lunes, 28 de noviembre de 2011

Un viaje por Malasia y Singapur 6: La isla de Sandokan


   El australiano sentado a mi lado que no paraba de hablar y de preguntarme cosas, por fin se quedó completamente callado. Se estaba mareando y preparó una bolsa por si acaso. En el asiento de delante un chaval malayo no dejaba de vomitar. Yo miraba por la ventana del ferry y realmente el mar parecia bastante plano y con poco oleaje, pero el barco se movía barbaridad. Subía, bajaba... los fuertes golpes hacían retumbar el casco del barco y de vez en cuando me tenía que agarrar al asiento delantero y sentía esa desagradable sensación de vértigo en el estómago. Las dos horas de travesía que nos esperaban prometían no ser muy tranquilas y eso me daba un poco de temor por el hecho de que a la vuelta el mar estuviera peor y no pudieramos salir de la isla el día previsto para regresar a Singapur en busca de nuestro vuelo de vuelta a casa.

 Tioman, Tioman, paraíso perdido.... y pensar que estuve a punto de no ir a verte por el temor a no poder regresar a tiempo. Haber estado tan cerca de tí y no haber conocido tu salvaje geografía, tan maravilloso lugar perdido en alguna parte del Océano Indico. Al final decidimos arriesgarnos y cruzar el estrecho.
Estábamos en el archipiélago de Seribuat, un grupo de 64 islas con corazón de granito y rodeadas de arrecifes coralinos. Nos dirijimos a Pulau Tioman, la mayor de ellas.
En los años 70 la revista Time la incluyó en la lista de las 10 islas más bonitas del mundo. Esto siempre es muy relativo y no me voy a meter a divagar si es cierto o no, primero porque no conozco todas las islas del mundo y segundo porque me resultaría difícil quedarme sólo con 10. Lo que sí que puedo decir es que es una isla muy espectacular. Y no es por sus playas ni por sus arrecifes sino por sus impactantes montañas gemelas, las Twin Peaks, dos mallos de granito que se asoman al mar. La cadena montañosa que divide la isla en dos vertientes la recorre de norte a sur y la selva cubre completamente la isla, sus 20 kilómetros de largo por 11 de ancho. Vamos, que hay territorio donde perderse. La isla tiene forma de tortuga, y de hecho las tortugas surcan sus aguas y vienen a sus playas a poner sus huevos. Me han dicho que estuvieron hace un mes con la puesta, por lo que sera difícil verlas ahora.

Lo que más sorprende es que pese a tener un aeropuerto (para verlo, encajonado entre la montaña y el mar y con una sola pista donde no parece ni que pueda aterrizar una pequeña avioneta) y vivir integramente del turismo, la isla está apenas desarrollada. Sus 3.000 habitantes viven dispersos en pequeñas aldeas salpicando la costa oeste. El resto de la isla está virgen y sólo hay 8 kms. de carretera en toda la isla y una pista inacabada que cruza la isla para llegar a la única población de la costa este. Lo demás son senderos y caminos por la selva.
Vamos, una isla maravillosa, un paraíso perdido. Un lugar donde pasarse una  buena temporada con la compañía adecuada, porque eso sí que va a ser importante, con lo poco que hay que hacer aquí si la compañía no es buena seguro que acabas aburriéndote. Es lo que tiene la vida del "dolce fare niente".


La estrecha pista tiene la anchura de un sidecar    
   Por lo demás en la isla una vez que sales de Tekek, su "principal población" que es donde está el "aeropuerto" y los 8 kilómetros de carretera, la tranquilidad es absoluta. También es cierto que aquí ahora ha llegado el monzón y es temporada baja, por lo que la mayoría de alojamientos están cerrados Pero una vez que te metes en los senderos, parece que estás en una isla de piratas.




Varano de metro y medio
 Los varanos o lagartos son gigantes, he visto alguno de más de metro y medio. Enormes mariposas de alas de pájaro y vivos colores vuelan por todas partes, los monos deambulan a sus anchas. Los grandes murciélagos o zorros voladores, de un metro de envergadura pasan el día colgados de las ramas de los árboles, por la noche saldrán en busca de los árboles frutales pues estos no comen insectos sino frutas.

