lunes, 31 de octubre de 2011

Diario de Bulgaria 4: Brujas, demonios y fantasmas


Plaza de los pintores, Plovdiv

1 de Noviembre de 2010 

Un grupo de brujas recorría la calle, monstruos, fantasmas, demonios y extraños seres se reunían en oscuros grupúsculos iluminados tan solo por la luz que salía de los ojos y bocas de las calabazas. Era la noche de Halloween y parece ser que ha llegado hasta estas latitudes también. No era yo solo el que se extrañaba, pues mucha gente que paseaba por la calle se quedaba con la misma cara de sorpresa que yo.
Grupos de 15 o 20 personas se juntaban frente al macdonalds de la calle principal. Ay.... si se lo hubieran dicho a sus padres o a sus abuelos hace apenas 20 años, cuando este país aún formaba parte del bloque soviético....no se lo hubieran creído. El americanismo campa a sus anchas por el mundo y nos exporta sus fiestas y sus absurdas costumbres, no sé, no es para mí eso de vestirse de muerto y salir a la calle a hacer el ganso. Lo de la calabaza me parece hasta bonito, pero lo de los disfraces...
Supongo que en España hoy los cementerios se llenaran de gente para llevarle flores a los que ya no están, o en México habrán cenado y bebido tequila toda la noche en los cementerios, delante de las tumbas de sus familiares, mientras comen caramelos con forma de calaveras, pero eso de vestirse de monstruito y salir a la calle a pedir dinero.....ja,ja,ja... eso si, nos echamos buenas risas a consta de estos adolescentes. Cada loco con su tema.


 
Interior de la mezquita de Plovdiv
  Habíamos llegado a media tarde a nuestro nuevo destino, la ciudad de Plovdiv, la segunda ciudad más importante del país. Como habían atrasado la hora la noche anterior, prácticamente fue llegar (tras 4 horas de viaje), hospedarnos y ya cayó la noche. Era una noche bastante gélida, lo cual no impedía que mucha gente paseara por las calles, comiera y bebiera en las terrazas y hasta algunas atrevidas se vistieran de brujas sexys ligeritas de ropa. Había músicos callejeros que desafiaban al frío para ganarse un dinerito. La verdad es que la ciudad tenía muy buena pinta, pero nos recogimos pronto.

Por el día hemos recorrido el casco antiguo, con su ambiente bohemio y evocador. Toda esta zona es peatonal y da gusto andar por ella. Bonitos edificios neoclásicos pintados de vivos colores compiten en ver cual tiene los detalles más bonitos, las fachadas con más molduras y esculturas. Los bajos están repletos de tiendas y bares de diseño. Tengo que decir que aquí los restaurantes tradicionales no abundan, en su lugar esta ciudad tiene una legión de pizzerías, kebabs y puestos de salchichas, una pena pero no se puede tener todo.


Café callejero
  El pavimento de mármol dio paso a las calles empedradas junto a la gran mezquita que posee esta ciudad. Su gran minarete es visible desde gran distancia y a su alrededor proliferan los tenderetes de joyas y gafas de sol. Las plazoletas de los alrededores están llenas de pintores callejeros que exponen y venden sus cuadros, y que nos trae una imagen muy cercana al Paris bohemio. La gente va y viene, los limpiabotas golpean sus cajones con los cepillos para llamar a los posibles clientes, la gente sale de tiendas y oficinas a fumar y tomar café en la calle, pues las calles están llenas de maquinas de café (los búlgaros son auténticos adictos a la cafeína) y aunque no me creáis, el café de estas máquinas es mucho más bueno que el que te puedes tomar en cualquier cafetería de todas las que hemos recorrido hasta ahora. Es increíble ver una cafetería bastante lujosa y que luego te sirvan la mierda de café que te ponen. Pero sales a la calle, echas tu monedita en la máquina y te sirve un café delicioso. No lo entiendo.








Casa tradicional
Seguimos recorriendo la ciudad antigua, los vestigios romanos empiezan a asomarse, unas columnas por aquí, los restos de un stadium allá, y lo más importante: un anfiteatro bastante bien conservado aunque no todo lo cuidado que a uno le gustaría. Eso si, este al menos sigue teniendo vida, pues hay varios festivales culturales en esta ciudad y el anfiteatro se convierte en escenario de conciertos.

