lunes, 10 de octubre de 2011

Diario de Bulgaria 2: Cruzando la frontera‏





                                                         Veliko Tarnovo
                        

     27 de octubre de 2010




Restos de la era soviética en Ruse
   Como no estaba nada claro el horario del autobús, decidimos presentarnos en el parking del hotel Horoskope y probar suerte. No íbamos a madrugar demasiado pero si esto fallaba iríamos en el tren que salía más tarde, a mediodía.
Cuando llegamos al parking no había ni rastro de ningún autobús. Puede que se hubiera ido ya o puede que saliera más tarde. Vi a 4 o 5 personas junto a un coche y pensé que quizás ellos estarían esperando también. Seguro que si, pues miré la matrícula del coche y era de Bulgaria. Fui a preguntarles y.... sorpresa.... ese coche era el autobús a Bulgaria ja,ja,ja.... Impresionante. Y mira por donde quedaban dos plazas libres a pesar de no haber reservado. Un señor que llegó un poco más tarde se quedó sin plaza. Aunque la situación era un poco surrealista resultó ser mucho mejor opción, porque el tren tardaba 4 horas en llegar, el autobús nos habían dicho que tardaba tres horas y con el coche llegamos en apenas hora y media. Fue un viaje muy cómodo.
Cuando me quise dar cuenta estábamos cruzando el Danubio, que forma la frontera entre Rumanía y Bulgaria. Un gran puente de acero es la frontera. Del lado búlgaro, kilómetros de camiones de mercancías esperaban para cruzar la frontera. Nosotros lo hicimos en un momento y el control de pasaportes apenas duró un minuto. Ya estábamos dentro!!!!!!









Las tranquilas calles de la ciudad fronteriza de Ruse
  Nos dejaron en la ciudad fronteriza de Ruse, donde pasamos el día paseando por sus tranquilas calles, llenas de mujeres con carritos de niños, para que luego digan que Bulgaria tiene la tasa de natalidad más baja de Europa. En esta ciudad desde luego no era así. El ambiente era muy agradable, la temperatura también y nos fuimos a la orilla del gran río, el imponente Danubio era recorrido por grandes barcos plataformas que transportaban toneladas de carbón y de cemento, las grúas portuarias sobresalían en ambas orillas, y grandes y pesadas industrias se asentaban en las orillas rumanas y búlgaras, como si ambos países compitiesen por llevar sus malos humos lejos de sus países y se los echasen al vecino.


Grandes barracones abandonados, completamente llenos de desconchones y con todos los cristales rotos, con sus letreros en caracteres cirílicos de los que se habían caído algunas letras nos transportaron a otra época, la era soviética estaba allí delante de nuestros ojos, gris y decrépita, como un pasado que se resistía a desaparecer completamente. Las montañas de carbon y las grandes chimeneas sobre el cielo plomizo me traían imágenes a la mente, imágenes que creía ya olvidadas.

El enorme Danubio crea la frontera entre Bulgaria y Rumania

    Me sorprendí a mi mismo con la capacidad que había desarrollado de leer los carteles en cirílico, en tan solo un día. Me había estudiado las letras y las conocía casi todas antes de salir de viaje, pero ahora estaba inmerso en un mundo escrito en ese extraño lenguaje y me estaba resultando más fácil de lo que pensaba manejarme en él.
    Al día siguiente, es decir hoy, hemos cogido un microbus que nos ha traído a Veliko Tarnovo, una ciudad histórica. Fue la capital del II Imperio Búlgaro hasta principios del siglo XX en que la capital pasó a ser Sofía. Es una pequeña ciudad de casas bajas y estrechas calles empinadas, encajonada entre varias colinas y la hoz que forma el río que la atraviesa. Los bosques otoñales delimitan sus contornos y el conjunto es bastante bonito. Al fondo, ocupando todo una colina están los restos del fuerte bastión que fue esta ciudad.





Sus centenares de metros de muralla todavía delimitan perfectamente lo que fue la ciudadela, sus laderas conservan los círculos concéntricos que van formando los restos de lo que fueron, casas, iglesias y talleres. Quedan todavía los muros del palacio que albergaba y en lo alto de la colina, dominando el valle se alza una iglesia con sus cúpulas y torres de piedra rematadas por cruces. Es una visión grandiosa y bonita.


Esta fortaleza fue empezada a construir por los romanos, también estuvieron los Trazios y los Bizantinos, destruida varias veces por las guerras Turcas y ahí sigue resistiendo varios siglos después en su bello emplazamiento. Actualmente está en fase de reconstrucción.



El presidente del país, el jefe de la iglesia ortodoxa búlgara
y altos cargos del ejército
  Hemos llegado en un día especial. Hoy, precisamente hoy, es el 825 aniversario de que esta ciudad se convirtió en la capital del segundo Imperio Búlgaro y como era un día tan especial resulta que ha venido el presidente del país, acompañado de un cura que debe ser algo así como el papa de la iglesia ortodoxa, otros políticos y claro, escoltas, coches oficiales y demás parafernalias. Todo el sequito y sistema de seguridad del presidente.
    Hemos visto la ceremonia, los soldados vestidos de gala disparaban salvas cada vez que una voz decía el nombre de uno de los 22 zares que tuvo la ciudad, y unas chicas iban soltando un globo por cada uno de ellos. Lo hemos estado viendo por un rato y después nos hemos ido a ver el monumento. Lo bueno es que nos ha salido gratis porque hoy no cobraban entrada.
    Al llegar a la iglesia de lo alto (la iglesia de la Sagrada Sabiduría) nos hemos asustado porque de repente han salido dos tíos vestidos de negro y con pasamontañas portando unos enormes fusiles. Eran los francotiradores que habían apostado en el campanario de la iglesia, parte del sistema de seguridad del presidente. Como para haber tonteado o bromeado, te pegan un tiro por menos de nada. Luego subimos a la torre y las vistas de la ciudad extendiéndose a lo largo y ancho de las colinas boscosas era muy bucólica, las casitas con sus fachadas blancas y sus tejados rojizos. Lástima que la luz no era muy buena.
Puente sobre el río, entrada a la fortaleza
   Por la noche han hecho un espectáculo de luz y sonido sobre las murallas de la fortaleza y las ruinas. Es un espectáculo que deben hacer muchas noches de verano, cuando hay turistas. Pero hoy también ha tocado debido al día que era. Muchísima gente ha ido a verlo y la verdad es que vale la pena. Una música de fondo lo inunda todo, las grandes campanas que hay instaladas por las laderas de las colinas empiezan a tocar y los muros y ruinas se van iluminando de colores, rojos, azules, amarillos, por partes, todo a la vez, intentando contar la historia de la construcción y las sucesivas destrucciones de la ciudad. Y realmente consiguen recrear una ciudad fantasmagórica que aparece y desaparece.  Algunos efectos de luz eran sorprendentes y del campanario salían haces de rayos láser. Finalmente unos fuegos artificiales han puesto punto y final a la celebración y yo pongo punto y final al relato en este momento, que ya es un poco tarde.

La ciudad de Veliko desde la fortaleza


1 comentario:

  1. Las imágenes me han parecido impresionantes.

    Gracias por ofrecernos estos datos, al margen de la propaganda oficial turística.

    Candelaria

    ResponderEliminar