Zorros voladores, murciélagos
de un metro de envergadura
  En los frutales que tenemos frente a nuestro bungalow acuden todas las noches a comer.
El mar es de un intenso color verde esmeralda. No es la mejor temporada para bucear, pues con los monzones la visibilidad no es muy buena. Cuando entro me quedo un poco triste, pues el arrecife está muy machacado. Por todas partes el coral está roto y en la zona cercana a la playa el arrecife no forma barrera continua, son grupos de corales aislados que salpican allí y allá. La salud deteriorada del arrecife queda de manifiesto por la gran cantidad de erizos que hay, toda una plaga de erizos negros de larguísimas y muy afiladas púas. Hay que tener mucho cuidado con ellos, porque además de tener una picadura que produce gran dolor, poseen una toxina que te provoca nauseas, dolor de cabeza y mareos. Los que han probado su picadura dicen que duele muchísimo.

Hay grandes bancos de lo que parecen anchoas, y los predadores los atacan por todos los flancos. También consigo ver un pequeño tiburón de arrecife.Los paisanos aquí tienen poco que hacer, se dedican a la pesca con caña y veo que están sacando peces globo. Es muy raro porque cuando los pescan, estos reaccionan hinchándose para parecer más grandes y evitar el peligro. Luego los pescadores los sacan y como no valen para comer los sueltan y los vuelven a echar al mar, pero estos flotan y como no están dentro del agua siguen percibiendo el peligro y no se deshinchan, quedan flotando en el agua a merced de las olas.
Conocí en la isla a un libanés muy majete que viajaba con sus dos niñas pequeñas de apenas 6 años. Es para ver lo independientes que son estas niñas. Se meten por caminos que incluso para mí resultan difíciles y si intentas ayudarles no aceptan tu ayuda, quieren hacerlo ellas solitas. No protestan ni se quejan ni na, una bendición de niñas. Una mañana me los encontré por la isla, yo acababa de salir de bucear y ellos buscaban un buen sitio para pasar el día, entonces muy fuí con ellos a explorar las playas más perdidas.

Nos estuvimos bañando en uno de los numerosos arroyos que hay por la isla, con sus pozas donde viven los varanos. Luego estuvimos cogiendo cocos, nos bebiamos su leche revitalizante, cargada de sales minerales y nos comiamos su delicada carne (son distintos de los que comemos en España).

Y así pasan los días, hay poco que hacer, tumbarse en la hamaca, bucear, comer, pasear... es un broche perfecto para acabar el viaje de una forma relajada. Lo único que incomoda es el monzón que empieza a pegar con fuerza. Por la tarde sale el sol y paseamos.

 Lo que encuentro me vuelve a dejar triste. Ha bajado la marea y entre las playas quedan grandes plataformas de coral expuestas a los rayos del sol. Está casi todo roto y descompuesto. Los escasos corales que quedan vivos aguantan como buenamente pueden mientras el sol los va secando. Es un espectáculo triste, un lugar maravilloso que poco a poco va languideciendo y muriéndo. También hay problemas con las basuras, los lugareños son un poco despreocupados y aquí hay poco espacio habitable cuando llegan los turistas en temporada alta. Mala combinación.


Ayer encontré un tubo fluorescente en medio de la playa, si se rompe y libera todo su veneno hubiera matado una gran cantidad de coral allá donde lo hubiera llevado la corriente. Estoy de acuerdo con mi amigo libanés, estuvimos hablando largo rato. El ha viajado mucho y ha visto mundo, y los dos pensamos lo mismo, no hay duda, la Tierra está muriendo muy rápidamente. Está siendo agredida a todos los niveles, en todos los lugares.



Hoy es mi última noche en Malasia. Vuelve a llover con muchas ganas. Caen cortinas de agua y los zorros voladores siguen viniendo a comer la fruta madura. Los cangrejos siguen filtrando la arena de la playa bajo la lluvia, hay actividad de los peces, están de cacería. Un coro de ranas pone música a la noche. Los relámpagos iluminan de morado el cielo y su sonido rasga las nubes sobre el mar. Huele a mar y a tierra mojada...La Tierra se muere, pero no será esta noche.

                                                     No hay duda, si Sandokan existiese viviría en esta isla.


Nutrias marinas
 Hemos cogido el ferry sin problemas para volver. A la llegada a Mersing me he quedado sorprendido. En la salida del puerto, en una pequeña playa junto a la bocana, un grupo de 4 nutrias marinas jugaban despreocupadas sobre la arena. Parece que no todo está perdido.



Navidad tropical bajo un sol abrasador
  Hemos llegado a Singapur para tomar nuestro vuelo de vuelta.  Nos alojamos en Little India, el enorme barrio hindú de Singapur, así conoceremos mejor otra parte de la ciudad. Tras pasar una tarde y una noche en el ambiente hindú a la mañana siguiente fuimos a conocer Orchard Road, una enorme avenida flanqueada de lujosos y gigantescos centros comerciales de auténtico lujo.
Después de estar en el abigarrado y un poco opresivo ambiente de Little India, Orchard Road fue como un soplo de aire fresco, con su ambiente cosmopolita y dinámico. Impresionan sus megacentros comerciales de diseño, he visto unos 20 ó 30, unos a continuación de otros. No escatiman en decoración y sólo ves primeras marcas de moda, de esas muy caras.