La ciudad se extiende a lo largo de siete colinas, al igual que Roma. Pronto podemos comprobarlo, las calles empedradas comienzan a subir aunque afortunadamente hay bellas casas antiguas que te obligan a parar para contemplarlas y de paso tomar aire. Museos, iglesias, edificios del siglo XIX convertidos en pintorescos hoteles, museos etnográficos y galerías de arte (por cierto, en esta ciudad aprecian muchísimo a Dalí), tiendas de anticuario y como no, las tiendecillas de recuerdos, completan el bonito y agradable paseo mañanero.



Casa convertida en museo
Para terminar llegamos a lo alto de la colina, donde unas hermosas casas tradicionales de bella estampa y gran colorido ponen fin a lo urbanizado. Allí, un caminillo nos lleva a la cima. Entre una planicie herbosa y unos arbolitos encontramos unas grandes rocas y los restos de lo que un día fue una muralla. Los grafiteros lo han destrozado todo. Aquí estuvo el primer asentamiento de lo que se convertiría en esta ciudad. Según la guía fueron las primeras tribus Tracias las que instalaron aquí su aldea hace nada más y nada menos que 6000 años..... No sé, es lo que dice la guía y da mucha pena ver que un lugar así está tan poco conservado y tan agredido por los vándalos. Lo que si os puedo decir es que desde aquí hay unas vistas maravillosas a la ciudad, que se extiende todo alrededor por las colinas cercanas. El río divide la ciudad en dos y apenas a las afueras de la ciudad vemos las grandes chimeneas de lo que parece ser una central térmica, aunque lo mismo podría ser una nuclear, no estoy del todo seguro.
Cerámica típica búlgara
  Mañana nos vamos de aquí, pero debemos replantearnos el viaje. Ayer descarté una escapada a un pequeño pueblo del norte, Koprivistitsa, pues aunque seguro que vale la pena visitarlo creo que hay bastante dificultad con el transporte. El pueblo ha sido declarado como pueblo-museo bajo el auspicio del gobierno. Allí no encontraras carteles luminosos, ni publicidad ni nada que rompa la estética tradicional de la villa, dicen que es muy bonito. Recuerdo la belleza del pueblo de Nesebar rota por la intensa proliferación de carteles anunciadores de tiendas, hoteles y restaurantes.



El caso es que hemos mirado en la guía el tema de transporte y no encontramos autobús, el tren te deja a 8 Km. del pueblo y aunque dicen que hay un autobús que lleva al pueblo parece ser que no es seguro que aparezca. Y claro, la perspectiva de ir 8 Km. andando con la maleta pues va a ser que no. O sea que lo descartamos y decidimos cambiarlo por una estación de montaña que esta en las montañas Pirin. Es la estación de ski más importante del país y dicen que bastante bonita. Se llama Bansko y podría haber sido una buena base para internarnos en las montañas. Nos informamos de que hay autobús directo desde Plovdiv y pensábamos ir mañana por la mañana.

Desde las ruinas Trazias sobre la ciudad nueva
El caso es que hace apenas un rato nos hemos enterado de que solo hay un autobús y sale a las 3 de la tarde y tarda mas de 3 horas en llegar desde aquí. Y a falta de 4 días para nuestro regreso no podemos permitirnos el lujo de malgastar un día completo para llegar hasta allí, de noche y sin poder ver nada. O sea que muy a mi pesar, pues el cuerpo me pide montaña y me empiezo a cansar de tanto paisaje urbano, lo mejor es pasar olímpicamente de Bansko y tirar directos hasta la capital, Sofía, que está apenas a dos horas de aquí.
Es meternos de nuevo en la gran ciudad, pero es lo mejor pues está muy bien situada respecto al Monasterio de Rila que iba a ser nuestro último destino antes de tomar el vuelo, y también a las afueras de la ciudad hay un parque nacional de montaña. Esto es lo que tiene viajar por libre, que a veces las cosas no salen como uno ha planeado y hay que improvisar sobre la marcha, los posibles destinos que llevabas en la cabeza se caen por su propio peso ante la dificultad de acceder a ellos sin mucho trastorno pero a su vez se abren nuevas oportunidades para conocer otras cosas. 
Ya os iré contando.

Anfiteatro romano de Plovdiv





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