón de las cuevas de Ajanta
    Bueno, me enrollo mucho ja,ja,ja... Deciros que después de Aurangabad esta ciudad es una gozada. Es pequeña y parece que estés en Lisboa. Es algo muy raro, no parece que estés en India, pues son casas coloniales portuguesas de vivos y llamativos colorines. Esto es la costa Malabar, aquí estuvieron los portugueses muchos años cuando tenían aquí su ruta de las especias. Y los nombres de calles y plazas son portugueses.


    Están cerrando el cibercafé. Tengo que cortar. Saludos y hasta pronto.


Detalle de las paredes de uno de las cuevas-templo