Lo que más sorprende es el ambiente navideño que impregna las calles. A pesar de que aquí no hay demasiados cristianos celebran la navidad, pero no desde el punto de vista religioso, sino desde el comercial. Es muy chocante toda la decoración navideña, con muñecos de nieve y árboles de navidad bajo el sol tropical. Los árboles navideños son espectaculares, de vivos colorines, amarillos y negros, azul y plata, de muchos metros de altura..  A sus pies la gente  pasea en manga corta y falditas.



 

Aquí el escaparatismo es llevado a su máximo exponente y los diseños son muy, pero que muy buenos. Nunca he visto nada así, es el paraiso del consumismo, la disneylandia del comercio.

Paqui estuvo unas navidades en Nueva York y dice que no hay comparación, que esto es muchísimo más espectacular y llamativo, que las marcas caras son iguales pero que aquí la decoración es mucho más impresionante.
La mezcla de razas es asombrosa, totalmente multicultural, la comida variadísima, mucho mejor que en Malasia. Las mujeres orientales vestidas al estilo occidental, marcando curvas, super sexys.

 Dentro de 24 horas todo esto quedará atrás, empieza el regreso. Después de un viaje de 22 a 24 horas espero llegar de vuelta a Zaragoza. Echaré de menos el poderosamente bueno café malayo. Probablemente el mejor café que he probado, contundente, espeso, sabroso y aderezado con un chorro de leche condensada. Insuperable sabor. Qué pena tener que volver al café  de España...  Adiós Malasia, adiós Singapur, gracias por vuestra hospitalidad y por todas las buenas sensaciones y recuerdos que me traigo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un viaje por Malasia y Singapur 5: 130 millones de años



   Habíamos llegado al extremo norte del país y ahora tocaba cambiar de ruta y para eso teníamos que deshacer parte del camino ya recorrido. Nuestro próximo destino era el Taman Negara, el mayor parque nacional de Malasia.
Desde la isla de Langkawi se puede llegar dando un poco de vuelta, pero con unos horarios de transporte muy malos que nos supondrían muchas horas de espera y pasar la noche en un autobús, decidí que lo mejor era volver hasta Kuala Lumpur y desde allí ir a Jerantut, la puerta de entrada al Parque Nacional.
Ya se sabe, a veces el camino más corto es el más largo. La corta parada en Kuala Lumpur, de apenas una noche, me trajo la sensación de estar de vuelta en el barrio, un lugar ya vivido. Vuelta a unas caras y lugares conocidos.
Tanto en el camino de vuelta a Kuala como en el de ida a Jerantut, la selva se iba haciendo dueña de las colinas, montañas y barrancos. Se veía de una espesura tremenda, desde el dosel de los árboles cuelga todo tipo de vegetación y de lianas. Los helechos tapizan completamente los troncos y ramas. Todo el espacio disponible entre las copas de los árboles está ocupado por otras plantas menores, atrapando toda la luz que apenas puede llegar al suelo.
En la zona más al norte de Malasia, en el estado de Kedah, predominan los cultivos de arroz, grandes planicies inundadas que ahora están de un intenso color verde. En los estados de Perak y Selangor predominan los cultivos de caucho y de palma de aceite.
Ahora estamos en el estado de Pahang y es bastante montañoso y esto hace que la agricultura sea más irregular y esté diseminada en plantaciones más pequeñas.

    El Parque Nacional de Taman Negara es la mayor selva virgen de Malasia con sus 4500 km. cuadrados, o sea, unas 7 veces la superficie de Singapur o 2 veces la de Luxemburgo. Ahí es nada. Hombre, todo depende de con qué compares, puede resultar grande o no. Pero lo que parece bastante claro es que es la selva más antigua del planeta, tiene unos 130 millones de años y no ha sufrido glaciaciones ni fenómenos geológicos o volcánicos de importancia, y esto es lo que la hace tan especial.
En ella se refugian los últimos ejemplares de especies tan amenazadas como el tigre, leopardos, rinocerontes, osos y elefantes asiáticos. Y otros animales no tan amenazados como tapires, ciervo-ratón, varanos y distintos monos, además de infinidad de aves y enormes insectos. Y también cuenta con una curiosidad botánica: la Rafflesia, una planta parasitaria que carece de tallo, raíces y hojas y que tiene la flor más grande del mundo, una pestilente flor de más de un metro de diámetro.
Independientemente de que puedas ver alguno de esos animales, cosa bastante improbable, la auténtica recompensa de Taman Negara es saber que uno está paseando por la selva más antigua del planeta y que aquí poco ha cambiado en 130 millones de años, que se dicen pronto.... Lo que habrán visto estos bosques..


