lunes, 22 de octubre de 2012

Relatos desde India 9: Los últimos hippies de Goa



    14 Noviembre 2009

 La puesta de sol fue grandiosa, casi diría que psicodélica. Había dos soles, uno en el cielo, otro en la tierra, pues el disco anaranjado perfecto del sol se reflejaba nítidamente en la arena humedecida por las olas. Cuando finalmente el sol se sumergió en el mar comenzó el espectáculo de las nubes. Grandes cúmulo-nimbos, más altos que cualquier montaña del planeta, se teñían de un intenso rojo que se apoderaba de cada una de sus complejas y sinuosas estructuras con forma de coliflor. Las cumbres de estos cúmulos se desvanecían en finos hilos, arrastradas por los vientos de las alturas.

      Estas grandes formaciones nubosas no podían presagiar otra cosa sino fuertes tormentas, pero el espectáculo de color bien valía la pena. Que pena que mi cámara se había quedado sin batería y no podía siquiera intentar conservar este espectáculo sino en mi mente.
      El contrapunto de color lo ponían los finos cirro-estratos, teñidos de colores. Unos azul oscuros casi negros, otros anaranjados. Cielo y mar se fundían en uno solo, creando el curioso efecto de que las nubes llegaban a parecer lejanas islas vistas desde el aire.

   
    Puedo imaginarme a los hippies que llegaron a estas costas, disfrutando extasiados del mismo espectáculo que hoy estoy viviendo yo. Cargados de sueños de rebelión, de utopías forjadas por LSD y marihuana. Bañándose desnudos en las noches estrelladas y tocando las guitarras a la luz de las hogueras. Dándole gracias a la vida y amándose los unos a los otros. Paz y amor.

       Tras la pérdida de San Francisco y de Marrakech como capitales del movimiento hippie, legiones de ellos llegaron a estas costas y la convirtieron en su hogar. Los Beatles habían abierto la brecha cuando vinieron a la India en busca del misticismo y la inspiración que no encontraban en Europa.
        Luego, mientras el mayo del 68 se disolvía como un azucarillo en el café y mientras los americanos machaban Vietnam a bombazo limpio, o mejor dicho, a bombazo sucio, los últimos hippies encontraron aquí su nueva Meca.
        Todavía quedan muchos de ellos aquí en Arambol, donde me encuentro ahora. Rondan ya los 60 años, pero sus largos pelos y su indumentaria los delatan. Son los veteranos que envejecen dignamente y conservan aquí su pequeña burbuja de esos tiempos que ya han desaparecido en el resto de Goa.

      
     A diferencia de Anjuna o Bogmalo, los pueblos de Goa en los que estuvimos al principio del viaje, la música dominante no es el house, ni el chill-out, ni siquiera Bob Marley, tan de moda entre los descafeinados neohippies. Aquí suenan las viejas glorias, los clásicos de los 60 y los 70, como Janis Joplin, Grateful Dead, Jimi Hendrix o Deep Purple. Es como si el festival de Woodstock se hubiera quedado atrapado en estos cafés y restaurantes, resonando eternamente.
       
Cangrejos ermitaños
       Las viejas motocicletas Royal Endfield todavía se hacen hueco entre los modernos scooter. Piezas de museo que envejecen tan dignamente como sus dueños, cuidadas con esmero para que llegaran a nuestros días y pudiéramos escuchar su rebelde y bronco bramido.

       
King Fisher, el gran Martín Pescador que da nombre a la cerveza
     Pero esto acabará desapareciendo. Hoy Goa es un destino para muchos rusos y europeos que buscan playas baratas para huir del frío invierno de sus países. Esto irá a más, las agencias turísticas venden estos paquetes, que de momento no van a más porque apenas hay resorts de lujo. El alojamiento suele ser en cabañas de bambú o en modestas habitaciones. Eso lo salva por el momento del turismo masivo que prefiere otros destinos más cómodos como Tailandia o Maldivas.
         
    Aquí son muchos los neohippies que llegan, con sus rastas, sus piercings, sus tatuajes y sus artilugios para hacer malabarismo, buscando esos sueños utópicos ya desaparecidos. A cambio encuentran cerveza y porros baratos, raves en las playas donde el alcohol está casi regalado y la química de diseño se pone al servicio de paraísos artificiales.
         
Cangrejo Fantasma
       Los nuevos predicadores de la espiritualidad y del misticismo lavan sus pecados y sus culpas por vivir en un mundo consumista y estresante, haciendo yoga o taichi en solitarias puestas de sol y amaneceres, buscando desesperadamente encontrar la tan ansiada e irreal iluminación.

         
     Mientras, los hindúes se han adaptado para dar servicio a esta legión de extrañas gentes que vienen aquí buscando el paraíso. Y para ello han dejado de ser agricultores o pescadores y se han convertido en taxistas, hoteleros, restauradores, dueños de cibercafes, masajistas, vendedores o han tenido que montar un restaurante italiano o una panadería alemana aunque nunca hayan estado en Italia ni Alemania. Pero así es el espíritu de la India: dime qué te hace falta que yo te lo consigo. Que el mundo tiemble dentro de pocos años, cuando esto se desarrolle un poco mas.
           
     La India cambia rápidamente. Yo estuve hace apenas 6 años y la veo mucho más avanzada. Hay más coches nuevos, ya no se ven cicloricksaws, ahora todos están motorizados y conducen mucho mejor. Con el miedo que pase en la carretera en el anterior viaje... Por cierto, la lasagna que he cenado esta noche no tenía que envidiarle nada a la del mejor restaurante italiano, sabrosa, abundante y por tan solo.... 2euros de nada. La cerveza de 650 c.c. y 8 º cuesta.... 1,10 euros. No tienen rival en ningún otro destino de playa. Los ves cómo se pasan el día hablando por el móvil, debe ser muchísimo más barato que en España, y he visto menos pobreza, aunque supongo que dependerá de la zona que visites y por supuesto en las grandes ciudades hay bolsas de miseria, pero ni aquí ni en Kerala he visto ni miseria ni apenas suciedad.

          ¿Cómo sería esto hace 40 años, cuando llegaron esos hippies pioneros? Tuvieron que flipar en colores, nunca mejor dicho, tanto los lugareños como los recién llegados. Eso si, hay una cosa que no ha cambiado: el 99% de los hombres siguen llevando bigote  ¿por qué será?

          Por cierto, el ciclón se desvió y pasó por aquí la noche antes de mi llegada. No fue muy fuerte, arrancó algunos tejados y tumbó unos cuantos árboles. No hubo víctimas en el pueblo aunque leí que había 16 pescadores desaparecidos.
 En el bungalow de bambú donde me alojé el día que llegué aún quedaba un pequeño charco de lluvia de la noche anterior.
           De momento ha hecho sol a ratos, pero la tormenta que anunciaban los cúmulo-nimbos acaba de llegar. Menos mal que dejé el bungalow de bambú y me vine a una habitación, menos romántica pero mucho más práctica.