Aunque se puede llegar hasta Kuala Tahan por carretera, preferimos hacerlo por el río. Tomamos una barca junto a los 10 ó 12 allí presentes y comenzamos  la ascensión del río Negara. Son 3 horas de recorrido, tan solo acompañados por el ruido del motor, el agua marrón rojiza del río y el inmenso muro verde en las dos márgenes. Poco a poco nos vamos internando en este mundo arcaico. Se ven algunas aves, algún martín pescador de brillante color azul, algunos búfalos de agua y hasta consigo ver una mamá jabalí con sus pequeños jabatos.

 El sopor se va adueñando de mí y el viaje se hace un poco largo y monótono, verde, verde y más verde. De vez en cuando surge algún gigante, inmensos árboles que se alzan sobre todos los demás.
La lluvia hace acto de presencia y nos recuerda que estamos entrando en una zona de alta pluviometría.


 Las cortinas blancas de agua llegan a hacer desaparecer la selva circundante tal es la intensidad con la que cae. Finalmente llegamos a Kuala Tahan que resultó ser una pequeña aldea desperdigada por la orilla del río, entre la selva.
Numerosas barcas y los curiosos restaurantes flotantes me dan la idea de la importancia del río aquí. Es el río el que marca el ritmo de vida de los lugareños. Desde la pesca hasta el turismo quedan condicionados por el estado del río.


Búfalos de agua
Ha dejado de llover y miles y miles de grandes hormigas de alas surgen por doquier. Al principio pensaba que eran avispas negras, por su forma y tamaño, pero luego veo que son inofensivas hormigas que servirán de festín para numerosos animales. Los geckos se están dando un festín junto a los farolillos de las casas.  Una legión de ranas comienza a cantar por todas partes, los grillos las acompañan. Y esa noche escucho un raro y sorprendente concierto animal. No sé de qué bicho se trata, pero creo debe ser algún sapo de buen tamaño por la resonancia que tiene. El caso es que emiten una especie de mugido muy grave, pero cada bicho con una ligera  tonalidad distinta y entre todos forman unos acordes y arpegios de lo más curioso. Como me gustan los sonidos nocturnos de la selva  ¿qué extrañas criaturas vivirán ahí dentro?

Hoy fuimos a recorrer la selva. El río estaba bastante crecido y arrastraba muchos troncos y ramas. Los restaurantes flotantes estaban amarrados y pegados los unos a los otros debido a la corriente. No se podía acceder a ellos por las pasarelas, sólo en barca.
 Cruzamos el río y nos fuimos internando poco a poco, dejando atrás el río y altos árboles con grandes raíces aéreas e impresionantes contrafuertes.


Los restaurantes flotantes

  Había bastante silencio, no se oían apenas insectos ni aves. La lluvia había dejado charcas y barrizales en el camino. Al principio me daba un poco de impresión tener que cruzarlos porque es el territorio de las sanguijuelas, tan abundantes por estas selvas. Pero luego pensé que no había otra forma de avanzar y que mejor no pensárselo mucho. Era un consuelo saber que si te agarra alguna ni te enteras, pues no duele ni transmiten enfermedades y si te las ves chupando siempre te la puedes quitar. Si no la ves, ella succiona sangre hasta que se hincha unas 10 veces su tamaño y entonces  se despega y se suelta de ti. Solamente vi una, pero lejos de mi piel.

 Llegamos a lo que aquí llaman el canopy, que es un puente colgante. Pero no es un puente colgante cualquiera. Este es un paseo circular por las alturas de la selva, a unos 40 metros del suelo. Con sus 500 metros de largo dicen que es el mayor puente colgante de estas características en todo el mundo.


La verdad es que impresiona bastante, porque empiezas a avanzar y el suelo se va alejando de ti dada la pendiente de la selva, y llega un momento en el que el suelo se ve muy lejos, allá entre los huecos que deja la vegetación.
  Pero los árboles gigantes me sobrepasan en muchos metros, por lo que en realidad debo estar un poco por encima de media altura de la vegetación.


Es impresionante,  toda la superficie del terreno se multiplica en incontables estratos verticales donde se desarrolla la vida. Qué sensación deben tener los monos al poder moverse en las 3 dimensiones.



  Los tramos del puente colgante llegan hasta el tronco de enormes árboles y de allí salen otros tramos y así sucesivamente. Algunos tramos del puente son realmente largos y vertiginosos, y se mueven muchísimo. Definitivamente.. esto no es para gente con vértigo.

Seguimos camino por este mundo predominantemente vegetal. Hoy casi ni insectos vemos... sólo algunas enormes hormigas de unos 3 centímetros y gruesos cuerpos, grandes termitas, pequeñas abejas que hacen sus nidos con el látex de los árboles, un pequeño varano y algunos pájaros. Al final llegamos a lo alto de la colina y desde allí, entre los claros se puede ver la inmensidad de selva que nos rodea y se pierde entre las colinas del horizonte, abrazando y exprimiendo las nubes.

Y en ese momento el cielo se ha roto y ha empezado a llover. Era como una gran ducha o una enorme regadera. Así está de verde esto, con tal cantidad de agua. El camino de vuelta ha sido muy acuático, pues toda el agua que caía ha ido formando un riachuelo y charcos escalonados entre las raíces de los árboles. El sendero se ha convertido en una pista de patinaje debido a las empinadas pendientes arcillosas.
Ahora ya a cubierto miro por la ventana. Lleva horas lloviendo sin cesar. Nunca había visto llover con tantas ganas durante tanto tiempo.
   Ojalá esto siga aquí al menos otros 130 millones de años.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Un viaje a Malasia y Singapur 4: En el mar de Andamán


   El camino se iba volviendo cada vez más interesante. En la zona cercana a Ipoh empezaron a surgir montañas calcáreas cubiertas de jungla hasta arriba que me recordaban mucho a la zona de Nimh Bimh en Vietnam. La selva aún conservaba cierto espacio y había menos cultivos por aquí.

Tras cruzar un puente de 3 kms. de largo llegamos a la Isla de Penang, a la que puedes llegar en ferry o por este puente que han hecho en la zona más cercana al continente. Y ahí estaba Georgetown, la capital de la isla, con sus rascacielos blancos residenciales y sus montañas boscosas al fondo. A pesar de ser una ciudad de muy buen tamaño después de venir de Kuala Lumpur parecía que llegásemos a un pueblo.
Esta ciudad fue la primera colonia que hubo en la zona, anterior a Malaca y Singapur, y la verdad es que es una preciosidad arquitectónicamente hablando.

Chinatown

 Tiene un gran casco histórico de estilo chino mayormente y entre sus edificaciones encontramos multitud de templos taoistas, casas de comercio y antiguas casas familiares de un estilo chino muy tradicional. Algunos de los edificios y templos son realmente exquisitos. Me gusta mucho el ambiente y a pesar de los coches y la luz eléctrica uno se siente trasladado a esa época colonial. Los numerosos trishaws que hay en la ciudad contribuyen a esta sensación. Pero no nos engañemos, levantamos la vista y junto a estas preciosidades encontramos los rótulos de neón de negocios varios. Pero aparte de eso, como ciudad es la que más me ha sorprendido hasta el momento.


Little India

   También tiene su zona hindú, como no. Little India tiene muchísima animación aquí, y no te darías cuenta de que no estás realmente en India dada la cantidad de tiendas de bisutería, saris, joyerías, ropa y pastelitos que encuentras aquí. Como la India auténtica. Además, las tiendas de cd's musicales ponen los altavoces en la calle y atronando, con los últimos éxitos de Bollywood. No veas lo que ambienta.
Esa tarde la paso un poco malito. Algo de lo que he comido me ha debido sentar mal y paso la tarde vomitando, aunque afortunadamente al día siguiente me levanto bastante bien y aunque al principio me cuesta, consigo moverme y seguir el plan previsto.

Mezquita justo antes del chaparrón
Nos vamos de excursión a Penang Hill que es la colina más alta de la isla. Al llegar a sus pies cogemos un tren cremallera que nos sube 800 metros así de repente. Al llegar arriba, aparte de sentir bastante menos calor, tenemos unas vistas fabulosas de esta parte de la isla. Georgetown y sus rascacielos blancos se ven allá lejos, diminutos. El puente de tres kilómetros que la une al estrecho parece de juguete. Se ven los cimientos de lo que será un nuevo puente más al sur.


  Luego nos vamos al templo de Kek Lok Si, en lo alto de otra colina. Y la verdad es que es mucho más impresionante de lo que me podía imaginar. Es el mayor templo budista del país, compuesto por una serie de grandes edificios de enormes tejados con aleros anaranjados. Su arquitectura y la finura de sus detalles es simplemente maravillosa. A lo mejor a otras horas hay más turistas, pero ahora mismo estamos practicamente solos y el ambiente es de lo más relajante.

  Se está de maravilla aquí, qué tranquilidad, qué misterio, me encanta ir recorriendo el complejo sin saber qué será lo próximo que encontraré, si una enorme pagoda, un altar impresionante, un patio con una fuente llena de peces de colores, un corredor jalonado de estatuas budistas...

   Es de lo mejor que hemos visto hasta ahora en el viaje. Y para hacer todavia más espectacular el complejo, dominándolo desde lo alto de la colina, una gigantesca estatua de Kuan Yin, la diosa de la misericordia se alza sobre la ciudad. A sus espectaculares 40 metros de altura hay que sumarle el gigantesco palio circular que han construido para resguardarla, un palio que se apoya sobre tremendas columnas de bronce. La verdad es que es una vision prodigiosa.

Parece que me he recuperado del malestar de mi estómago. Me voy a cenar al enorme mercado nocturno de alimentación, uno de los varios que hay que por la ciudad. Está lleno hasta los topes de gente, pues hay un escenario y 3 chicas muy guapitas y sexys bailan y cantan versiones de los 70 y los 80. Hay mucha animación y ceno tranquilamente mientras veo el espectáculo. Luego de vuelta, la calle está llena de travestis que no dejan de tirarme los tejos, pero ¿qué les habre hecho yo a esta gente?



Desde Penang cogemos un ferry para irnos a Pulau Langkawi, la famosa isla del norte. Esta isla es parte del archipiélago donde se encuentra el parque nacional tailandés de Ko Tarutao, los que habéis leido mis crónicas de Tailandia sabéis de qué hablo. Es un gran archipiélago que está repartido entre Tailandia y Malasia, la parte tailandesa me encantó cuando estuve hace 3 años y ahora voy a ver la parte malaya, la enorme isla de Langkawi.

Niña hinduista
  Resultó que estaba mucho más desarrollada de lo que me esperaba, pero claro, esto ya no son las pequeñas islas como Ko Lipeh, esta tiene un tamaño suficiente para albergar varias poblaciones, puerto comercial, deportivo, aeropuerto y una nutrida red de carreteras. La verdad es que me llevé una gran decepción pues esperaba encontrarme un lugar más virgen y resulta que a la zona que nos fuimos, aunque tenía una playa bastante bonita, me recordaba aquello a Benidorm. La playa llena de motos de agua, jet ski (la salchicha esa hinchable en la que te subes y te llevan a dar una vuelta), parasailing y una legión de gente.


Señor musulmán
  No me gustó nada el ambiente tan playero y tan feo que tenía aquello. Y para más inri resulta que aquí no hay arrecife coralino ¿cómo puede ser si en Ko Tarutao y Ko Lipeh que apenas están a una hora y media de navegación de aquí los hay tan estupendos? La verdad es que las vistas si que eran bonitas, montañas selváticas, arena blanca, cocoteros... pero el ambiente...Luego la calle está llena de tiendas y restaurantes bastante más caros que en tierra firme y el pescado fresco prácticamente tiene los mismos precios o incluso más caro que en España.

Campos de arroz
  Para ser justos he de decir que luego en los recorridos por la isla que realicé posteriormente me encontré con bonitos campos de arroz de un verde radiante, salpicados de colinas selváticas y donde pastan los búfalos de agua, las gallinas picotean junto a la carretera y los paisanos se tumban a la sombra bajo los porches de sus casas con tejados a cuatro aguas. Es la típica escena que podemos encontrar en el sudeste asiático, apenas diferente a Bali o a Vietnam. Por lo demás Langkawi es un puerto franco con una enorme cantidad de turismo interior, precios baritísimos para la cerveza y el tabaco y claro, los paisanos que vuelan con la compañia de bajo coste Air Asia pues se vienen a pasar unos días de playa y a pillarse unas grandes cogorzas.
 
Y ¿qué hay peor que una banda de hindúes borrachos como cubas cantando o mejor dicho berreando como buenamente pueden por los efectos del alcohol los últimos éxitos de Bollywood? Buf, es algo infumable. No me esperaba este turismo de playa y alcohol y menos en un paraíso como este. Siendo el mismo archipiélago que Ko Taratuo se la ha dado una salida muy distinta en los dos paises. Tailandia ha optado más por la conservación y explotación del parque nacional aunque Ko Lipeh, a pesar de su belleza, también se está masificando por el turismo. Puede estar a punto de morir de éxito.
Mientras, Malasia ha optado por conservar algunos islotes prácticamente vírgenes pero explota masivamente el resto de las islas, pan de hoy y hambre de mañana pues está destruyendo muy rápidamente los recursos y valores naturales que hacen interesantes estas islas.
Como la isla es muy grande para explorarla a fondo sin vehículo propio y en apenas los 2 días que estaremos aquí, opto por contratar excursiones diarias en alguna de las numerosas agencias de viaje locales que hay por aquí. Paqui, mi compi de viaje tiene algún problema de salud que le ha rebrotado aquí y que la tiene dolorida y sin ganas de hacer nada por lo que la opción de estas excursiones es una buena solución para una persona viajando sola sin que ello suponga un gasto excesivo. Me da mucha pena verla así y no poder ayudarla, simplemente queda confiar y esperar que se mejore y le vendrá bien tomarse estos dos días de descanso para coger las fuerzas necesarias antes de afrontar la recta final del viaje, pues en poco más de una semana nos tocará volver.

 La excursión de ayer me hizo ver la auténtica belleza de estas islas. Una barca rápida nos llevó en un recorrido por varias de las islas menores que salpican el extremo suroeste de Langkawi. Salir de Pantai Cenang, o el Benidorm malayo, no tuvo precio. De repente me sentí transportado a los rincones de mi imaginación donde se guardan las imágenes que tenemos sobre lo que es el paraíso. Aguas de un verde turquesa oscuro bañan islas e islotes de paredes verticales cubiertas por espesas selvas de un verde inmaculado. A los pies de estas selvas surgen playas de arena insultántemente blancas. Cavidades y estalactitas externas hablan de una intensa actividad kárstica. El paseo se vuelve asombroso mientras la barca va girando a toda velocidad entre los recovecos del grupo de islas y el viento azota mi cara. Qué sensación más estupenda.

Saltarines del fango
  La primera parada en la isla Palau Dayang Bunting, famosa por albergar una laguna de agua dulce que según la leyenda es buena para la gente que quiere tener hijos y no puede, ya que en tiempos una pareja que llevaba 19 años intentando tener hijos sin obtener resultado, al fin lo consiguió después de beber agua de esta laguna. Atravesamos un buen tramo de selva para llegar hasta ella, a los lados del camino, entre manglares hay zonas de lodos llenas de hordas de cangrejos violinistas con su desproporcionada pinza de un intenso color azul. Otros cangrejos son completamente rojos, como si ya estuvieran cocidos. El suelo del lodazal está completamente lleno de agujeros de los cangrejos. Luego veo uno de esos extraños seres que siempre había visto en documentales pero nunca al natural.
  Son los extraños peces llamados saltarines del fango, unos peces que aunque necesitan agua para no secarse, viven y respiran fuera del agua, como los anfibios. Tienen unos enormes ojos saltones y son de color marrón. Son el vestigio vivo del paso de la evolución, cuando los peces empezaron a abandonar los mares para colonizar tierra firme. Toda una curiosidad viviente.
Si intentas acercarte demasiado dan unos rápidos saltitos y se entierran en el lodo, de ahí su nombre.

peces gato acuden a frotarse contra nuestros pies
 De camino a la laguna, por la selva, vemos un montón de monos flanqueando el camino a ver si algún turista les da algo de comer. La laguna es fantástica, de un verde oscuro intenso y aguas relativamente frescas. Me doy un baño pero no bebo, espero no quedarme embarazado jajaja. Hay un embarcadero, pues alquilan barcas y patinetes para recorrerla y al sentarme y meter los pies en el agua vienen un montón de peces gato a besuquearme los pies, igual que el masaje de los peces de Kuala Lumpur, solo que estos son peces gato bastante grandes y no mordisquean, solo frotan su suavísimo cuerpo sin escamas y sus bigotes contra mis pies. Me encanta la sensación y la interacción entre hombre y pez. También hay grandes mariposas de ala de pájaro de vivos colores. Se está de maravilla en esta isla.

 Luego vamos a una bahía de otra isla que está completamente cubierta de manglares. Allí, nuestro piloto detiene la barca en mitad de la bahía y tira al agua un montón de despojos de pollo que ha traído consigo. Casi al instante empiezan a aparecer grandes águilas pescadoras que primero planean y luego se tiran en picado a capturar los restos que flotan en el agua. Al principio son 7 u 8 águilas, pero en unos pocos minutos empiezan a acudir desde los manglares y pronto tenemos unas 50 o 60 águilas sobrevolándonos. Y aunque en realidad es un espectáculo preparado que no debería hacerse, lo cierto es que es un lujazo poder ver todas estas águilas a tan escasa distancia, ver todas sus evoluciones en el aire, sus planeos, cómo pliegan sus alas hacia atrás para lanzarse en picado y cómo proyectan sus garras hacia adelante cuando están a punto de llegar al agua, para atrapar su presa y volver a elevarse. Muy bonito espectáculo en un sitio realmente fantástico.

     Había águilas casi completamente blancas y otras rojizas y de cuello blanco. Son estas últimas el símbolo de Langkawi y en Kuah, el puerto y principal ciudad de la isla hay una enorme escultura de una de estas bellas águilas de cuello blanco. Para finalizar la excursión nos llevan a la isla de Pulau Beras Basah, donde nos dejan en una bonita playa de arena blanca y yo me dedico a hacer snorkel. Hay muchos restos de coral entre la arena, señal de que aguas adentro hay arrecife. Y sí,  lo hay, no es muy espectacular y la visibilidad no es buena pero algo es algo. Al principio sólo veo corales blandos, pero luego surgen grupos de cerebriformes y más tarde los bonitos de asta de ciervo.

Monumento al águila de Langkawi
Principalmente hay peces payaso, peces cirujano y consigo ver un pez loro con su bonito color azul turquesa y rosa. Hay muchos erizos negros de largas púas y grandes pepinos de mar, que por cierto probé la noche anterior en la cena y no me disgustaron nada. Con sus cuerpos cavernosos y su textura algo crujiente. Hay zonas con agua realmente caliente, casi quema y puede que sea esta temperatura tan anormalmente alta la que esté matando a los corales. Estos viven en aguas muy cálidas, siempre me ha impactado que al meterte en estos mares parece que te metas en una bañera de caldo caliente o de pis, pero nunca había sentido agua tan caliente como la de esta tarde.

Hoy me he ido a hacer snorkel a otra isla lejana, a Pulau Payar, famosa por sus arrecifes coralinos. Nos juntamos un grupo numeroso y nos meten a todos en un ferry para nosotros solos. Casi todo el mundo es malayo y está de vacaciones. Sólo estamos 5 o 6 occidentales. Hago migas con un señor iraquí que también está de vacaciones. Y la experiencia de Pulau Payar ha estado muy bien. Las formaciones coralinas son bastante buenas, principalmente son del tipo bulboso con protuberancias. Bonitas formaciones que llegan a hacerse bastante redondeadas y muy grandes. En otras zonas forman pináculos hermosos que recuerdan a extrañas catedrales submarinas, pobladas de extraños moradores de colores. También hay zonas con formaciones de cuerno de ciervo, que siempre resultan tan llamativas. No son los mejores arrecifes que he visto, sigo pensando que los más espectaculares los ví en Indonesia, pero me han gustado mucho.
Arrecife coralino
 Los espectaculares y llamativos peces loro, rojos, morados, turquesa, rosas... van comiendo los corales y puedo oir como lo parten con sus fuertes picos. Luego cagan arena pura que incrementará la playa o servirá para que los pólipos sigan construyendo arrecife. Los peces payaso defienden valientemente sus apreciadas anémonas a pesar de su pequeño tamaño respecto a otros peces. Y luego están los elegantes peces mariposa amarillos y negros, con su alargada y fina aleta blanca. Miriadas de pececillos recorren los recovecos del coral inundando los espacios vacíos con sus eléctricos colores e intrincados diseños, seguidos por grupos de barracudas.


Tiburón de puntas negras
    Tres grandes meros de bocas espectaculares descansan en el fondo.
Siempre se ve algo nuevo y esta vez no iba a ser menos. Estaba mirando unas formaciones con forma de volcán que no había visto nunca cuando a mi izquierda, un poco por debajo de mí ha aparecido un tiburón de unos dos metros de largo. Me ha ignorado completamente y ha seguido su camino rápidamente con su elegante movimiento hidrodinámico. Luego, junto a la orilla había pequeños tiburones de puntas negras o jacketones que se afanaban en intentar atrapar a los peces que acuden a la comida que les dan algunos bañistas imprudentes. Se están jugando los dedos, pues los peces acuden a la mano con comida, pero cuando se lanza el tiburón estos se apartan y el tiburón se encuentra con la mano. Nos dicen que más de uno ha perdido así algún dedo.

No ha sido mal día. El día de las elecciones del 20N, el día de la gran farsa yo lo pasé buceando en un arrecife de coral. Eso sí que ha sido un buen cambio y no lo del ppsoe.